martes, 20 de diciembre de 2016

EL PRODIGIO DE LA SANTA LECHE DE LA VIRGEN [QUE SE LICUA UNA VEZ AL AÑO] (AGO Y DIC)


Reliquia conservada en la catedral de Murcia.
La tradición señala que la leche Maternal de la Virgen María se atesora en una redoma la Catedral de Murcia, España.
Y se licua el día de la Asunción de la Virgen a los cielos, permaneciendo cuajada el resto del año.
Esta rara reliquia lamentablemente no ha sido estudiada en su veracidad.
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Y con el correr de los tiempos ha ido cayendo en el olvido.
Es parte de una serie de raras reliquias que se ha inventariado en España en el siglo XVI.

LAS RELIQUIAS PRESENTES EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVI
Ambrosio de Morales, historiador, arqueólogo y erudito del siglo XVI realizó un viaje por España por orden de Felipe II inventariando reliquias y manuscritos que estaban en Monasterios, Iglesias y Ermitas.
Estos son algunos:
  • El Santo Prepucio de Jesucristo
  • Plumas del Arcángel San Gabriel.
  • Un suspiro de San José: anteriormente expuesto en la Iglesia de Blois, conservada dentro de una botella. Hoy en día en el Vaticano.
  • Un estornudo del Espíritu Santo, en la Parroquia de San Frontino y hoy en día en el Vaticano.
  • Un pelo de la barba de Jesucristo, Catedral de Murcia (desde 1730).
  • Las piedras con las que se lapidó a San Esteban.
  • Las flechas que mataron a San Sebastián.
  • Una oreja de San Pedro, también una sandalia y trozos de las cadenas que le retuvieron.
  • Los pechos de Santa Águeda.
  • Más de 60 dedos de San Juan Bautista.
  • 5 gotas de la leche que Santa María daba al niño Jesús.
  • El velo y lágrimas de Santa María.
  • Para los que no creían en la Ascensión en Cuerpo y Alma de María se ofrecían: el hígado, el
  • Corazón y la lengua de la Virgen María.
  • Las monedas que compraron a Judas.
  • Tres cordones umbilicales del Niño Jesús y el primer pañal y varias pajas del pesebre donde nació Jesús.
  • Unos quinientos dientes de leche del Niño Jesús.
  • Raspas de los peces multiplicados del milagro del Salvador y la cola del asno que llevó a cristo a Jerusalén.
  • El paño con el que Jesucristo secó los pies de los apóstoles; dos manteles y fragmentos de la mesa en la que se sirvió la última cena. 
  • Más de media docena de ejemplares del Santo Grial.
  • Más de ochocientas espinas de la corona que llevó Jesús.
  • Tres lanzas que atravesaron el costado de cristo.
  • Pescado asado y pastel de miel, menú que “el hijo de dios” comió con sus discípulos cuando se les apareció después de resucitar.
UN TRADICIONAL PRODIGIO DE MURCIA DE LA LECHE DE LA VIRGEN MARÍA
La historia recuerda que unas gotas de la leche materna de la mismísima Virgen María se veneran en la Catedral.
Y que cada festividad de la Asunción, su estado sólido pasa a líquido.
Aunque nadie, desde hace siglos, se ha decidido a comprobar el prodigio.
La reliquia se conserva en una redoma de cristal, adornada por una espléndida estrella de oro y protegida en una custodia de plata y diamantes.
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Para admirarla basta con acercarse al Museo de la Catedral, donde está expuesta.
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La denominada Santa Leche permanece todo el año coagulada, hasta que se produce el milagro de su licuación, volviéndose líquida cada 15 de agosto.
Algunos investigadores señalan que estos restos sagrados proceden de la Gruta de la Leche, en Jerusalén, donde la tradición señala que la Virgen amamantó a su Hijo.
Allí aún se extraen porciones de cal de la roca blanca de sus paredes, con fama de milagrosa y de remedio útil contra la esterilidad. Ver aquí la historia.

LA HISTORIA DE LA RELIQUIA
La historia de la reliquia, es bien conocida, como destaca el investigador Manuel Pérez Sánchez en un artículo publicado en la revista Imafronte en 1999.
El autor recuerda que tanto el cardenal Belluga como la Casa de los Marqueses de los Vélez incrementaron durante el siglo XVIII el tesoro de reliquias de la Catedral.
Y precisamente fue la marquesa viuda, Mariana Engracia de Toledo, quien decidió donar a su muerte la ampolla de la Santa Leche.
Fallecida doña Mariana, su hija María Teresa Fajardo cumplió aquella última voluntad entregando la preciada pieza al Cabildo Catedralicio.
Con fecha 22 de marzo de 1714, María Teresa Fajardo comunicó la donación de la reliquia para su custodia en la capilla de la familia en el primer templo de la Diócesis.
Además, el Cabildo también recibió un cáliz, una cruz y cuatro candelabros de plata para el adorno del lugar, así como 200 ducados que debían destinarse a la confección de una urna para proteger la reliquia.
Junto a la reliquia se conserva un documento, llamado auténtica, que certifica la procedencia de la misma.
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En este caso, aclara que le Santa Leche procede del «convento de San Luis, de la Orden de San Francisco de Paula, de la ciudad de Nápoles».
El mismo certificado añade que, por orden expresa del Papa, se entregó a Juan Alfonso Pimentel, Virrey de Nápoles, quien a su vez la repartió con su hija, quien la entregaría más tarde a Mariana Engracia de Toledo y Portugal.
El texto de la reliquia permite datar, al menos, la entrega por parte del Papa al Virrey de la sacratísima reliquia. Juan Alfonso Pimentel ostentó aquel título durante poco más de 7 años, entre 1603 y 1611.
La reliquia gozó de gran predicamento entre los parroquianos desde su llegada a Murcia. Pérez Sánchez apunta el gran alborozo que supuso su entrada en la ciudad, «con procesión general con asistencia de todas las autoridades, clero parroquial, órdenes religiosas, cofradías y gremios, así como el consabido adorno de la carrera a base de colgaduras y altares, el habitual repique de campanas y las luminarias y fuegos artificiales».
Al parecer, la reliquia fue trasladada desde el Monasterio de los Jerónimos hasta el antiguo convento de la Capuchinas el 7 de septiembre de 1715.
Al día siguiente, la pieza recorrió en procesión las calles de Murcia hasta la Catedral, donde se encuentra desde hace casi 300 años.
El paso de los siglos no eclipsó la fama de la Santa Leche.
El diario ‘El Liberal’, en 1928, señalaba la sagrada ampolla como uno de los tesoros más originales del templo y la situaba aún en la capilla de los Vélez.
Hasta hace no muchos años se celebraba una misa para conmemorar el milagro, aunque ya nadie recuerda si se repetía el prodigio de la licuación.
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Ahora puede admirarse la pieza en el Museo de la Catedral, en su espléndido relicario donde, si el milagro se repite, volverá a licuarse el próximo día de la Asunción.
PERDIDA DURANTE AÑOS
Esta famosa pieza de la devoción mariana estuvo perdida durante años en la catedral.
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Junto con un pelo de la barba de Cristo, un Lignum Crucis, y un trozo de la esponja que utilizo Longino para dar de beber a Jesús en la Cruz.
Actualmente el Lignum Crucis y el relicario de la leche se pueden ver en el museo catedralicio.
No así las otras dos piezas, que permanecerán olvidadas en alguna de las capillas de la catedral, cuando no en sus sótanos o en el peor de los casos desaparecidas para siempre.
Según cuentan las crónicas de aquellos tiempos el pelo de la barba de Cristo tenía el poder de hacer desaparecer las tormentas.
Desgraciadamente nunca sabremos si era cierto o simplemente una leyenda para hacer más famosa esta reliquia.
Pero estas no son las únicas reliquias famosas que conserva la catedral, se encuentran también entre sus tesoros las reliquias de seis de los doce apóstoles que acompañaron a Jesús en sus últimos días, Pedro, Tomas, Matías, Marcos, Felipe y Esteban.
A su vez, dos cofradías de Murcia cuentan entre su patrimonio un trozo de la columna donde fue azotado Cristo y que se puede besar el día que escapulan a los nuevos miembros de la cofradía y la sacan el Martes Santo en procesión por Murcia.
Fuentes:

Foros de la Virgen María

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