miércoles, 11 de enero de 2017

TODO EL MUNDO TE BUSCA



"Cuando salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús, y él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al momento se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos.
Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, llevaron ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados, y el pueblo entero se reunió a la puerta. Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba hablar a los demonios, porque ellos le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar apartado. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús, y cuando lo encontraron le dijeron:
– Todos te están buscando.
Él les contestó:
– Vayamos a otros lugares cercanos a anunciar también allí el mensaje, porque para esto he salido.
Así que Jesús andaba por toda Galilea anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los demonios."

Jesús sana a la suegra de Pedro. El pueblo lleva ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados. Jesús los cura a todos. De madrugada sale de la ciudad para orar en un lugar apartado. Cuando los discípulos le encuentran, le dicen que todo el mundo le está buscando. No es de extrañar. Jesús se ha hecho próximo a los hombres. Se acerca a ellos. Los toma de la mano y los levanta.
Esta debería ser también la forma de ejercer nuestra función de discípulos. Acercarnos a los que sufren, darles la mano. Levantarlos.
Y como Jesús, no quedarnos cómodamente donde ya hemos curado a todos, sino irnos a otros lugares donde hay otras personas que nos necesitan. Como Jesús, debemos hacernos cercanos a todos. Principalmente de los que sufren, de los más olvidados, de los que están solos.


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