Continúo el post de ayer. Se
podría pensar que podría ser beneficioso añadir una regla del tipo si quedan
con vida sólo seis cardenales-electores participarán con voto en la siguiente
votación todos los presidentes de las conferencias episcopales en el plazo de
dos semanas.
Pero si la muerte del Colegio
Cardenalicio ocurre en mitad de una conflagración mundial, ¿podrían trasladarse
a Roma esos presidentes? ¿La guerra no habría afectado a las comunicaciones de
todo el mundo?
Un cónclave podría encontrarse
con una situación de paralización universal de las comunicaciones. Algo que
damos por supuesto como son las comunicaciones y los viajes podrían sufrir una
interrupción durante un tiempo.
Además, otra situación
excepcional podría darse en caso de encarcelamiento de todo el colegio
cardenalicio en pleno. Como se ve, resulta más adecuado no dar reglas para este
tipo de casos. Si algún día sucede un escenario plenamente atípico, se verá qué
es lo más adecuado: un concilio, una reunión de presidentes de conferencias
episcopales, una reunión de representantes.
En caso de una situación tal como
una especie de invierno nuclear (jamás creo que haya un conclave en esa
situación, pero barajemos todas las posibilidades), podría ser lo más adecuado
volver al sistema de elección del obispo de Roma por parte del clero romano.
Sí, las
circunstancias con todos sus detalles serán las que den la medida de lo
correcto según el sentido común. Lo cual no es óbice para que ya ahora los
canonistas vayan creando un corpus de reflexiones por parte de los más
expertos. Un corpus es algo que no limita ni constriñe. Y, sin embargo,
si llegara el caso supondría una guía dada en frío y, por tanto, de modo
objetivo.
P.
FORTEA
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