Roma, 08 Dic. 16 / 10:35 am (ACI).- Como es tradición cada 8 de
diciembre, el Papa Francisco acudió a la popular Plaza de España en Roma para
el acto de veneración de la Inmaculada
Concepción de María, fiesta que se celebra hoy.
El Pontífice llegó a las 16 horas local y fue acogido por el Vicario del
Papa para la diócesis de Roma, el Cardenal Agostino Vallini,
por el alcalde de la ciudad, Virginia Raggi, y por diversas autoridades, entre
ellas el Embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo
Gutiérrez Sáenz de Buruaga.
Después de saludar a los cientos de fieles que se
congregaron el Pontífice se acercó hasta la popular estatua de la Inmaculada y
pronunció la siguiente oración:
Oh María, Madre nuestra Inmaculada, En el día de tu
fiesta vengo a Ti, y no vengo solo: traigo conmigo a todos aquellos que tu Hijo
me ha confiado, en esta ciudad de Roma y en el mundo entero, para que Tú los
bendigas y los salves de los peligros.
Te traigo, Madre, a los niños, especialmente a los
que están solos, abandonados, y que por eso son engañados y explotados.
Te traigo, Madre, a las familias, que llevan
adelante la vida y la sociedad con su compromiso
diario y escondido; de modo particular a las familias que tienen más
dificultades por tantos problemas propios y de otros.
Te traigo, Madre, a todos los trabajadores, hombres
y mujeres, y te confío sobre todo a quienes, por necesidad, se ven obligados a
desarrollar un trabajo indigno y a quien ha perdido el trabajo o no logra
encontrarlo.
Necesitamos tu mirada inmaculada, para reencontrar
la capacidad de mirar a las personas y las cosas con respeto y reconocimiento,
sin intereses egoístas o hipócritas.
Necesitamos tu corazón inmaculado para amar de
manera gratuita, sin otros fines que los de buscar el bien del otro, con
simplicidad y sinceridad, renunciando a enmascarar y maquillar.
Necesitamos tus manos inmaculadas para acariciar
con ternura, para tocar la carne de Jesús en los hermanos pobres, enfermos,
despreciados, para realzar a quien ha caído y sostener a quien vacila.
Necesitamos tus pies inmaculados para ir al
encuentro de quien no sabe dar el primer paso, para caminar por los senderos de
quien se ha perdido, para ir a encontrar a las personas solas.
Te damos gracias, Oh Madre, porque mostrándote a
nosotros libre de toda mancha de pecado, nos reconoces que antes de todo existe
la gracia de Dios, existe el amor de Jesucristo que ha dado la vida por
nosotros, existe la fuerza del Espíritu Santo que todo renueva.
Haz que no cedamos al desánimo, sino que, confiando
en tu constante ayuda, nos comprometamos a fondo para renovarnos nosotros
mismos, esta ciudad y el mundo entero.
¡Ora por nosotros Santa Madre de Dios!
***
Como ya hiciera el año anterior, el Papa se
trasladó a continuación hasta la Basílica de Santa María la Mayor recogiéndose
en oración ante la imagen de la Salus Populi Romani, la advocación
de la Virgen ante la que reza también antes de emprender un viaje internacional
y a la vuelta del mismo.
Por Álvaro de Juana
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