MADRID, 05 Ene. 17 / 10:12 am (ACI).- Mons. Demetrio Fernández,
Obispo de Córdoba (España) asegura que la Epifanía es una fiesta misionera
porque quienes se han encontrado con Jesús no se guardan la noticia, sino que
la difunden, como es el caso de los catequistas, quienes sostienen la
evangelización, y de los Reyes Magos, que fueron a adorar al Niño superando las
dificultades, como “ejemplo de la búsqueda sincera
de la verdad”.
“La Navidad concluye con la
manifestación universal de Jesús, pues Él he venido para salvar a todos los
hombres. La epifanía del Señor es una fiesta misionera, una fiesta de expansión
de una luz que alumbra a todo el que se acerca. Dejémonos iluminar por él”, alienta el Prelado.
En la Epifanía, según explica, “son tres los
misterios de la vida de Jesús que
se actualizan: la adoración de los Magos venidos de Oriente, el bautismo en el
Jordán y las bodas de Caná. Como si los tres tuvieran una conexión interna en
la manifestación de Jesús al mundo”.
La adoración de los Magos, además de reyes que traen los regalos al Niño
Jesús y los reparten a todos los demás, son “un
ejemplo de búsqueda sincera de la verdad, esa búsqueda que todo hombre lleva en
su corazón”.
Mons. Fernández afirma que los Magos “superan
una dificultad tras otra hasta encontrarse con Jesús en los brazos de María su
madre. Y lo superan atraídos por la estrella que tiene sus momentos de
esplendor y sus momentos de ocultamiento, como pasa en la vida de cada
persona”.
Ya que, apunta, “no todo es luz y claridad
en la vida, también hay momentos de oscuridad, donde se nubla todo, hasta lo
que un día vimos con plena claridad. Es momento entonces de perseverar en la
búsqueda, y aparecerá de nuevo la estrella atrayente que ilumina los pasos que
hemos de seguir dando en el camino hasta que veamos a Dios cara a cara en el cielo”.
El bautismo de Jesús en el Jordán supone el comienzo del ministerio
público de Jesús, “sumergido en lo más hondo de la
tierra y emergiendo con ánimo renovado por la unción del Espíritu Santo, que le
conducirá durante toda su vida hasta la entrega suprema en la cruz y el fuego renovador
de la resurrección”.
“La unción del Espíritu Santo en el bautismo del
Jordán ha capacitado la carne de Cristo para ser plataforma de la gloria de
Dios. En él se muestra Dios y su amor a los hombres, cubierto por el velo de
una carne humillada, todavía no glorificada”, precisa y
explica que al entrar Jesús en el Jordán y ser llenado del Espíritu Santo, “ha incendiado las aguas y las ha dotado de capacidad
para engendrar la nueva vida de nuestro bautismo”.
Por último, con las Bodas de Caná, Jesús elige ese escenario “para expresarnos que ha venido para que la alegría del
amor que viven los esposos no se agote nunca. Él es el verdadero esposo de
nuestras almas, y si Él está presente el vino de la alegría no se acabará”.
La Virgen María tiene un papel fundamental en este misterio, “pues es la madre atenta a las necesidades de sus hijos”.
Mons. Fernández explica que estos tres acontecimientos constituyen “una epifanía, manifestación del Señor”, ya que
Jesús “ha venido para todos, judíos y paganos,
creyentes y agnósticos. Cuando una persona se encuentra con Jesús, su vida
cambia”.
“Por eso, la epifanía es una fiesta misionera,
porque si has conocido a Jesús, vas a comunicarlo a los demás, no te lo
guardas”, asegura el Prelado y ha
agradecido la labor que realizan miles de catequistas en todo el mundo que
sostienen la evangelización y especialmente los catequistas nativos, “aquellos en los que la fe ha prendido y los convierte a
su vez en testigos del Evangelio para sus coetáneos”, un trabajo “imprescindible en la transmisión de Evangelio a todas
las naciones, a todas las culturas, a todas las lenguas”.
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