Una fecha que, lejos de invitar a la celebración,
demanda equidad social, económica y política.
Desde 1975, las Naciones Unidas reconocen el 8 de marzo como el Día
Internacional de la Mujer. No se trata -todavía- de una fecha meramente
comercial donde las chicas nos regalamos objetos rosados o disfrutamos de
promociones en los spas; de hecho, hay muchas personas que ni siquiera saben
que existe este día, cómo surgió o cuál es su intención.
Si tú desconoces alguna de las tres preguntas anteriores, o todas, entonces
te invito a seguirme leyendo y luego decirme qué te parece que las mujeres
tengamos un “día especial al año” (no se
preocupen chicos, ustedes también tienen uno el 19 de noviembre, pero ya será
tema de otro artículo).
Lo irónico es que el origen del Día Internacional de la Mujer no está
del todo claro (bueno, no llaman “complicado” a
nuestro género por nada). Por mucho tiempo se dijo que se debía a un incendio
ocurrido en una fábrica de costureras de Estados Unidos un 8 de marzo de 1857,
donde cientos de mujeres quedaron atrapadas y murieron calcinadas porque sus
patrones, entre otros malos tratos, las encerraban como “medida de seguridad anti-robos”. Sin embargo, muchos
historiadores afirman que en ningún periódico hay registro de este hecho y
pareciera mas bien una ficción creada para negar el origen comunista de esta
fecha.
Sí hubo un suceso en Estados Unidos (y aquí todos coinciden) pero fue
una marcha realizada en Nueva York en
1908, donde 15 mil mujeres
trabajadoras textiles se reunieron en las calles para exigir su derecho a
votar, mejores sueldos y menor cantidad de horas de trabajo.
Un año después, el Partido Comunista de los Estados Unidos declaró el 28
de febrero Día Nacional de la Mujer; pero una líder del ala izquierdista del
partido social-demócrata de Alemania, Clara Zetkin, dijo que en lugar de que
cada país tuviera una fecha particular, debería crearse una internacional.
Fue entonces cuando más de 100
líderes femeninas de unos 17 países se pusieron de acuerdo de que fuera el 19
de marzo y el primer año que se celebró oficialmente fue en 1911 (año en
el que, por cierto, sí hubo un incendio reconocido el 25 de marzo en una
fábrica de camisas norteamericana llamada Triangle Waist Co. donde murieron 123
mujeres). ¿Por qué el 19 de marzo? Porque esa fue la fecha que el rey prusiano prometió darle el voto a las
mujeres en 1848 (aunque nunca lo cumplió).
En 1913 lo trasladaron al día 8. Sobre la razón también hay muchas
especulaciones, pero la más aceptada es que en el último domingo de febrero de
1917 (8 de marzo en el calendario gregoriano) cientos de mujeres rusas protestaron por los estragos de la Primera
Guerra Mundial con el lema “Pan y Paz”; hecho que, junto a otras manifestaciones y
circunstancias, concluyeron en la abdicación del Zar y que el gobierno
provisional les concediera el derecho a votar.
Esta fecha se sigue conmemorando actualmente porque todavía hay mucha tarea que hacer en
cuanto a la violencia de género y la igualdad de sueldos y oportunidades laborales
para las mujeres (según el Foro
Económico Mundial, esta brecha no cesará hasta el 2186).
El 8 de marzo es un día especial para llamar la atención sobre estos
tópicos pero también recordar a grandes
mujeres que superaron éstas y otras barreras para alcanzar sus logros.
Como una Juana de Arco en el
ejército, Hipatia de Alejandría
en el mundo de las matemáticas y astronomía o una Marie Curie en la ciencia.
Este 2017 probablemente se lleve más al lado político que social
(considerando la marcha mundial del pasado mes de febrero contra el presidente
Donald Trump) y en varios países, sobre todo de Europa, se está convocando a
diversas actividades mayormente centradas en el feminismo como movimiento
político.
Yo pienso que este día no se
debe llevar al extremo de qué género es mejor que otro y las actividades
también deberían invitar a los hombres
a unirse a la causa (como por ejemplo se ha logrado medianamente con el
cáncer de mama en el mes de octubre).
La violencia en contra de las mujeres y la falta de equidad (no sólo en
lo laboral) es un hecho que como sociedad tenemos que seguir enfrentando
juntos, así que este 8 de marzo, más que un día de celebración y de cadenas de
WhatsApp sobre lo maravilloso de ser mujer, es un día para reflexionar, reconocer y concientizar.
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