Para alcanzar la paciencia en
las aflicciones
– Cuando
juzguéis oportuno someterme a la prueba de la tribulación,
…Dadme paciencia, crucificado Señor.
– Cuando
me vea agobiado por todas partes de apuros y contrariedades,
– Cuando
me falte lo que más necesito,
– Cuando
tenga que sufrir las inclemencias del tiempo, el rigor de las estaciones,
– Cuando
sienta arder en mis miembros el fuego de la fiebre,
– Cuando
me vea sumido en la enfermedad,
– Cuando
deseare en vano para mis ojos desvelados un sueño reparador,
– Cuando
el mal seque y consuma lentamente mi carne y mis huesos,
– Cuando
vengan a llamar a mi puerta las aflicciones de cualquier clase que sean,
– Cuando
interiores desolaciones tengan oscurecido y como anublado mi espíritu,
– Cuando
me vea en peligro de ser vencido por la tentación,
– Cuando
me vea precisado a reprimir la vivacidad de mi carácter,
– Cuando
por excesivo abatimiento se me haga enojosa la vida,
– Cuando
me vea hecho carga pesada para mi mismo y para los demás,
– Cuando
no halle en torno de mí más que motivos de tristeza,
– Cuando
me sienta impotente para todo bien,
– Cuando
a pesar de mis esfuerzos, vuelva a caer en las mismas faltas,
– Cuando
la sequedad interior parezca extinguir en mi todo fervoroso deseo,
– Cuando
mil pensamientos importunos vengan a distraerme en la oración,
– Si
permitís que sufra contradicciones,
– Si
permitís que tenga que luchar con genios difíciles,
– Si
permitís que me humillen,
– Si
permitís que me contristen,
– Si
permitís que me abandonen mis amigos,
– Si
permitís que sea víctima de la injusticia.
– Si
permitís que me persiga la calumnia,
– Si
permitís que me vuelvan mal por bien,
– Si
permitís que me hieran con insultantes palabras, Dadme paciencia, crucificado
Señor.
ORACIÓN
¡Oh Dios mío, que habéis dispuesto se salven vuestros escogidos por
medio de los sufrimientos y de la Cruz! Ayudadme a soportar los míos con el
espíritu de paciencia y resignación de que nos ha dejado Vuestro unigénito Hijo
Jesucristo tan grandes ejemplos, y haced que en todas nuestras aflicciones, ya
del alma, ya del cuerpo, repitamos con fe y sumisión las tiernas palabras que
os dirigió él en medio de su dolorosa agonía. Padre mío, no se haga mi
voluntad, sino la vuestra! Amen.
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