Por: Nicolás Jouve de la Barreda | Fuente:
bioeticaweb.com
Hace unos meses conocíamos un importante,
extenso y documentado informe del ámbito de la psiquiatría, firmado por los
americanos Paul R. McHug y Lawrence S. Mayer, titulado “Sexualidad y género. Conclusiones de la Biología, la
Psicología y las Ciencias Sociales”. Este informe fue publicado en la
revista americana de tecnología y sociedad The New Atlantis [1].
En el informe se señala que algunas de las
afirmaciones más frecuentemente oídas sobre sexualidad y género carecen por
completo de evidencia científica y que la orientación sexual y la identidad de
género se resisten a cualquier explicación teórica simplista. El informe de los
Dres. Paul R. McHug y Lawrence S. Mayer es concluyente: las pruebas científicas
no respaldan la visión de que la orientación sexual es una propiedad innata y
biológicamente fija del ser humano (la idea de que los individuos “nacen así”). El informe revela además que existen
índices más altos de problemas de salud mental en poblaciones de personas que
se definen como lesbianas, gays, bisexuales o transexuales (LGBT), y se
pregunta sobre la base científica del tratamiento de los niños que no se
identifican con su sexo biológico. Cada una de las conclusiones del informe
está basada en la evidencia científica existente desde los distintos campos de
investigación que confluyen en este campo, multidisciplinar, incluyendo la
epidemiología, la genética, la endocrinología, la psiquiatría, la neurociencia,
la embriología, la pediatría, la psicología y la sociología.
Los primeros interesados en tener en cuenta este
documento deberían ser aquellos a los que se les llena la boca con la defensa
de los intereses sociales. Es decir, a nuestros políticos nacionales y
autonómicos, que en una delirante carrera por apuntarse a lo postmoderno, y
dedicados al corto y pego y a la imitación demagógica de ver quién da más, llevan
tiempo dedicados a legislar sin reparar en las consecuencias para las personas
y la sociedad en su totalidad y desde luego al margen de la ciencia, y a
aprobar unas leyes contra la vida, la familia y la salud.
La imposición de la “ideología
de género” desde las administraciones públicas españolas, a través del
sistema educativo y mediante duras sanciones económicas, es ya una realidad
operativa en buena parte del territorio nacional, siendo ya once de las 19
autonomías las que han aprobado leyes en ese sentido en los últimos años.
A la hora de legislar en este tema se ignoran
los datos de la ciencia, como se ignoraron antes de la implantación de la ley
del aborto. Allí se ocultó la realidad de que el ciclo vital de un ser humano
empieza tras la concepción y que, una vez terminada ésta, estamos ante una
nueva vida que, en contra de lo legislado, debería ser protegida como lo que
es, una realidad humana en sus primeras fases de desarrollo. Aún tenemos que
oír que la Ley del Aborto de 2010 ha supuesto una reducción del número de
abortos, simplemente porque desde 2009 a 2014 se ha pasado de 111.482 abortos a
98.144, sin reparar en factores como el descenso general de la natalidad, la
disminución de emigrantes y el sórdido hecho de que antes de 2010 los abortos eran
justificados mayoritariamente por una falsa alegación a los riesgos para la
salud física o la vida de la embarazada y tras la Ley de 2010, 9 de cada 10
abortos se realizan “a petición de la mujer”
y sin aducir ningún tipo de causa.
Más recientemente se ha hecho público
otro informe, muy importante y que debería ser inexcusablemente tenido en
cuenta antes de deslizarse por la pendiente de la ingeniería social a favor de
la ideología de género. En este caso, son sus autores los pediatras Michelle A.
Cretella y Quentin Van Meter, presidente y vicepresidente, respectivamente, del
Colegio Americano de Pediatría y el psiquiatra Paul McHugh.
El informe se ha hecho público a través de la web del Colegio
Americano de Pediatría y del mismo se ha adelantado un resumen estructurado en
8 puntos, por el que se insta a educadores y legisladores a rechazar todas las
políticas que condicionan a los niños a aceptar como normal una vida de
suplantación química y quirúrgica del sexo opuesto. En él se afirma que “los hechos –no la ideología– determinan la realidad” [2].
En este informe se señalan puntos tan obvios
como que la sexualidad humana es un rasgo biológico binario objetivo: “XY” y “XX” son
marcadores genéticos de varón y mujer, respectivamente, no marcadores genéticos
de un trastorno. La sexualidad humana es binaria por diseño con el propósito
obvio de la reproducción y el florecimiento de nuestra especie. Nadie nace con
un género. Todo el mundo nace con un sexo biológico. El género (conciencia y
sentido de uno mismo como hombre o mujer) es un concepto sociológico y
psicológico; no una realidad biológica. Una persona que cree que él o ella es
algo que no es, en el mejor de los casos, muestra un signo de pensamiento
confuso [3]. La pubertad no es una enfermedad y el bloqueo de la pubertad
mediante hormonas puede ser peligroso. Es importante la afirmación de que el
98% de los casos de confusión de género en niños y el 88% en niñas es
transitorio, y finalmente aceptan su sexo biológico después de pasar de forma
natural su pubertad [4]. Por ello, el forzamiento de cambio de sexo mediante
hormonas (testosterona y estrógenos) en los niños y niñas que tienen esa
confusión transitoria es un error, ya que estos tratamientos están asociados a
peligrosos riesgos para la salud, que incluye, entre otros, presión arterial
alta, coágulos sanguíneos, accidente cerebro-vascular y cáncer. En el mismo
informe se reitera que los índices de suicidio son 20 veces mayores entre los
adultos que usaron hormonas y se sometieron a cirugía de reasignación de sexo y
califica de “abuso infantil” el
adoctrinamiento de los niños en la creencia de que la suplantación química y
quirúrgica del sexo opuesto es normal y saludable.
Este importante informe del Colegio de Pediatría
de EE.UU plantea una inquietante pregunta que deberían responder los
responsables políticos que han respaldado leyes como la de ¿Protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación
por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid?, o
cualquiera otra de las ya vigentes en España: ¿Qué persona razonable y
compasiva condenaría a los niños a los peligrosos riesgos para su salud de los
tratamientos de cambio de sexo, sabiendo que después de pasar de forma natural
su pubertad el 88% de las niñas y el 98% de los niños terminarán aceptando su
sexo biológico?
Bien está el objetivo de establecer un marco
normativo adecuado para garantizar el derecho de toda persona a no ser
discriminada por razón de su orientación sexual o identidad y/o expresión de
género. Pero téngase en cuenta lo señalado en estos importantes informes a la
hora de aplicar leyes que, bajo la apariencia de garantía de un tratamiento
adecuado en materia de salud, acepta decidir a someter a terceras personas
(caso común tratándose de menores) a tratamientos hormonales o quirúrgicos,
bajo el señuelo de que lo contrario coartaría su libertad de autodeterminación
de género. Si bien todo profesional de la salud o que preste sus servicios en
el área sanitaria está obligado a proyectar la igualdad de trato a las personas
LGTBI, por encima de ello debe conocer y aplicar los principios deontológicos
propios de su profesión, que en el caso de España están claramente expresados
en el art. 5.3, del Código de Deontología Médica, actualizado en julio de 2011:
“La principal lealtad del médico es la que debe a
su paciente y la salud de éste debe anteponerse a cualquier otra conveniencia”.
[1] Mayer, L.S., McHugh,
P.R. (2016). “Sexualidad y género.
Conclusiones de la Biología, la Psicología y las Ciencias Sociales”. The New Atlantis, 50 (Otoño 2016)
[2] Informe del American College of Pediatricians. Publicado en la Web Acpeds.org el 17 de Agosto de 2016.
[3] Zucker, Kenneth J. and Bradley Susan J. “Gender Identity and Psychosexual Disorders.” FOCUS: The Journal of Lifelong Learning in Psychiatry. Vol. III, No. 4, Fall 2005 (598-617).
[4] American Psychiatric Association: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, Arlington, VA, American Psychiatric Association, 2013 (451-459). See page 455 re: rates of persistence of gender dysphoria.image004.jpg
[2] Informe del American College of Pediatricians. Publicado en la Web Acpeds.org el 17 de Agosto de 2016.
[3] Zucker, Kenneth J. and Bradley Susan J. “Gender Identity and Psychosexual Disorders.” FOCUS: The Journal of Lifelong Learning in Psychiatry. Vol. III, No. 4, Fall 2005 (598-617).
[4] American Psychiatric Association: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, Arlington, VA, American Psychiatric Association, 2013 (451-459). See page 455 re: rates of persistence of gender dysphoria.image004.jpg
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