Me hizo muchísima gracia el
sobrenombre que le pusieron, después de muerto, a fray Guillermo de Champeaux: DOCTOR
COLUMNA DOCTORUM.
Pero hay otros muy graciosos, los
voy a poner en latín, porque las traducciones en este caso sí que pierden algo
del sabor original.
-DOCTOR ACUTISSIMUS (Sixto IV)
-DOCTOR AMOENUS (fray Robert Cowton)
-DOCTOR ARCA TESTAMENTI (san
Antonio de Padua)
-DOCTOR BEATUS ET FUNDATISSIMUS (fray Gil de Roma)
-DOCTOR BONUS (fray Walter Burley)
Hay otros más muy graciosos como
el Doctor de las contradicciones, el Doctor difficlis, el Doctor
emporium theologiae, el Doctor facundus, Doctor irrefragabilis.
Éste último me gusta mucho, así
le llamaron a fray Alejandro de Hales. Pero el más divertido de todos los
sobrenombres me parece que es éste: Doctor inter aristotelicos
aristotelicissimus (fray Haymo de Faversham).
Yo para mi muerte no deseo absolutamente
nada. Siempre he tenido la idea de no dejar la más pequeña indicación, salvo la
de que usen todos los órganos que puedan para otras personas.
Lo que sí que he dicho muchas
veces, es que echo de menos los preciosos sepulcros de otros siglos en nuestras
nuevas catedrales e iglesias. Se me ha ocurrido una idea mientras escribía este
post que se la tengo que comentar a mi obispo. Mañana la explicaré aquí. Por el
momento, quedaos con la idea de lo de los órganos.
También
se me ocurre de que como mi doctorado lo obtuve en el Ateneo Regina
Apostolorum, un buen sobrenombre podría ser Doctor reginarum et apostolorum.
Desde luego mucho mejor que Doctor diabolicus.
P. FORTEA
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