Las impresiones de
un exorcista: El diablo no está en todas partes, pero no lo busques – por si
acaso.
Hay que confesarlo: el tema “exorcismo” y “posesión
diabólica” suscita en general, en nuestra mentalidad moderna, una
reacción entre de fascinación por esos misterios que evoca, y la abierta
incredulidad. Material para el cine, que da que pensar.
Pero la práctica del exorcismo
está regulada por la Iglesia católica con el ritual De
exorcismis et supplicationibus quibusdam (Rito de exorcismo y
oraciones para circunstancias particulares, adoptado en 1998 en sustitución del
anterior más antiguo, que puede seguir usándose), y está sujeta a vínculos y
prescripciones.
Hunde sus motivaciones en la
Sagrada Escritura, y en la teología. Es materia delicada que debe ser tratada
con prudencia por sacerdotes preparados y equilibrados (“dotado
de piedad, de ciencia, de prudencia e integridad de vida”), expresamente
autorizados por el propio obispo.
Aleteia habló con Cesare
Truqui, exorcista de la diócesis de Coira, en Suiza, y ponente en el XI curso “Exorcismo y oración de liberación” del Ateneo
Pontificio Regina Apostolorum de Roma (en el que se inspiró la película El Rito
de Anthony Hopkins).
–
¿QUÉ TIPO DE MAL SE AFRONTA CON EL EXORCISMO?
Un mal personificado. Pablo VI
habló de “humo de Satanás”. No la simple “privatio bonis”, privación de un bien, que
describe la filosofía, sino un mal eficaz, operante. Hablamos de la presencia
de un ser malvado. Lo que este ser malvado es sólo puede decirlo la fe, no la
ciencia. La fe nos habla de la existencia de seres espirituales: los buenos son
los ángeles, los malos son los demonios.
–
EL MAL ENTENDIDO COMO ENTIDAD QUE SE POSESIONA FÍSICAMENTE ES UN POCO DIFÍCIL
DE ACEPTAR, ¿O NO?
Sí, es verdad, porque
normalmente en la vida no se da una experiencia de este tipo. Yo, por el
ministerio que tengo desde hace tantos años, he tenido la oportunidad de
encontrarme a estas personas y para mí es más fácil creer que ciertos fenómenos
existan.
–
¿CÓMO COMENZÓ?
Fue la Providencia. Cuando fui
ordenado sacerdote, hace 12 años, participé en un curso con sacerdotes exorcista,
como Bamonte y Amorth. Sucedió que se presentó el caso de un señor francés de
40 años poseído por Satanás que necesitaba un exorcista, pero Bamonte no
hablaba inglés ni francés. Así que me pidieron que les ayudara en el diálogo
preliminar.
–
¿QUÉ SENSACIONES TIENE CUANDO SE ENCUENTRA ANTE LA MANIFESTACIÓN DEL MAL?
Son sensaciones que cambian
con el tiempo. En las primeras sesiones de exorcismo en las que participé, la
impresión más fuerte fue la confirmación tangible de que el Evangelio que había
leído y meditado era cierto. En el Evangelio Jesús lucha contra el demonio que
se da distintos nombres: “me llamo Legión, me llamo
Satanás”. En el Antiguo Testamento, en el Libro de Tobías, hay un
demonio que se llama Asmodeo. Yo estos nombres los he oído pronunciar a los
demonios en varias sesiones de exorcismo. A nivel espiritual ha sido una
experiencia muy rica porque me ha permitido experimentar en la carne, a través
de los sentidos, la realidad de la que hablaba Jesús.
–
¿Y A NIVEL TANGIBLE?
En el caso del hombre francés
de mi primer caso, recuerdo que al manifestarse el demonio, tenía la impresión
de estar rodeado por la soberbia, como si fuera humo o niebla. Es difícil de
explicar, pero la soberbia parecía algo que se pudiese tocar, llenaba la
habitación. El exorcista le pidió el nombre y él respondió: “Soy rex”. No hay un demonio que se llame “rex”, rey. El exorcista insistió: “Dime tu nombre” y él respondió finalmente: “Soy Satanás, el príncipe de este mundo”.
–
¿POR QUÉ SE LE PREGUNTA EL NOMBRE?
Lo requiere el Ritual con un
objetivo preciso. Dar el nombre a algo o tener el nombre significa tener poder
sobre ese algo. De hecho, Dios da a Adán el poder de dar un nombre a las cosas.
En el momento en que el demonio revela su nombre, demuestra está debilitado. Si
no lo dice, es aún fuerte.
–
¿HAY SIGNOS TÍPICOS DE LA POSESIÓN?
Los previstos por el Ritual.
Son cuatro: la aversión a lo sagrado, hablar lenguas desconocidas o muertas;
tener una fuerza extraordinaria que va más allá de la naturaleza de la persona;
el conocimiento de cosas ocultas o escondidas.
–
¿LAS PERSONAS PUEDEN PONERSE A SÍ MISMAS EN PELIGRO?
Sí. Acercándose a todo lo que
tiene que ver con la magia, el ocultismo, la brujería, la cartomancia. Si para
ser santos ayuda el ir a Misa, rezar, confesarse, acercarse a Dios, igualmente,
misas negras, ritos satánicos, películas y música de este tipo tienen el efecto
de acercarse al demonio.
Tuve el caso de una señora que
empezó a leer las cartas, como hacen muchos por diversión. Sólo que a ella le sucedía
que adivinaba de verdad el pasado y el presente de las personas, y en algunos
casos el futuro. Y naturalmente tenía un gran éxito. En cierto momento
comprendió de quién dependía su éxito, y dejó de hacerlo, pero era demasiado
tarde: estaba poseída.
–
¿CÓMO ES POSIBLE HACER UN MALEFICIO?
Igual que yo puedo encargar a
alguien que mate a una persona, puedo pedir a un demonio que haga un daño. Pero
atención: la grandísima mayoría de los ritos realizados por supuestos magos son
estafas, sin efecto alguno.
–
¿BASTA UN EXORCISMO PARA LIBERAR A LA PERSONA?
Es dificilísimo. Normalmente
se necesitan muchos exorcismos.
–
¿FUNCIONA COMO UNA TERAPIA?
Sí. El exorcismo es un
sacramental, no un sacramento. El sacramento es eficaz en sí mismo. Si doy la
absolución a alguien en confesión, en ese momento, verdaderamente, sus pecados
están perdonados. El exorcismo, en cambio, es eficaz en la medida de la
santidad del sacerdote, de la fe de la persona para la que se hace el exorcismo
y de toda la Iglesia. Si hoy son menos eficaces los exorcismos, es porque toda
la Iglesia es más débil.
–
¿QUÉ DIFERENCIA EXISTE ENTRE EXORCISMO Y ORACIÓN DE LIBERACIÓN?
Ambos tienen el mismo fin:
buscan la liberación de la persona de la influencia del mal o de la posesión.
El exorcismo en sentido real es ministerio dentro de la Iglesia que el obispo
confiere a algunos sacerdotes. Puede ser ejercido sólo por sacerdotes, no por
laicos, y sólo por aquellos que tienen un permiso explícito del obispo.
La oración de liberación, en
cambio, puede hacerla cualquier persona, hombre o mujer, laico o sacerdote, en
virtud de nuestro cristianismo porque Jesús dijo: “El
que cree en mí expulsará a los demonios”. El exorcismo, además, es un
mandato directo al demonio, mientras que la oración de liberación es una
súplica a Dios o a la Virgen para que intervenga.
–
¿CUÁNTAS PERSONAS QUE SE HAN DIRIGIDO A USTED ESTABAN REALMENTE POSEÍDAS?
Poquísimas.
–
¿Y ENTONCES POR QUÉ HAY TANTO TEMOR?
Entre las personas que se
dirigen a mi distingo tres casos: el verdadero poseído, el no poseído y el caso
problemático. El primero y el último son los más fáciles: sabes que se trata de
un verdadero poseído porque manifiesta los cuatro signos y porque cuando
pronuncias las oraciones la persona entra en trance y reacciona de un modo que
el exorcista conoce. Se puede fingir, pero es difícil.
En el segundo caso, con la
experiencia de sacerdote y confesor, comprendes cuándo hay problemas
espirituales o psicológicos, y cuándo puedes descartar la influencia diabólica.
El problema es cuando
encuentras uno que parece de verdad poseído pero no lo está, porque existen
traumas profundos que se acompañan con comportamientos de riesgo, como ir a
sesiones espiritistas o acudir a echadores de cartas.
Conocí a una joven que fue
violada por un supuesto mago latinoamericano que se había encaprichado con
ella. Un día le dio un café drogado y la violentó: ella era consciente pero no
podía reaccionar. Este enorme trauma le hizo pensar en la posesión diabólica a
través de la droga y por la violencia sufrida.
Creí que estaba de verdad
poseída. Cuando recé y le impuse las manos durante el exorcismo, sin embargo,
ella nunca entró en trance y no hubo rastro de otros fenómenos. Comprendí, por
tanto, que la causa era diversa. Este es el motivo por el que en el curso para
exorcistas se tratan perfiles médicos y psiquiátricos que pueden entrar en
juego en estas situaciones.
–
¿LAS PERSONAS QUE ESTÁN REALMENTE POSEÍDAS CÓMO VIVEN?
En realidad viven de forma
normal. El demonio no actúa continuamente en ellos. Puedo hacer una comparación
paradójica para intentar explicarlo: si una persona compra un auto, ese auto
está a su disposición, lo usa cuando quiere. Puede usarlo para ir a la oficina
y después tenerlo aparcado. Lo mismo sucede con la persona poseída. Hay
momentos en los que el demonio actúa: entra en el auto y maneja como quiere; en
otros momentos no. El auto tiene un dueño, pero el dueño no lo utiliza.
–
¿CUÁNDO ES NECESARIO IR A UN EXORCISTA?
Cuando lo que te sucede se
sale de lo normal. Había una señora que conocí en Roma que era atea: una
católica sólo bautizada que no creía en nada. Quedó poseída, no recuerdo en qué
circunstancia. Comenzó a oír continuamente voces que la incitaban a matar a su
esposo y a su hijo y a quitarse la vida.
Pensó que estaba loca y
recurrió a un psiquiatra, pero este se encontró ante una persona muy
inteligente, coherente y con gran claridad de ideas. El psiquiatra no pudo
curarla. Un día, las termitas se comieron todos los vestidos de la señora, sin
tocar los del marido – que estaban en el mismo armario – ni los del hijo. Y en
la casa no hay termitas. Algo inexplicable.
Una amiga suya le aconsejó que
fuera al padre Amorth y éste encontró que estaba poseída. Y sin embargo, ella
no creía ni en los ángeles ni en los demonios. Ahora se ha vuelto una cristiana
practicante. ¿Por qué Dios permite esto? También por el bien de las personas.
–
¿HA PODIDO PREGUNTAR A ALGUNO DE ELLOS QUÉ SINTIÓ DURANTE EL EXORCISMO?
Pregunté a ese señor francés
del que hemos hablado qué sentía durante el exorcismo, y él me explicó que
sentía como si dentro de él hubiese un campo de batalla. Por una parte sentía a
los demonios correr desesperados y hablar entre ellos; por la otra, cuando el
sacerdote rezaba, sentía que la luz de Dios los expulsaba, para después volver
de nuevo.
–
¿QUÉ HISTORIA LE IMPRESIONÓ MÁS?
La experiencia de un demonio
mudo. Jesús habla de ello en el Evangelio y dice que son los más difíciles de
expulsar, y que salen sólo con la oración y el ayuno. Es una rareza un demonio
mudo. En 12 años de exorcismos, me ha sucedido sólo una vez.
–
¿NUNCA TIENE MIEDO?
Al principio sí, después te
acostumbras a ciertas manifestaciones y ya no te sorprende oír que la voz
cambia: una mujer que empieza a hablar con voz débil y después pasa a un tono
cavernoso. Hay que estar atentos a no caer en la obsesión por el maligno. El
exorcista sabe que el diablo existe, pero no está en todas partes. Sobre todo
he comprendido que el exorcismo es un ministerio de misericordia: un acto de
amor hacia una persona que sufre. Solo esto.
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