¿UN PAPA PUEDE SER
HEREJE?
Una pregunta que insistentemente
me hacen distintos lectores de mis posts es si la ruptura con el dogma se
podría hacer desde el mismo papado. La respuesta es no.
Un Papa puede ser pecador, puede
tener mala formación teológica, puede ser un miserable, puede callar ante
eclesiásticos que esparcen mala doctrina, puede escribir una encíclica ambigua,
puede decir una cosa y tener otra intención, puede formular frases de doble
sentido, puede promover a indeseables a los más altos cargos, puede poner como
ejemplo a hombres que no son ejemplares. La lista podría continuar. Un Papa
podría querer acabar con puntos de la Tradición que son irreformables, podría
querer acabar con lo más bello de la liturgia, podría querer malvender los más
bellos cálices y templos de la Iglesia. La lista podría extenderse a más
aspectos.
Ahora bien, Dios siempre
intervendrá para que ningún Papa proclame como verdad de fe lo que es un error.
Por eso ningún Papa nunca podrá ser un hereje. Podrá equivocarse en sus
pensamientos, en sus conversaciones privadas, en lo que afirma en un libro que
no pretende ser magisterio (aunque lo escriba siendo obispo de Roma), en un
borrador de una encíclica, en un sermón que no pretende ser magisterio para
toda la Iglesia.
No sólo eso, sino que a otro
nivel más profundo, podrá, incluso, equivocarse en sus enseñanzas personales,
es decir, aquellas que no presenta como definitivas, sea el medio que sea el
que use para expresar sus opiniones personales. (Cuando un Papa quiere enseñar
como Maestro Universal lo deja claro.) Podrá equivocarse en todo aquello que
sea enseñanza que no se propone como magisterio para toda la Iglesia.
Técnicamente hablando podría
cometer errores en cualquier ámbito que no comprometa su magisterio como
Vicario de Cristo. Aunque, como es lógico, esto no sucederá porque cualquier
Papa se cuidará muy mucho de hablar como maestro de la fe si no está seguro de
lo que va a decir. Insisto, esto no sucederá en la práctica, pero en teoría
podría suceder. Hay dos casos en la Historia que se estudiaron mucho cuando se
sometió a estudio la posibilidad de declarar el dogma de la infalibilidad
papal. No voy a entrar en esos dos episodios, porque esto ya no sería un post,
sino un artículo.
Pero baste decir que el Papa no
puede ser hereje, que el Papa no puede declarar solemnemente como verdadero lo
que es falso. Su magisterio ordinario debe ser acogido con respeto y con la
conciencia de estar escuchando a aquél que tiene el encargo de ser maestro de
la Iglesia, incluso cuando no habla de forma infalible.
¿Se pudo equivocar en Amoris
Laetitia? Vamos a ver, estaríamos, en todo caso, hablando de
interpretaciones. ¿En qué sentido tal o cual frase es acorde a la tradición
católica y en qué sentido no lo es? Dado que es el Papa, debemos leer su
exhortación en un sentido católico.
Espero que estas palabras calmen
las inquietudes que algunos hijos fieles a la Iglesia albergan. Tienen todo el
derecho a que les guste o no este Papa. Pero, hoy por hoy, no ha dicho nada
incompatible con la fe católica, aunque varias de sus frases tengan diversas
interpretaciones.
Hoy por hoy no lo ha dicho y
espero, que tras leer este post, todos se queden con la seguridad de que no va
a decir nada heterodoxo, porque no puede decirlo. Su magisterio para toda la
Iglesia siempre será expresión de la verdad. Recordemos que Dios cuida a su
Pueblo, que Dios está presente en medio de su Pueblo, y no está presente como
un mero espectador.
En todo esto, al final, hay toda
una estructura lógica de la conservación de la Verdad que Dios ha tenido en
cuenta a la hora de organizar la comunidad de creyentes que iba a custodiar su
mensaje, el Mensaje de Dios. Si tuviéramos que confiar en la bondad de las
personas para quedarnos tranquilos, en dos mil años estaríamos listos.
Conclusión: paz y unión con el Vicario de Cristo.
Las 4.300 visitas que en blogspot
han visitado mi último blog han provocado una abundante cantidad de
comentarios, como pocas veces. Ya se ve que éste es un tema candente en los
blogs eclesiales: unos muy a favor, otros muy en contra. Así que he optado por
aportar algunas reflexiones más y así satisfacer tantas peticiones de
aclaraciones. Mañana, probablemente, hablaré de tonterías de mi vida diaria,
pero hoy no. Hoy hablemos de cosas serias.
Si para afirmar un gozoso y
entusiasta Tu es Petrus, debiéramos
esperar a tener una persona perfecta que encarnara magníficamente al Vicario de
Cristo, francamente, al menos una vez por siglo nos hubiéramos refugiado en el
cisma. Cierto es que hay obispos que, una vez llegados al solio pontificio han
encarnado de manera dignísima la figura del Vicario del Maestro. Pero otros
muchos se han quedado por debajo de las condiciones personales, de la nobleza,
de la virtud mínima que se esperan de alguien que asume su cabeza la triple
corona, coronas que expresan una triple autoridad divina. Sobre la tiara ya
hablé en otro post.
Con lo cual, unos Papas encarnan
dignamente esa figura del Vicarius, en su sentido romano clásico, y
otros no. Es triste, pero ni siquiera todos los obispos de la Iglesia son
dignos de esa autoridad sobre sus rebaños. Por piedad, pedidme lo que queráis,
menos una estadística aproximada. En cualquier caso, los Papas dignos y los
Papas indignos tienen su cabeza ornada de esa autoridad.
Por lo tanto, en mi anterior
post, yo hablaba de mínimos. En ningún momento afirmé: este Papa es admirable,
este Papa es un santo, este Papa debe ser encumbrado en lo más alto de nuestra
opinión, este Papa es uno de los más grandes, compadezco al que no bese donde
ha pisado, y cosas por el estilo. No, no dije eso. Ni dije ningún “entusiasmo” de ese tipo. Yo hablé de mínimos. Me
conformo con que todo hijo de la Iglesia respete los mínimos. Y después que
cada uno añada lo que sienta que debe añadir si siente tal entusiasmo por este
o por otro Papa, que en la Iglesia nadie le va a forzar a ello ni tampoco se lo
va a impedir.
¿Qué se espera de cada uno de vosotros? Pues como
Chamberlain en su famosa alocución radiofónica: I know that all you will
play your part.
P. FORTEA
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