En enero de 1988, Martin Pistorius, un joven de tan solo 12 años,
regresó a su casa de la escuela cuando de repente comenzó a sentir un
insoportable dolor de garganta. Desde ese día cambió su vida para siempre…
La enfermedad que en un principio parecía solo un
dolor de garganta fue recorriendo todo su cuerpo. Luego de unos días
hospitalizado perdió el habla, perdió la vista, su cuerpo y su mente quedaron
completamente paralizados. En solo un año y medio Martin pasó de ser un
adolescente muy sano y lleno de vida a transformarse en un niño con muerte
cerebral y postrado a una cama. Los doctores le dieron solamente 2 años de
vida.
Para el era imposible hablar o moverse, así que no
podía responder a ningún tipo de estímulo. Su médico determinó que sufría de un
trastorno neurológico degenerativo y que contaba con la capacidad de un bebé de
tres meses.
Martín fue regresado a su casa, fue acostado sobre
una cama y sus padres solo esperaban su pronta muerte. Fue un verdadero
sacrifico, todos los días a las 5 de la mañana su padre se levantaba para
bañarlo y llevarlo a un centro de atención especial, en el que recibía cuidados
físicos para estimular su capacidad motriz.
Pero después de unos años su cerebro despertó,
Martín seguía sin poder hablar, ver o moverse, pero podía escuchar y sentir
todo lo que pasaba.
“Me daba cuenta de todo, todo mundo
estaba tan acostumbrado a que yo no estuviera que nunca se dieron cuenta que yo
había despertado. Estaba atrapado en un cuerpo inútil, mi voz muda, era
completamente invisible, me convertí en un niño fantasma”.
“Muchas veces mi madre en su desesperación y al verme postrado en la cama, sufriendo decía ¨Ojalá te murieras pronto¨, esa frase la escuche muchas veces, pero ella no sabía y al principio me hacía sentir mucha tristeza y dolor”.
“Muchas veces mi madre en su desesperación y al verme postrado en la cama, sufriendo decía ¨Ojalá te murieras pronto¨, esa frase la escuche muchas veces, pero ella no sabía y al principio me hacía sentir mucha tristeza y dolor”.
“Todo el tiempo pensaba que nadie nunca me iba a
amar u odiar, mi mente estaba encerrada en un cuerpo obsoleto”, pensaba.
Habían pasado 12 años, Martín seguía vivo pero no mostraba ningún avance, hasta que llegó la enfermera Virna van der Walt, quien se encargaba de hacerle masajes estimulantes, y después de varias semanas notó que Martín comenzaba a responder con algunos gestos.
Informó a los padres del
niño y ellos lo llevaron al hospital de la Universidad de Pretoria, donde
recibieron la noticia de que el cerebro de su hijo había recuperado su
capacidad neuronal.
Tiempo después adquirieron
una computadora especial con la que Martín podía comunicarse con ellos. Sus
padres estaban sumamente sorprendidos, sin embargo, tras dos días de
comunicación con su hijo, su madre decidió suicidarse, su cuerpo fue encontrado
colgado en su habitación y sobre la cama había una nota en donde le pedía perdón
a su hijo por todas las horribles palabras que le había dicho durante 12 años
sin imaginar que este la entendía.
El tiempo siguió pasando y
su progreso fue en verdad sorprendente, recuperó la capacidad de hablar, la
vista y la movilidad de la parte superior de su cuerpo. Decidió ingresar a la
Universidad y en el año 2009 se graduó con honores. Meses después conoció al
amor de su vida, se casó con ella y se mudaron al Reino Unido.
Actualmente Martín es un
famoso escritor y ha logrado establecer una importante compañía que desarrolla
sitios en Internet. Me gustaría pensar que todo por lo que he pasado ha
contribuido a hacer de mí una mejor persona, y espero que eso me sirva para ser
un buen padre. Reconozco que soy alguien extremadamente paciente y alguien que
sabe apreciar lo valiosa que es la vida.
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