domingo, 26 de febrero de 2017

CÓMO EL PADRE PÍO DETENÍA EN PLENO VUELO LOS BOMBARDEOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


En la zona de San Giovanni Rotondo donde vivía el santo no cayó jamás una bomba.

Esta historia increíble sobre el Padre Pío la cuenta el padre Damaso de Sant’Elia, superior del convento en Pianisi (Italia), en la Positio para la causa de canonización del famoso capuchino con estigmas.

“Varios pilotos de la aviación anglo-estadounidenses de varias nacionalidades y religiones diversas que durante la Segunda guerra Mundial, después del 8 de septiembre de 1943, se encontraban en la zona de Bari para llevar a cabo misiones en territorio italiano, fueron testigos de un hecho fuera de lo normal. En el cumplimiento de sus obligaciones algunos aviadores pasaron por la zona de Gargano, cerca de San Giovanni Rotondo, vieron a un monje en el cielo que les prohibía lanzar bombas en el lugar”.

En Foggia y casi toda Puglia fueron bombardeados en varias ocasiones, pero increíblemente en la zona de San Giovanni Rotondo (donde vivía Padre Pio) no cayó jamás una bomba, testigo directo de este evento fue el general de la fuerza aérea italiana, Bernardo Rosini que, entonces, era parte de la “Comando de unidad aérea” junto a las fuerzas aleadas.

El general Rosini me refirió que entre los militares hablaban sobre un monje que aparecía en el cielo y hacía que los aviones se retiraran. Muchos reían incrédulos al escuchar estas historias, pero debido a que los episodios se repetían, y siempre con diferentes pilotos, el general decidió intervenir personalmente, tomó el mando de una escuadrilla de bombarderos para ir y destruir un depósito de municiones alemán que se encontraba justo en San Giovanni Rotondo.

Todos estábamos muertos de curiosidad por saber el resultado de la operación, así que cuando la escuadra regresó inmediatamente fuimos a ver al general que atónito contó cómo, apenas llegado al lugar, él y sus pilotos vieron en el cielo la figura de un monje con las manos en alto, “las bombas se desengancharon solas cayendo en un bosque y los aviones dieron la vuelta sin ninguna intervención de los pilotos”.

Todos se preguntaban quién era ese fantasma al que los aviones obedecían, alguien le dijo al general que en San Giovanni Rotondo había un fraile con estigmas, considerado un santo por la gente, y que tal vez podría ser él el autor de estos acontecimientos.

El general dijo que quería ir a comprobarlo apenas fuera posible, y cuando la guerra terminó es lo primero que hizo. Acompañado de algunos pilotos, fue al convento de los capuchinos. Al cruzar el umbral de la sacristía, se encontró frente a varios monjes, entre los que inmediatamente reconoció al que había parado sus aviones.

El Padre Pío se acercó a él y, poniendo una mano sobre su hombro, le dijo: “¿Así que tú eras el que quería matarnos a todos?”. El general se arrodilló delante del Padre Pío. El capuchino le había hablado, como de costumbre, en dialecto de Benevento, pero el general estaba convencido de que el monje le había hablado en Inglés. “Los dos se hicieron amigos y el general, que era protestante, se convirtió al catolicismo”.

Fuente: Positio III / 1, pp. 689-690 (Pena, 20)


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