REDACCIÓN CENTRAL, 20 Dic. 16 / 01:32 pm (ACI/EWTN Noticias).-
La Navidad
está próxima y con ella los regalos, la cena navideña, las actividades en la
parroquia, los viajes, etc. Toda una serie de actividades que podrían hacer
olvidar al verdadero agasajado. Por eso, te compartimos esta historia sobre el
verdadero sentido de la Navidad titulada “Carta de
Jesús”.
Querido
Amigo:
Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la
fecha en que festejan mi nacimiento.
El año pasado hicieron una gran fiesta en mi honor y me da la impresión
que este año ocurrirá lo mismo. A fin de cuentas llevan meses haciendo compras
para la ocasión y casi todos los días han salido anuncios y avisos sobre lo
poco que falta para que llegue.
La verdad es que se pasan de la raya, pero es agradable saber que por lo
menos un día del año, piensan en mí. Ha transcurrido ya mucho tiempo cuando
comprendían y agradecían de corazón lo mucho que hice por toda la humanidad.
Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas
sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.
Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me
alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún así, creo que la
mayor parte no sabe bien de qué se trata. ¿No te parece?
Como lo que sucedió, por ejemplo, el año pasado. Al llegar el día de mi
cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero ¿puedes creer que ni siquiera me
invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por
completo de mí!
Resulta que habían estado preparándose para las fiestas durante dos
meses y cuando llegó el gran día me dejaron al margen. Ya me ha pasado
tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.
Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y
me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia?
Ni se dieron cuenta de que yo estaba allí.
Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo en grande, cuando de pronto
se presentó un hombre gordo, vestido de rojo y barba blanca postiza, gritando: "¡jo, jo, jo!".
Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se las arregló para
avanzar a tropezones entre los presentes, mientras todos los felicitaban.
Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionadísimos, se
le acercaron corriendo y diciendo: “¡Santa Claus!” Cómo
si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor.
Aguanté aquella "fiesta" hasta
donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí
solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de la
gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacerme regalos, se obsequian
cosas unos a otros y, para colmo, casi siempre son objetos que ni siquiera les
hacen falta.
Te voy a hacer una pregunta. ¿A ti no te parecería extraño que al llegar
tu cumpleaños todos tus amigos decidieron celebrarlo haciéndose regalos unos a
otros y no te dieran nada a ti? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!
Una vez alguien me dijo: "Es que tú no
eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿Cómo es que te vamos a hacer
regalos?". Ya te imaginarás lo que le respondí.
Yo siempre he dicho: "pues regala
comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los
huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión. Todo lo que regales a tus
semejantes para aliviar su necesidad, lo contaré como si me lo hubieras dado a
mí personalmente" (Mateo 25,34-40).
Muchas personas en esta época en vez de pensar en regalar, hacen bazares
o ventas de garaje, donde venden hasta lo que ni te imaginas con el fin de
recaudar hasta el último centavo para sus nuevas compras de Navidad.
Y pensar todo el bien y felicidad que podrían llevar a las colonias
marginadas, a los orfanatorios, asilos, penales o familiares de los presos.
Lamentablemente, cada año que pasa es peor. Llega mi cumpleaños y sólo
piensan en las compras, en las fiestas y en las vacaciones y yo no pinto para
nada en todo esto. Además cada año los regalos de Navidad, pinos y adornos son
más sofisticados y más caros, se gastan verdaderas fortunas tratando con esto
de impresionar a sus amistades.
Esto sucede inclusive en los templos. Y pensar que yo nací en un
pesebre, rodeado de animales porque no había más.
Me agradaría muchísimo más nacer todos los días en el corazón de mis
amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas sus
dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos; porque
no sé si lo sepas, pero hace más de 2 mil años entregué mi vida para salvarte de la muerte y
mostrarte el gran amor que te tengo.
Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Llevo años
tratando de entrar, pero hasta hoy no me has dejado. "Mira
yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré
en su casa y cenaremos juntos". Confía en mí, abandónate en mí.
Este será el mejor regalo que me puedas dar. Gracias
Tu amigo,
Jesús.
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