En la zona de San Giovanni Rotondo donde vivía el
santo no cayó jamás una bomba.
Esta historia increíble sobre el Padre Pío la
cuenta el padre Damaso de Sant’Elia, superior del convento en Pianisi (Italia),
en la Positio para la causa de canonización del famoso capuchino con estigmas.
“Varios pilotos de la aviación
anglo-estadounidenses de varias nacionalidades y religiones diversas que
durante la Segunda guerra Mundial, después del 8 de septiembre de 1943, se
encontraban en la zona de Bari para llevar a cabo misiones en territorio
italiano, fueron testigos de un hecho fuera de lo normal. En el cumplimiento de
sus obligaciones algunos aviadores
pasaron por la zona de Gargano, cerca de San Giovanni Rotondo, vieron a un
monje en el cielo que les prohibía lanzar bombas en el lugar”.
En Foggia y casi toda Puglia fueron bombardeados en varias ocasiones,
pero increíblemente en la zona de San
Giovanni Rotondo (donde vivía Padre Pio) no cayó jamás una bomba,
testigo directo de este evento fue el general de la fuerza aérea italiana,
Bernardo Rosini que, entonces, era parte de la “Comando
de unidad aérea” junto a las fuerzas aleadas.
El general Rosini me refirió que entre los militares hablaban sobre un monje que aparecía en el cielo y hacía que
los aviones se retiraran. Muchos reían incrédulos al escuchar estas
historias, pero debido a que los episodios se repetían, y siempre con
diferentes pilotos, el general decidió intervenir personalmente, tomó el mando
de una escuadrilla de bombarderos para ir y destruir un depósito de municiones
alemán que se encontraba justo en San Giovanni Rotondo.
Todos estábamos muertos de curiosidad por saber el resultado de la
operación, así que cuando la escuadra regresó inmediatamente fuimos a ver al
general que atónito contó cómo, apenas llegado al lugar, él y sus pilotos vieron en el cielo la figura de un monje con
las manos en alto, “las bombas se desengancharon solas cayendo en un bosque y los aviones
dieron la vuelta sin ninguna intervención de los pilotos”.
Todos se preguntaban quién era ese fantasma al que los aviones
obedecían, alguien le dijo al general que en San Giovanni Rotondo había un
fraile con estigmas, considerado un santo por la gente, y que tal vez podría
ser él el autor de estos acontecimientos.
El general dijo que quería ir a comprobarlo apenas fuera posible, y
cuando la guerra terminó es lo primero que hizo. Acompañado de algunos pilotos,
fue al convento de los capuchinos. Al cruzar el umbral de la sacristía, se
encontró frente a varios monjes, entre los que inmediatamente reconoció al que había parado sus aviones.
El Padre Pío se acercó a él y, poniendo una mano sobre su hombro, le
dijo: “¿Así que tú eras el que quería matarnos a
todos?”. El general se arrodilló delante del Padre Pío. El capuchino le había hablado, como de
costumbre, en dialecto de Benevento, pero el general estaba convencido de que
el monje le había hablado en Inglés. “Los dos se hicieron amigos y el general, que
era protestante, se convirtió al catolicismo”.
Fuente: Positio III / 1, pp. 689-690 (Pena, 20)
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