Resurrectio (Sekotia),
de Laureano Benítez Grande-Caballero, las analiza.
Que
Jesucristo vivió, predicó y murió lo aceptan prácticamente todos los
historiadores, sean musulmanes, ateos, taoístas
o cualquier otra cosa. (Los pocos autores que no lo aceptan no son
historiadores, no publican en revistas académicas ni tienen títulos de
historia, sino que publican básicamente en foros de internet, junto a los ‘investigadores’ de cosas 'alternativas').
El enigma y el debate llega después, a la hora de hablar de lo que pasó con el cuerpo de Cristo, de su Resurrección, y de cómo es posible que una serie de discípulos desanimados que lo vieron morir de forma humillante y dolorosa pasaron en poco tiempo a proclamar que había resucitado, proclamación que los enemigos de Jesús –judíos o romanos- podrían haber acallado fácilmente mostrando su cadáver... si hubieran tenido el cadáver, el mismo que muchos vieron en la cruz, en pública ejecución.
RESURRECTIO: EL CADÁVER QUE NADIE TIENE
En Cuaresma y Semana Santa millones de cristianos vuelven a reflexionar sobre este misterio. El libro Resurrectio, de Laureano Benítez Grande-Caballero, recientemente publicado en Sekotia, repasa en 340 páginas el desafío del sepulcro vacío y las respuestas –a veces esperpénticas y alocadas- que se han dado ante él.
Ya desde las primeras páginas, el libro plantea las 5 únicas posibilidades:
1 - El sepulcro estaba vacío porque Jesús no murió en la cruz
2 –No hubo resurrección porque todo fue una conspiración, un engaño preparado
3 – No hubo engaño preparado, sino que los discípulos alucinaron, se autoengañaron
4 – Simplemente, no pasó nada o casi nada de lo que se cuenta; todo son leyendas y rumores falsos
5 – Realmente pasó: Cristo murió y resucitó y los textos recogen los hechos
Cada persona debe reflexionar, repasando los datos que hay de este caso (¡el más relevante de la historia de la humanidad!) y pensar cuál encaja mejor con los hechos. Lo que no es honrado es decir "no importa cuál de ellos sea cierto mientras no sea la resurrección". Incluso quien se oponga a creer en la Resurrección debe tomar partido. Lo que sucede es que las otras 4 opciones pelean entre ellas. Todas a la vez no pueden ser.
El enigma y el debate llega después, a la hora de hablar de lo que pasó con el cuerpo de Cristo, de su Resurrección, y de cómo es posible que una serie de discípulos desanimados que lo vieron morir de forma humillante y dolorosa pasaron en poco tiempo a proclamar que había resucitado, proclamación que los enemigos de Jesús –judíos o romanos- podrían haber acallado fácilmente mostrando su cadáver... si hubieran tenido el cadáver, el mismo que muchos vieron en la cruz, en pública ejecución.
RESURRECTIO: EL CADÁVER QUE NADIE TIENE
En Cuaresma y Semana Santa millones de cristianos vuelven a reflexionar sobre este misterio. El libro Resurrectio, de Laureano Benítez Grande-Caballero, recientemente publicado en Sekotia, repasa en 340 páginas el desafío del sepulcro vacío y las respuestas –a veces esperpénticas y alocadas- que se han dado ante él.
Ya desde las primeras páginas, el libro plantea las 5 únicas posibilidades:
1 - El sepulcro estaba vacío porque Jesús no murió en la cruz
2 –No hubo resurrección porque todo fue una conspiración, un engaño preparado
3 – No hubo engaño preparado, sino que los discípulos alucinaron, se autoengañaron
4 – Simplemente, no pasó nada o casi nada de lo que se cuenta; todo son leyendas y rumores falsos
5 – Realmente pasó: Cristo murió y resucitó y los textos recogen los hechos
Cada persona debe reflexionar, repasando los datos que hay de este caso (¡el más relevante de la historia de la humanidad!) y pensar cuál encaja mejor con los hechos. Lo que no es honrado es decir "no importa cuál de ellos sea cierto mientras no sea la resurrección". Incluso quien se oponga a creer en la Resurrección debe tomar partido. Lo que sucede es que las otras 4 opciones pelean entre ellas. Todas a la vez no pueden ser.
Resurrectio, subtitulado adecuadamente "El sepulcro vacío de Jesús de Nazaret", es un libro que bebe mucho de dos investigaciones clásicas del periodista italiano Vittorio Messori: Dicen que ha resucitado y Padeció bajo Poncio Pilato. Ambos libros son
detallados y apasionantes, los publicó Rialp en España, pero hoy son casi inencontrables y es bueno que Resurrectio recoja muchos de sus argumentos. Resurrectio Es un libro ágil, divulgativo, que cita casi 50 obras en su
bibliografía, aunque muchas son de teorías esperpénticas para refutarlas.
TEORÍAS ESTRAMBÓTICAS... Y EL CORÁN
Resurrectio dedica bastantes páginas a resumir y refutar explicaciones alternativas y estrambóticas a la resurrección, la mayoría antiguas pero que hoy, en internet, o en cómics franceses y best-sellers americanos, se pueden encontrar recauchutadas. Así, las del ufólogo Faber-Kaiser que proclamaba que “Jesús murió en Cachemira”, o las que dicen que no murió del todo, solo quedó debilitado en la cruz, o las que dicen que quien murió fue un hermano gemelo suyo (o al revés, el que sobrevivió era el hermano gemelo). Abd Al Jabar, un musulmán del año mil, decía que Judas no entregó a Jesús a la guardia, sino que señaló a un cualquiera, salvando así a su Maestro.
Como la muerte de Cristo –gran maestro o profeta- en la Cruz era incómoda desde un primer momento para los que quieren estar en el bando ganador (¿quién quiere ser discípulo de un fracasado, un criminal?), ya Basílides el Gnóstico en el siglo I decía que el que murió en la cruz era Simón de Cirene mágicamente transformado. Y el Corán insiste en que Jesús, gran profeta, no murió, sino que Dios milagrosamente lo fingió: “No le mataron ni le crucificaron sino que les pareció así. No tienen conocimiento de él, no siguen más que conjeturas. Pero, ciertamente, no le mataron, sino que Alá lo elevó a sí” (Sura 4, 157-158). De las corrientes “mágicas” que niegan la muerte de Jesús, el Islam es la que más éxito ha tenido.
La crucifixión en la película "Risen" ("Resucitado"); que Jesús realmente muriera es algo que siempre ha molestado a gnósticos, docetistas y al Islam, y han tratado de negarlo... ¿quién quiere seguir a un "perdedor"?
CONSPIRACIONES CON PÓCIMAS, MEROVINGIOS...
Resurrectio refuta después otras teorías de la conspiración, sean conspiraciones para robar y ocultar el cuerpo (por parte de zelotes o de discípulos de Jesús) o para manipular testimonios. Eso incluye las conspiraciones con pócimas (para simular su muerte... cosa poco útil frente a latigazos, clavos en manos y pies y lanzadas en el costado) o trucos para esquivar a los guardias.
El libro dedica bastante espacio a “noticias” escandalosas recientes como la supuesta tumba alternativa y osarios descubiertos por el documentalista Simcha Jacobici (muy publicitados porque trabaja en televisión, pero completamente desacreditados por los arqueólogos e historiadores) y las leyendas mistéricas y románticas sobre merovingios, griales y estirpes de Cristo relanzadas por las descabelladas novelas de El Código da Vinci.
Los 4 evangelios son fiables; los otros, apócrifos, fantasías
Resurrectio, siguiendo a Messori y a N.T.Wright, muestra que los textos evangélicos y el testimonio de los que vivieron los hechos y los narraron, son fiables, especialmente por no intentar hablar de lo que no han visto. Es evidente cuando comparamos los Evangelios canónicos con las fantasías triunfales y literarias de los apócrifos.
El mismo hecho de que las mujeres sean los primeros y principales testigos de la Resurrección no puede ser una invención: el pagano Celso se reía una y otra vez de los cristianos por usar mujeres como testigos. El judío romanizado Flavio Josefo, explicando Dt 19,15 a lectores paganos, ya lo decía: “Que no se acepte de mujeres prueba alguna a causa de la ligereza y temeridad de su sexo” (Ant. IV, 219). Todo eso refuerza la idea de los Evangelios no fabulan ni novelan: cuentan los hechos tal como los conocían.
Resurrectio reflexiona también sobre los personajes clave en esas horas, como José de Arimatea y los guardias del sepulcro (que aunque el arte clásico suele pintarlos con trajes romanos casi seguro eran policías judíos de la Guardia del Templo, a las órdenes de los líderes eclesiásticos).
LAS APARICIONES DEL RESUCITADO
Y dedica un capítulo a las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos, en las semanas tras su muerte. Unas apariciones peculiares, con un Jesús que come pescado, que pasa tiempo con sus amigos, que asciende al Cielo.
Paganos como Celso señalaban que no era creíble que los únicos testigos fueran discípulos suyos. Un cristiano como Orígenes responde a Celso que lo sospechoso habría sido una narración en la que se apareciera al juez, a sus enemigos, a todos... escenas triunfalistas que los fantasiosos autores de los apócrifos no dejan de fabular, pero que los evangelistas canónicos ni siquiera sugieren.
LAS VENDAS Y LA SÁBANA SANTA
El libro se detiene a examinar detalles como las vendas que cubrían a Jesús. El Evangelio dice que el discípulo se asomó a mirar por la puerta, al interior de la tumba. “Vio y creyó”. La tesis es que algo en la disposición de las vendas y del sudario obligaba a hacer creer. Vendas, pañolón y mortaja estaban allí, el cadáver no. Y la forma en que estaban las telas era extraña.
Resurrectio dedica casi 50 páginas (en un libro de 340) a reflexionar sobre la Sábana Santa de Turín, el Sudario de Oviedo y las distintas pistas que reforzarían su autenticidad, sin dejar de comentar las posibles causas de error de las pruebas del Carbono-14 que databan la tela, supuestamente, como medieval.
UNA VIDA DIFERENTE
El libro finaliza con un alegato de San Atanasio: “Un muerto no puede hacer nada, sólo los vivos actúan”, pero puesto que Cristo actúa aún hoy, cambia almas, su Palabra resuena, “¿cómo se puede aún dudar e interrogarse si resucitó el Salvador, si está Cristo vivo o más bien si Él es la vida?”
El autor, Benítez Grande-Caballero, describe la relevancia del tema. “Tenemos las evidencias del sepulcro vacío y las apariciones y un cambio de vida radical en los discípulos de Jesús, no solo en el sentido de que abandonaran sus miedos y se lanzaron a una formidable predicación que los llevó a los confines del mundo y al martirio, sino que además las primeras comunidades cristianas practicaron un modo de vida desconocido en la Antigüedad, basado en la fraternidad, una manera de vivir que llamó poderosamente la atención de sus coetáneos”.
Todo esto surgió, insiste, de la convicción de que algo había cambiado para siempre en el mundo de los hombres mortales condenados a morir: uno había resucitado, y con Él, con Dios, todo se hacía posible.
TEORÍAS ESTRAMBÓTICAS... Y EL CORÁN
Resurrectio dedica bastantes páginas a resumir y refutar explicaciones alternativas y estrambóticas a la resurrección, la mayoría antiguas pero que hoy, en internet, o en cómics franceses y best-sellers americanos, se pueden encontrar recauchutadas. Así, las del ufólogo Faber-Kaiser que proclamaba que “Jesús murió en Cachemira”, o las que dicen que no murió del todo, solo quedó debilitado en la cruz, o las que dicen que quien murió fue un hermano gemelo suyo (o al revés, el que sobrevivió era el hermano gemelo). Abd Al Jabar, un musulmán del año mil, decía que Judas no entregó a Jesús a la guardia, sino que señaló a un cualquiera, salvando así a su Maestro.
Como la muerte de Cristo –gran maestro o profeta- en la Cruz era incómoda desde un primer momento para los que quieren estar en el bando ganador (¿quién quiere ser discípulo de un fracasado, un criminal?), ya Basílides el Gnóstico en el siglo I decía que el que murió en la cruz era Simón de Cirene mágicamente transformado. Y el Corán insiste en que Jesús, gran profeta, no murió, sino que Dios milagrosamente lo fingió: “No le mataron ni le crucificaron sino que les pareció así. No tienen conocimiento de él, no siguen más que conjeturas. Pero, ciertamente, no le mataron, sino que Alá lo elevó a sí” (Sura 4, 157-158). De las corrientes “mágicas” que niegan la muerte de Jesús, el Islam es la que más éxito ha tenido.
La crucifixión en la película "Risen" ("Resucitado"); que Jesús realmente muriera es algo que siempre ha molestado a gnósticos, docetistas y al Islam, y han tratado de negarlo... ¿quién quiere seguir a un "perdedor"?
CONSPIRACIONES CON PÓCIMAS, MEROVINGIOS...
Resurrectio refuta después otras teorías de la conspiración, sean conspiraciones para robar y ocultar el cuerpo (por parte de zelotes o de discípulos de Jesús) o para manipular testimonios. Eso incluye las conspiraciones con pócimas (para simular su muerte... cosa poco útil frente a latigazos, clavos en manos y pies y lanzadas en el costado) o trucos para esquivar a los guardias.
El libro dedica bastante espacio a “noticias” escandalosas recientes como la supuesta tumba alternativa y osarios descubiertos por el documentalista Simcha Jacobici (muy publicitados porque trabaja en televisión, pero completamente desacreditados por los arqueólogos e historiadores) y las leyendas mistéricas y románticas sobre merovingios, griales y estirpes de Cristo relanzadas por las descabelladas novelas de El Código da Vinci.
Los 4 evangelios son fiables; los otros, apócrifos, fantasías
Resurrectio, siguiendo a Messori y a N.T.Wright, muestra que los textos evangélicos y el testimonio de los que vivieron los hechos y los narraron, son fiables, especialmente por no intentar hablar de lo que no han visto. Es evidente cuando comparamos los Evangelios canónicos con las fantasías triunfales y literarias de los apócrifos.
El mismo hecho de que las mujeres sean los primeros y principales testigos de la Resurrección no puede ser una invención: el pagano Celso se reía una y otra vez de los cristianos por usar mujeres como testigos. El judío romanizado Flavio Josefo, explicando Dt 19,15 a lectores paganos, ya lo decía: “Que no se acepte de mujeres prueba alguna a causa de la ligereza y temeridad de su sexo” (Ant. IV, 219). Todo eso refuerza la idea de los Evangelios no fabulan ni novelan: cuentan los hechos tal como los conocían.
Resurrectio reflexiona también sobre los personajes clave en esas horas, como José de Arimatea y los guardias del sepulcro (que aunque el arte clásico suele pintarlos con trajes romanos casi seguro eran policías judíos de la Guardia del Templo, a las órdenes de los líderes eclesiásticos).
LAS APARICIONES DEL RESUCITADO
Y dedica un capítulo a las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos, en las semanas tras su muerte. Unas apariciones peculiares, con un Jesús que come pescado, que pasa tiempo con sus amigos, que asciende al Cielo.
Paganos como Celso señalaban que no era creíble que los únicos testigos fueran discípulos suyos. Un cristiano como Orígenes responde a Celso que lo sospechoso habría sido una narración en la que se apareciera al juez, a sus enemigos, a todos... escenas triunfalistas que los fantasiosos autores de los apócrifos no dejan de fabular, pero que los evangelistas canónicos ni siquiera sugieren.
LAS VENDAS Y LA SÁBANA SANTA
El libro se detiene a examinar detalles como las vendas que cubrían a Jesús. El Evangelio dice que el discípulo se asomó a mirar por la puerta, al interior de la tumba. “Vio y creyó”. La tesis es que algo en la disposición de las vendas y del sudario obligaba a hacer creer. Vendas, pañolón y mortaja estaban allí, el cadáver no. Y la forma en que estaban las telas era extraña.
Resurrectio dedica casi 50 páginas (en un libro de 340) a reflexionar sobre la Sábana Santa de Turín, el Sudario de Oviedo y las distintas pistas que reforzarían su autenticidad, sin dejar de comentar las posibles causas de error de las pruebas del Carbono-14 que databan la tela, supuestamente, como medieval.
UNA VIDA DIFERENTE
El libro finaliza con un alegato de San Atanasio: “Un muerto no puede hacer nada, sólo los vivos actúan”, pero puesto que Cristo actúa aún hoy, cambia almas, su Palabra resuena, “¿cómo se puede aún dudar e interrogarse si resucitó el Salvador, si está Cristo vivo o más bien si Él es la vida?”
El autor, Benítez Grande-Caballero, describe la relevancia del tema. “Tenemos las evidencias del sepulcro vacío y las apariciones y un cambio de vida radical en los discípulos de Jesús, no solo en el sentido de que abandonaran sus miedos y se lanzaron a una formidable predicación que los llevó a los confines del mundo y al martirio, sino que además las primeras comunidades cristianas practicaron un modo de vida desconocido en la Antigüedad, basado en la fraternidad, una manera de vivir que llamó poderosamente la atención de sus coetáneos”.
Todo esto surgió, insiste, de la convicción de que algo había cambiado para siempre en el mundo de los hombres mortales condenados a morir: uno había resucitado, y con Él, con Dios, todo se hacía posible.
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