LA MEDALLA
MILAGROSA REVELA EL RESUMEN PROFÉTICO DE LAS APARICIONES MODERNAS DE LA VIRGEN
MARÍA PARA EL FINAL DE LOS TIEMPOS: El mensaje de las apariciones a Santa
Catalina Labouré, conocida como la Madre de las Apariciones Contemporáneas de
la Era Mariana, contiene una gran riqueza, pues revelan en si todo el mapa y
diagrama de las subsiguientes Apariciones Marianas del Siglo XX. Así nos lo
explica el Reconocido Padre René Laurentin, quien lo hace notar en su “Breve
tratado de teología Mariana”
Cuando se analiza el contenido
doctrinal de una manifestación es necesario buscar no sólo en las palabras
mismas de la SS. Virgen.
.
Las palabras pronunciadas van
acompañadas de un conjunto de hechos, de gestos y de signos simbólicos que
contienen enseñanzas y sobre las cuales debe detenerse nuestra reflexión.
María cuidó de explicar Ella
misma ciertos detalles de su manifestación a Catalina Labouré.
Así cuando dice: ¡Hija mía! Este globo representa al mundo… Estos rayos
son símbolos de las gracias que yo derramo sobre aquellos que me las piden.
En cambio ha expresado ciertas
verdades que nos quiere enseñar únicamente mediante símbolos.
Esto es particularmente cierto,
tratándose de los signos que figuran en el reverso de la medalla.
Estos contienen una lección
profunda bastante fácil de leer.
María misma ¿no dijo a la vidente
que le preguntaba que debía escribir en el reverso: la letra M y los dos
corazones?
Veamos en primer lugar, en este
capítulo algunos objetivos generales buscados por la SS. Virgen.
ÉSTA ES LA “APARICIÓN
MADRE”
Lo que primero impacta en las
apariciones de la calle du Bac, cuando se las compara con las manifestaciones
posteriores de la SS. Virgen, que la Iglesia ha aprobado, son las numerosas
relaciones que tienen con estas últimas.
Por qué la Divinización de la
Tierra y de la Ecología Conlleva la Degradación de la Humanidad
¿Te Has Preguntado Cómo
Prepararte para la Navidad?
El Misterio del Anillo de Bodas
de la Virgen María con San José, (23 de enero y 26 de noviembre)
Aparición a un Indio: Virgen de
Belén de Aragua, Venezuela ( 26 de noviembre)
Con Madera del Árbol de la Vida:
Madre de Dios de la Misericordia de Kykkos, Chipre (25 nov)
No solamente es necesario
relacionarlas con las otras cuatro grandes manifestaciones marianas que se
sucederán en Francia a lo largo del siglo XIX:
.
en 1846 en la Salette; en 1858 en
Lourdes; en 1871 en Pontmain; en 1876 en Pellevoisin.
.
Sino también, señalar su nexo con
las de Fátima de 1917.
Las apariciones de 1830 contienen
en germen todas las otras.
.
Son como el resumen de todo lo
que María dirá cada vez con más claridad e insistencia en sus manifestaciones
sucesivas.
.
María tiene un plan que va a
desarrollar con mayor precisión en las otras intervenciones.
.
Como se ha dicho: la aparición a
Santa Catalina Labouré es la aparición-madre de la cual saldrán todas las
demás.
Desde este punto de vista, las
manifestaciones ulteriores de la Santísima Virgen pueden también ayudarnos a
encontrar el sentido de tal o cual detalle simbólico de las apariciones de la
Rue du Bac.
Así, en el transcurso de sus
apariciones posteriores de los siglos XIX y XX, María va a insistir más y más
sobre el Rosario.
En la Salette donde habla también
abundantemente por símbolos, María lleva alrededor de su corona, en los bordes
de su pañoleta y de su vestido, rosas de color rosado, rojo y oro.
A no dudarlo, María quiere
hablarnos del Rosario con sus misterios gozosos, dolorosos y gloriosos.
En Lourdes es ya más precisa,
lleva el Rosario en su brazo, lo toma entre sus dedos, hace señas a Bernardita
para que lo rece, se asocia también al rezo pasando las cuentas del Rosario,
diciendo el Gloria al Padre juntamente con la niña.
En fin, en Fátima será más
explícita todavía: María se aparece seis veces y cada vez pide el rezo diario
del Rosario.
Y en el desarrollo de la última
visión, el 13 de octubre de 1917, declara: “Soy
Nuestra Señora del Rosario”.
Deseo que se levante aquí una
Capilla en honor mío y que se continúe rezando el Rosario todos los días.
Habiendo dicho esto, sería
desconcertante no encontrar el anuncio del Rosario en 1830.
Como lo veremos más adelante,
parece correcto afirmar que los quince anillos esmaltados con piedras preciosas
que María lleva en cada mano, no tienen otro significado más que los quince
misterios del Rosario.
La verificación de estas
relaciones con las manifestaciones ulteriores de María nos muestra por
consiguiente de antemano la importancia y riqueza de las apariciones.
ASIENTA EL DOGMA DE LA
INMACULADA CONCEPCIÓN
Parece comprobado que la Medalla
Milagrosa suscitó la corriente anhelada de fe y de invocación.
.
El grado de presión espiritual
necesario para la definición dogmática de 1854.
Es debido a millones de medallas
que rápidamente la Medalla de la Inmaculada Concepción (como se llamaba al
principio), se extendiera como un reguero de pólvora.
No sólo en Europa, sino también
en todo el mundo, sembrando gracias de conversiones y a menudo el milagro.
De aquí el nombre que le adjudicó
la voz popular “La Medalla Milagrosa”.
Desde 1833 (la medalla empezó a
acuñarse en 1832) llegan cartas de Obispos a la calle du Bac o al arzobispado
de París para atestiguar que la fe renace.
Que la oración florece de nuevo,
movimientos de conversión se manifiestan a raíz de la difusión de la medalla de
María sin pecado concebida, revelada en París.
Por eso en todas partes reclaman
la famosa medalla, no solo las personas particulares, sino parroquias enteras y
aún diócesis, por medio de sus párrocos y obispos.
De manera que la invocación “Oh María sin pecado concebida…”, que llegó a ser
como la oración jaculatoria de los años 1830 a 1850, preparaba todos los
corazones católicos al acto solemne de la Inmaculada Concepción.
Por el cual Pío IX, proclamaría
el 8 de diciembre de 1854, como dogma de fe que debía ser creído por todo el
mundo, el hecho de que María fue preservada del pecado original desde el primer
instante de su Concepción.
Esta contribución de la Medalla
Milagrosa a la creación del clima requerido para la proclamación de este dogma,
ha sido reconocida en el Congreso Romano del Cincuentenario de la definición de
la Inmaculada Concepción en 1904.
Ha sido afirmada también por el
oficio litúrgico de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. La Divina Providencia
todo lo conduce maravillosamente.
La definición dogmática de 1854
fue preparada por las apariciones de la calle du Bac y fue confirmada
magníficamente por las de Lourdes en 1858.
REMEDIO FRENTE AL
RACIONALISMO Y AL MATERIALISMO
Éste es otro fin de María al
aparecerse a Catalina Labouré: Dar un antídoto al racionalismo reinante y al
materialismo que estaba por aparecer.
En el centenario de las
apariciones de Lourdes, el Canónigo Barthas sacó a luz un libro: “De la Gruta a la encina verde (de Fátima)”.
Allí muestra que en las
manifestaciones marianas de 1830 a 1953 (Siracusa) el dato más evidente es la
revelación progresiva de las riquezas del Corazón Inmaculado de María, como
antídoto a las falsas místicas de los siglos XIX y XX.
Analiza particularmente los casos
de Lourdes y de Fátima y muestra que Lourdes fue un remedio al racionalismo y
Fátima al ateísmo.
Pues bien, ambas manifestaciones
son intervenciones de la Inmaculada.
GRUTA DE LOURDES:
REMEDIO FRENTE AL RACIONALISMO:
La Inmaculada Concepción revelada
en Lourdes ha sido un remedio providencial contra el racionalismo.
.
Los Papas Gregorio XVI y Pío IX,
había ya comprendido que el dogma de la Inmaculada Concepción era un contrapeso
de los errores modernos.
Pío IX sobre todo había captado
el nexo real entre este dogma mariano, que se encuentra en el centro de los
misterios de la salvación y las negaciones o alteraciones de la verdad
provocadas por el racionalismo.
Por este motivo sobre todo,
definió la Inmaculada Concepción, dogma que María debía confirmar cuatro años
más tarde en Lourdes.
VIRGEN DE FÁTIMA FONDO:
REMEDIO FRENTE AL ATEÍSMO
Por otra parte la revelación del
Corazón Inmaculado de María y del Rosario en Fátima constituyó un remedio
contra el ateísmo.
.
María se aparecía aquí al mismo
tiempo que estallaba en Rusia la revolución roja y declaraba al respecto:
.
“Si se hace lo que
pido (recitación diaria del Rosario y consagración del mundo a su Corazón
Inmaculado) habrá paz y Rusia se convertirá.”
Según esto al aparecerse en la
calle du Bac en 1830 y traer la Medalla, la Virgen se declara ya Inmaculada en
su Concepción y anuncia la devoción a su Corazón Inmaculado.
Sobre la Medalla hace escribir: “¡Oh María sin pecado concebida…!”; es lo
equivalente a lo que dirá en Lourdes: “Soy la
Inmaculada Concepción”.
Comienza por lo tanto en 1830 a
combatir el racionalismo. Por otra parte sobre la Medalla está su Corazón
Inmaculado al lado del Corazón de Jesús.
Anuncia de antemano la lucha
contra el materialismo que no iba a tardar en aparecer.
Es evidente que las apariciones
de la Virgen están en relación con las necesidades de las almas y de la
Iglesia.
Están adaptadas a la naturaleza
de los errores que era especialmente urgente combatir.
He aquí porqué desde que conoció
las manifestaciones de la calle du Bac el Papa Gregorio XVI favoreció con todo
su influjo la devoción a la Medalla Milagrosa.
He aquí porqué justamente en
nuestro tiempo en que el materialismo, teórico o práctico, hace correr el
riesgo de sumergirlo todo, más que nunca es necesario que nos volvamos a la
Inmaculada.
Que escuchemos las
recomendaciones del Corazón Inmaculado de María hacia el cual nos orienta ya la
Medalla y repitamos sin cesar la invocación: “¡Oh
María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!".
MENSAJE DOCTRINAL DE LA
MEDALLA
Lo que impacta primero es que la
Medalla presenta el misterio de María en un contexto escriturístico como lo
hacen la teología actual y especialmente el Concilio Vaticano II.
EL MENSAJE BÍBLICO
El anverso de la Medalla
sintetiza la gran promesa de Dios en la primera página de la Biblia.
.
La del Redentor y de la Mujer que
le será asociada y que aplastará la cabeza de la serpiente infernal.
.
Porque el mismo decreto divino
que requería al Redentor, requería también la asociación de María a su obra
redentora.
Por el contrario el reverso de la
Medalla nos muestra la última revelación mariana de la Escritura.
La de esa mujer que San Juan nos
presenta en el Apocalipsis “revestida de sol, la
luna bajo los pies y coronada de doce estrellas”.
Y entre ambas está la página
central de la Revelación y de la actitud del amor de Dios a favor de la
Humanidad.
El misterio de la Encarnación y
el de la Cruz en que el Redentor y su Madre están unidos en la obra común de
nuestra salvación.
Así como lo sugieren el
simbolismo de la M coronada por la Cruz y el de los dos Corazones doloridos.
María estaba de pie junto a la
Cruz y su corazón traspasado por una espada sufría al mismo tiempo que el de su
Hijo, Rey de los Judíos, crucificado y coronado de espinas.
Pero el hecho de mostrar la
Medalla a la Virgen asociada a su Hijo, subraya otro aspecto de la verdad
teológica mariana.
La de ser Cristocéntrica, es
decir que María existe totalmente en función de Cristo y la devoción mariana no
tiene otra razón de ser sino la de llevarnos a Cristo.
CAMINO HACIA CRISTO
La Misión de María era darnos a
Cristo. Ella es Madre de Cristo para darlo al mundo.
Esto crea entre Ella y Él un lazo
tan profundo y tan único, que en adelante estará ligada inseparablemente a Él
para toda la obra de salvación tanto en su fase terrenal como en su fase
celestial.
Sin Cristo, María jamás habría
existido con sus privilegios incomparables.
Todo en Ella está en función de
Cristo: dar a luz a Cristo, ayudar a Cristo en su misión, conducirnos a Cristo.
Lo mismo debe decirse de nuestra
piedad mariana. No amamos a María principalmente por Ella ni por nosotros, sino
porque es Madre de Cristo.
Y porque esta prerrogativa única
de la Madre de Dios le ha valido todos los demás privilegios que admiramos en
Ella, que menciona la Medalla y que someramente vamos a recordar.
LA INMACULADA
CONCEPCIÓN
Es el primer privilegio después
de la Maternidad Divina, y exigido además por esta última.
La Medalla lo contiene
clarísimamente. Ante todo en la breve invocación que en ella está grabada: “Oh María sin
pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.
Después en la imagen bíblica de
la mujer que aplasta la cabeza de la serpiente.
María ha vencido totalmente el
pecado. Jamás pudo el demonio perjudicarla en lo más mínimo.
Aún en el primer instante de su
concepción, Ella estuvo exenta del pecado original y de sus consecuencias.
Ella es la Inmaculada, la
Purísima, la Santísima, poseyendo desde el primer instante de su existencia una
santidad en ese momento mayor que la del santo más grande al final de su vida.
.
Y aún según muchos teólogos, que
la de todos los santos juntos.
Se ha visto más arriba, que uno
de los fines de la Virgen o mejor, de Dios al revelar la Medalla Milagrosa y al
querer que se repartiese tan rápidamente por millones en el mundo entero, era
el de preparar la definición dogmática de la Inmaculada Concepción.
Debemos creer, como un artículo
de nuestra fe, revelado por Dios, que María ha sido concebida sin pecado, en
virtud de los méritos de su Hijo, que le fueron aplicados anticipadamente.
Porque la Madre de Dios no es una
excepción a la ley de la Redención.
Al contrario, fue rescatada más
maravillosamente que todos los demás descendientes de Adán.
Estos fueron redimidos por Cristo
después de haber caído en el pecado.
María en cambio, se benefició de
los merecimientos de su Hijo siendo preservada del pecado.
Complazcámonos en proclamar
nuestra fe en este privilegio único de María, tan importante en la economía de
la salvación.
Repitamos al mundo la invocación:
“Oh María sin pecado concebida…”
Que ésta sea también, en nuestro
tiempo en que el materialismo domina, nuestra oración jaculatoria preferida.
A fin de que la Virgen
Inmaculada, tan poderosa ante Dios, por no haberlo ofendido jamás y por haberle
agradado siempre, nos haga vivir esa santidad que, según el Concilio, es deber
de todo bautizado.
Y para que asista a la Iglesia en
las circunstancias actuales en que el demonio se manifiesta tan encarnizado
contra Ella.
VIRGEN DE LA INMACULADA
CONCEPCION
MEDIADORA UNIVERSAL
Después de la Inmaculada
Concepción, otra prerrogativa de la SS. Virgen, bien puesta en evidencia por la
Medalla, es su Mediación Universal.
Bajo su doble forma: Mediación de
intercesión y Mediación en la distribución de la gracia.
INTERCESIÓN DE MARÍA
En la aparición del 27 de
noviembre de 1830, María se presenta desde el primer instante a Santa Catalina,
en su esplendor inmaculado y regio con un globo entre las manos, que
representaba al mundo entero y a todos los hombres.
Tiene los ojos levantados hacia
el cielo en una súplica intensa y ofrece este globo a Nuestro Señor.
He aquí la función que hasta el
final de los tiempos, cumplirá María ante su Hijo, porque su mediación depende
totalmente de la de Jesús.
.
María en el Cielo es la orante
suprema de la humanidad.
.
Con Jesús y cerca de El,
intercede sin cesar por nosotros.
.
Nuestra salvación está pendiente
de este único misterio de intercesión.
Y esto está plenamente de acuerdo
con la doctrina mariana del Vaticano II, el cual enseña esta mediación de la
Virgen en el Cielo, pero en dependencia de Cristo, mediador necesario y
principal.
La primera fase de la aparición
del 27 de noviembre de 1830 contiene la misma enseñanza, es a Nuestro Señor a
quien María ofrece el globo, dice Sor Catalina.
Es a Él a quien pide las gracias,
porque todo viene de Él, única fuente de salvación".
DISTRIBUCIÓN DE LAS
GRACIAS
A esta mediación de intercesión
se agrega la de la distribución de las gracias, como lo deja ver la segunda
fase de la misma aparición.
Después que María hubo dirigido a
su Hijo una súplica ferviente mostrándole todas las almas y sus necesidades
aparecieron en cada mano los quince anillos engarzados con piedras preciosas.
Despidiendo “rayos luminosos, unos más hermosos que otros, rayos que
son el símbolo de las gracias obtenidas por María”.
Su oración ha sido plenamente
escuchada, porque Ella es la omnipotencia suplicante. Y ahora va a
distribuirlas.
Efectivamente, de repente, las
manos de María cargadas de gracia se dejan caer hacia el globo terráqueo sobre
el cual está Ella de pie.
.
Y derrama sus gracias sobre todo
el mundo particularmente sobre Francia y sobre cada alma en particular.
Mas esta noble Mediación de la
Madre de Dios, de intercesión y distribución, supone en nosotros el deber de “recurrir a Ella” a fin de obtener las gracias que
necesitamos.
No descuidemos el pedirlas,
porque es la ley establecida por Dios que todo lo pidamos.
Hay gracias que no se obtienen
porque no se las pide: “Las piedras que no brillan,
explica la Virgen a Catalina, son las gracias que no se piden” y sin
embargo Ella se sentiría muy feliz en conseguírnoslas.
Dirijámonos pues a nuestra Madre
del Cielo, pero con entera confianza; porque siendo Inmaculada, es todopoderosa
en el Corazón de Dios, nos puede obtener todo cuanto pedimos lo que es conforme
con la voluntad de Dios.
MARÍA CORREDENTORA:
El anverso de la Medalla muestra
a María como dispensadora de todas las gracias; el reverso enseña otra verdad.
.
Presenta a María unida a Jesús en
la adquisición de la gracia.
.
Porque la Virgen no es solo
distribuidora de todas las gracias.
.
Con Cristo en el Calvario es
también la CORREDENTORA, adquiriendo con su Hijo las gracias que podrá
distribuir.
La letra M lleva encima la Cruz.
Esta se apoya sobre María, está como plantada en Ella, por así decirlo.
Puede que haya en esto una
alusión a la Maternidad divina de la Virgen.
Pero en este simbolismo queda
ciertamente afirmado que Jesús y María no constituyen más que UNO en la obra de
la Redención.
Los dos Corazones doloridos de
Jesús y María yuxtapuestos tienen el mismo significado.
No solamente un mismo amor, sino
también una misma sangre han hecho latir estos dos corazones.
La sangre que el Hijo ofrece
sobre la Cruz, es la sangre que recibió de su Madre y cuando la lanza del
soldado traspase el Corazón de Jesús, es sangre de María la que correrá.
Es, por otra parte, lo que enseña
el Vaticano II en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, en el Capítulo
VIII, Nro. 61:
“María fue asociada
a la obra redentora de su Hijo a título absolutamente único… padeciendo con su
Hijo que moría en la cruz, aportó a la obra del Salvador una cooperación
absolutamente sin parangón…para restaurar la vida sobrenatural en las almas. Por
eso ha sido para nosotros, en el orden de la gracia, nuestra Madre.”
Ciertamente, Jesús solo, porque
es Dios, podía ser el Redentor pleno y necesario.
Pero ha querido que su Madre
participe dependiente de El de un modo secundario y no necesario y por una
gracia merecida por El, en el misterio de la Redención.
Al lado del nuevo Adán, Cristo,
María es la nueva Eva, que colaboró en nuestro rescate, como la primera Eva
contribuyó con el primer Adán a nuestra ruina.
Y que no se vaya a decir que hay
aquí una interpretación forzada del Vaticano II y que en el texto citado más
arriba no se trata de Co-Redención.
La palabra sin duda no está, pero
sí se encuentra la realidad.
Y lo ha dicho un mariólogo tan
entendido como el P. Balic, presidente de la Academia Pontificia Mariana, en el
Primer Congreso Mundial de Teología Postconciliar, tenido en Roma a fines de
septiembre de 1966, ante 1200 teólogos y expertos.
Que el texto conciliar contiene
ciertamente la afirmación de la mediación y de la Co-Redención mariana, así
como enseña la Maternidad espiritual de María respecto a los fieles, como jamás
y en ninguna parte, había sido afirmada con tanto vigor.
Madre con bebes en
el útero
MADRE ESPIRITUAL:
Esta Maternidad Espiritual de
María, si no está afirmada explícitamente en la Medalla Milagrosa, está sin
embargo implícitamente contenida en ella.
Por el hecho de que la Virgen
ayudó al Redentor en nuestro rescate, es nuestra Madre espiritual, la que nos
dio la vida sobrenatural junto con su Hijo, como lo recalca el texto conciliar
citado más arriba.
En efecto es allí, bajo la Cruz,
donde se ubica el acto principal de esta maternidad, donde María llega a ser de
hecho nuestra Madre, la que lo era ya de derecho por la Encarnación.
Porque llegando a ser la Madre de
la Cabeza del Cuerpo Místico, llegaba a ser también la Madre de los miembros.
Pero, además Jesús quiso
proclamar la Maternidad espiritual de su Madre en relación con los hombres en
el momento en que moría en el Calvario, entregando a Juan en manos de María,
porque es en ese momento precisamente en que María sufriendo con Jesús nos daba
con Él la vida sobrenatural.
Esta Maternidad espiritual para
con nosotros parece encontrar también confirmación en la primera aparición a
Catalina Labouré el 19 de julio de 1830.
Efectivamente, esa aparición y la
confidencia que tuvo lugar entre la Virgen y su vidente, se desarrollan
íntegramente en un clima de ternura maternal.
Palabras, actitudes, gestos, todo
es maternal en María.
La Virgen está sentada
sencillamente en el sillón del Capellán, como su propia madre Santa Ana estaba
representada en el cuadro que menciona Sor Catalina.
Esta última queda autorizada a
apoyar familiarmente sus manos sobre las rodillas de Nuestra Señora, quien
llama a la humilde novicia: “Hija mía”.
La previene sobre las
dificultades que encontrará y le inspira confianza, como lo hace una madre.
Maternalmente, se interesa por
todos y por todo, llora sobre las tristes consecuencias de los sucesos que han
de venir.
Pero, sean éstos los que fueren,
la tranquiliza. “Ten confianza, le repite, yo
velaré por tí”.
María reina del
santo rosario en ohio Toledo.
REINA UNIVERSAL:
Otra prerrogativa es afirmada por
las apariciones de la calle du Bac y la Medalla Milagrosa, la de su Realeza
universal.
.
Y ésta de una manera muy clara.
.
El P. Gasnier O.P. en su estudio “La Medalla Milagrosa y la Realeza de María” escribe:
.
Las tres apariciones a Catalina
Labouré tienen su característica propia, su enseñanza particular que sobresale.
.
Es, creemos, un curso graduado en
tres lecciones sobre la Realeza Universal de María.
Sor Catalina quedó muy impactada
por la insistencia de la Virgen acerca del simbolismo del globo sobre el cual
estaba de pie; especialmente en la tercera aparición.
Este globo representa al mundo
entero, particularmente a Francia y a cada persona en particular.
Por una inspiración ciertamente
sobrenatural, la vidente vio en esto una afirmación de la realeza de María.
Y ella siempre tan reservada y
discreta, exclamó con entusiasmo:
“¡Oh! Cuán hermoso
será oir decir: María es la Reina del Universo, particularmente de Francia y
los niños gritarán con alegría y entusiasmo “y de cada persona en particular”.
Será un tiempo de paz, de alegría
y de dicha, que durará mucho, será llevada cual bandera y dará la vuelta al
mundo.
Parece que en todas las palabras
de María, sean estas últimas, en las que vio la afirmación de la Realeza de
Nuestra Señora, las que más impactaron a Sor Catalina.
Y el P. Gasnier, quien piensa que
la enseñanza particular de las manifestaciones de la calle du Bac es ésta de la
Realeza de María, cree aún poder decir lo siguiente:
“La primera
aparición – Sor Catalina a los pies de la
Virgen – nos revela la Realeza de María sobre “cada
persona en particular”.
.
La segunda aparición simboliza la
Realeza de Nuestra Señora sobre “todo el mundo”.
.
Y la tercera aparición, en la que
la Virgen está de pie detrás del altar, teniendo a sus plantas el Sagrario nos
recuerda que su Realeza se extiende hasta el “campo
de la gracia”.
Y el mismo autor analiza todos
los detalles de las tres apariciones, relacionándolos con la Realeza de María.
Estatua de la
virgen y catalina laboure.
RENOVACIÓN DE LA
TEOLOGÍA MARIANA: También aquí la Medalla Milagrosa
y las manifestaciones de María en la calle du Bac, anunciaban un nuevo
desarrollo de la teología mariana.
El primero de noviembre de 1954,
Pío XII proclamaba a María Reina del Mundo y coronaba la imagen romana de la
Virgen, llamada “Salud del Pueblo”.
.
Al mismo tiempo que instituía la
fiesta de María Reina, fijada en adelante el 31 de Mayo.
La idea de la Realeza de María,
ciertamente no era nueva en 1830. Se remonta a los primeros siglos de la
Iglesia.
Ya en las catacumbas, la Virgen,
porque era Madre de Dios, está representada sentada en un trono, como una
emperatriz o reina, presentando al Niño-rey a la adoración de los magos.
Y a lo largo de veinte siglos de
historia cristiana, María ha sido llamada continuamente Reina. Testigo de esto
son las hermosas antífonas marianas: “Dios te
salve, Reina y Madre” y otras varias.
Pío XII no hizo sino exponer
claramente una verdad ya conocida.
Pero no deja de ser una alegría
el pensar que aún aquí el Señor se sirvió de la humilde Medalla Milagrosa para
contribuir a poner una nueva perla en la corona real de su Madre.
Las doce estrellas del reverso de
la Medalla hacen seguramente alusión al Capítulo XII del Apocalipsis.
Según esto, María es ciertamente
esa mujer coronada de doce estrellas que vio San Juan en la gloria del cielo,
Reina de los Ángeles y de los hombres.
Además, la imagen de la Virgen
coronada con doce estrellas permite probablemente hacer una evocación de su
Asunción.
Está revestida de sol, es decir,
de la gloria celestial, de esa gloria con que brillaba el cuerpo transfigurado
de Jesús sobre el Tabor, en el que su rostro apareció luminoso como el sol dice
San Mateo.
He ahí las diferentes verdades de
la teología mariana, que según creemos se pueden encontrar en las apariciones
de la calle du Bac y en la Medalla Milagrosa.
Esta última es un verdadero libro
de teología mariana para uso del pueblo cristiano; un
micro-Apocalipsis-mariano, como dice Jean Guitton, una mini-revelación-mariana,
una teología mariana en resumen, para uso de humildes y pequeños, como todos
debemos serlo, conforme a la afirmación de Jesús.
RAZONES POR LAS QUE
MARÍA SANTÍSIMA ES REINA DE TODOS.
EN RESUMEN:
En realidad, todo el misterio
mariano está aquí condensado:
.
Desde la Inmaculada Concepción
hasta la Asunción gloriosa, en que María es coronada Reina de los Ángeles y de
los hombres.
.
Desde el Génesis, la primera y
misteriosa alusión a la socia del Redentor, aplastando la cabeza de la
serpiente.
.
Hasta el Apocalipsis en que la
Virgen, al mismo tiempo que la Iglesia con quien ella está íntimamente unida,
habrá obtenido la victoria definitiva sobre Satanás.
.
Pasando por la Maternidad divina,
la asociación de María a Cristo en la Redención, la Mediación Universal bajo su
doble aspecto, de intercesión y de distribución de las gracias.
Sí, en toda la doctrina mariana
de la Iglesia.
.
María unida a Cristo y llevando a
Cristo, María en el centro mismo de la Iglesia.
.
Tal es la enseñanza teológica de
la Medalla Milagrosa, tan bíblica, tan Cristocéntrica y tan eclesial.
.
Tal cual el Concilio acaba de
recordárnosla en el hermoso capítulo VIII de la Constitución dogmática sobre la
Iglesia.
Medalla milagrosa
fondo
MENSAJE PASTORAL DE LA
MEDALLA
LLAMADA A LA ORACIÓN:
Es ciertamente la primera lección
de las apariciones de 1830.
Los historiadores que han hecho
un estudio comparado de las diversas apariciones aprobadas por la Iglesia, a
partir de 1830, hacen notar que el llamado a la oración no es una excepción en
ninguna de ellas.
No hay nada extraordinario en
ésta cuando se piensa el lugar privilegiado que ocupa la oración en la vida de
la Iglesia.
El fin primordial de la Iglesia,
ha dicho Paulo VI, es enseñar a orar.
Recuerda a los hombres la
obligación de la oración, excita en ellos la disposición natural necesaria para
la plegaria; les enseña por qué y cómo es menester orar
Hace de la oración el gran medio
de salvación y la proclama al mismo tiempo fin supremo y próximo de la
verdadera religión. (Alocución en la audiencia general del 20 de julio de 1966).
Ahora bien, el llamado a la
oración y el papel primordial de ésta en la economía de la salvación son
particularmente claros en las apariciones de la calle du Bac.
Desde luego son las únicas, entre
todas las que han tenido lugar después y que la Iglesia ha reconocido como
sobrenaturales, que se han desarrollado en una Iglesia, “en una casa de oración”.
Asimismo las apariciones tuvieron
lugar, salvo la primera, mientras la Comunidad de las Hijas de la Caridad
estaba en oración, en súplica, durante la meditación de la tarde.
Después María misma aparece en
oración, cumpliendo lo que es su gran función hasta el fin de los tiempos: La
Mediación de intercesión ante su Hijo.
Finalmente, la Medalla que nos da
no es ningún amuleto, fetiche, que hay que tener consigo para ser protegido.
Es sobretodo una invitación a la
oración, que es necesario dirigir al único Mediador entre Dios y los hombres
-Jesucristo-por medio de María: ¡Oh María sin pecado concebida, rogad por
nosotros que recurrimos a Vos!
La Medalla es el instrumento de
las gracias que María consigue.
Las gracias, María no las
distribuye al azar.
.
En sus palabras a Santa Catalina
cuida de especificar que derrama las gracias sobre quienes se las piden:
.
“La hermosura y el
brillo de los rayos tan bellos son el símbolo de las gracias que derramo sobre
las personas que me las piden”.
Y para que esa lección sea mejor
comprendida, la Virgen la repite bajo una forma negativa.
Afirma que hay gracias que no se
dan porque no se piden.
“Estas piedras de
las que no salen rayos son las gracias que se olvidan de pedirme”.
Por consiguiente, no hay que
separar la medalla de la oración.
Por el contrario aquella debe ser
un estímulo y recordar la necesidad de pedir, por María, todas las gracias que
necesitamos.
La Medalla debe excitar nuestra
fe, unirnos así más íntimamente con Dios y hacernos conseguir más seguramente
las gracias de vida cristiana, pidiéndolas, por medio de María, cuya
intercesión es todopoderosa ante su Hijo.
EL ROSARIO:
Pero hay una oración
particularmente cara a María y que parece recomendarla al aparecerse a Catalina
Labouré, es la del Rosario.
El P. Gasnier, en su folleto: “La Medalla Milagrosa y la Realeza de María”, lo
demuestra bien en las páginas 18 y 19.
Dejémosle la palabra. Se nos da
mayor precisión acerca de la plegaria por excelencia que conviene dirigir a
María, en el hecho de que los rayos brotarán de los preciosos anillos que
adornan las manos de la Purísima, como las manos de una Reina.
Estos anillos eran tres en cada
dedo y cada uno de ellos estaba recubierto de piedras preciosas de tamaño
proporcionado.
Ahora bien, en esa época se
recitaba precisamente el Rosario con esa clase de anillos recubiertos con diez
granos que se hacían pasar con el pulgar alrededor del índice.
Pues, se utilizaban ya en 1830
las decenas para rezar el Rosario, como se practica en nuestros días.
Y la prueba está en que el 20 de
junio de 1836, Roma intervino para declarar que las indulgencias concedidas a
la recitación del Rosario podrán ser aplicadas a los anillos de oro y de plata
recubiertos de diez granos.
Nuestra Señora llevaba tres
anillos en cada dedo, es decir tenía en cada mano un Rosario entero de quince
decenas.
.
Manera magníficamente elocuente
de advertirnos que la oración que conviene dirigirle, “su
oración” es el Rosario.
.
Mas que todas las plegarias, el
Rosario hace brotar de sus manos sobre las almas, torrentes de gracias.
Se ha visto más arriba que la
Virgen volverá sobre esta lección en las apariciones posteriores y siempre con
más precisión e insistencia.
El llamado será particularmente
solemne y urgente en Fátima. María mira el Rosario como el gran remedio a los
males de nuestra época.
Por otra parte es lo que la misma
Iglesia no cesa de repetirnos desde hace un siglo, por la voz de los Papas.
Sobretodo de León XIII, quien
publicó una docena de encíclicas para llamar al mundo católico a recitar el
Rosario, y también, Pío X, Pío XI y Pío XII, Juan XXIII y en fin, Paulo VI.
Todos estos Papas no han cesado
de confirmar el llamado de María, y hacerse eco del mismo.
La Madre de la Iglesia y la
Iglesia misma no tienen sino una sola voz.
Paulo VI, en su Encíclica sobre
el Rosario, del 15 de setiembre de 1966, dice hablando del Rosario:
“Esta oración, el
segundo Concilio ecuménico del Vaticano, la ha recomendado a todos los hijos de
la Iglesia de manera muy clara, aunque no explícita, cuando dice: Que estimen
en mucho las prácticas y ejercicios de piedad hacia María que el Magisterio ha
recomendado a lo largo de los siglos”. (Constitución
dogmática sobre la Iglesia Nro, 67)
Recemos entonces el Rosario si
queremos obtener abundantemente las gracias que María distribuye, puesto que
los rayos que simbolizan estas gracias salen de las decenas del Rosario que
María llevaba en sus manos.
Pero velemos para decirlo con la
devoción requerida.
Si algunas piedras de estas
decenas no brillan ¿no es porqué recitamos negligentemente el Rosario?
En su lecho de muerte, Catalina
Labouré solícita de decir todavía a sus cohermanas una palabra más sobre la SS.
Virgen antes de abandonarlas, murmura sencillamente: “Recomienden
que se rece bien el Rosario”.
Ella había comprendido la
importancia de su rezo ferviente.
LA EUCARISTÍA:
Señalamos también una lección que
brota claramente de las apariciones de la calle du Bac.
María insiste sobre
el culto eucarístico y orienta hacia la Eucaristía.
.
No sólo se aparece en la Capilla,
sino cerca del altar y aún cerca del Tabernáculo.
.
Tal fue el caso en la primera y
tercera aparición.
El 19 de julio de 1830, Nuestra
Señora va a colocarse sobre las gradas del altar, del lado del Evangelio y se
sienta en el sillón del celebrante que debía estar contra el altar, puesto que
Sor Catalina estando de rodillas delante de la Virgen se apoyaba sobre las gradas
del altar.
Más, sobre todo, María invita con
vehemencia a su vidente a buscar fortaleza cerca del Tabernáculo en las
dificultades que habrá de encontrar en su misión:
“En cuanto al modo
de conducirme en mis penas, Ella me mostró con su mano izquierda el pie del
altar y me recomendó de acercarme hasta aquí, abrir mi corazón, asegurándome
que aquí encontraría los consuelos que necesito.”
Lo mismo en las calamidades que
París habrá de sufrir pronto, es cerca del Sagrario donde será necesario buscar
ánimo y confianza:
“Pero venid cerca
de este altar, ahí las gracias serán derramadas sobre todas las personas que
las pidieran con confianza y fervor: serán derramadas sobre grandes y chicos.”
Durante la tercera aparición,
como se ha señalado más arriba, la SS. Virgen se aparece no ya a la altura del
cuadro de San José como el 27 de noviembre, sino encima del Sagrario y algo
detrás.
El Sagrario estaba inundado por
los rayos que salían de sus manos. Esto es muy significativo.
Efectivamente, Jesús en la
Eucaristía, ¿no es el mayor don que nos ha hecho María? La gracia no nos puede
llegar en plenitud sino por la Eucaristía.
Este es el medio esencial y
normal de recibir la gracia divina.
La Eucaristía, a la que rodean
como otros tantos canales derivados los demás sacramentos cristianos, es el
instrumento por excelencia de la gracia, como la síntesis de todas las gracias.
Por eso hacia ella nos orienta
finalmente María.
Las apariciones de la calle du
Bac acaban como había empezado, orientándonos hacia la Eucaristía.
El verdadero oficio de Nuestra
Señora es conducirnos a Jesús.
Al conducirnos a la Eucaristía,
María nos muestra también el sacerdocio y la Iglesia entera, con su jerarquía y
su culto, cuyo centro es la Eucaristía.
Nos recuerda que todas las
gracias distribuidas por la Iglesia, Ella las ha merecido con Jesús y con El
las reparte, pero que es necesario pasar siempre por nuestra Madre, la Santa
Iglesia para conseguirlas y que no hay que olvidarlo, cuando nos dirigimos a
Nuestra Madre, la SS. Virgen.
OTROS MENSAJES:
He aquí algunas lecciones de esta
Epifanía mariana de 1830. No agotan sin duda el rico simbolismo de la Medalla.
En efecto, al mostrarnos la Cruz
que domina la letra M, la Virgen ¿no ha querido acaso significar que nuestra
vida como la suya debe tener parte en el misterio de la Cruz?
Al colocar ambos Corazones uno al
lado del otro, ¿no ha querido estimular la doble devoción al Corazón de Jesús y
a su Corazón Inmaculado?
Al poner en la Medalla las doce
estrellas, en las que los Comentaristas del Apocalipsis han visto una alusión a
los doce apóstoles, ¿no ha querido recordarnos el deber del apostolado
obligatorio para cada cristiano bautizado?
Es posible, aunque menos
evidente. Mas, aún sin eso, la Medalla es bastante rica en lecciones para que
la amemos.
LLEVEMOS LA MEDALLA
MILAGROSA:
Es la recomendación de María
misma a Catalina Labouré
– Haz acuñar una
medalla según este modelo.
Las personas que la llevaren en
el cuello recibirán grandes gracias. Las gracias serán abundantes para las
personas que la llevaren con confianza.
María en persona pide, por tanto
que se lleve la Medalla e indica de qué modo.
El llevar la Medalla tal cual la
Virgen lo recomienda es una manifestación de la auténtica devoción a las
sagradas imágenes como lo quiere la Iglesia.
.
El 2º Concilio ecuménico de Nicea
en 787, definió contra los iconoclastas la devoción católica a las imágenes de
los Santos.
.
La cual no se opone a la ley del
Antiguo Testamento que prohibía las imágenes talladas y otras representaciones
de la divinidad.
.
Efectivamente, después de la
Encarnación, Dios ha tomado una humanidad que puede ser representada.
Por otra parte, se tributa a las
imágenes pintadas o esculpidas de Jesús, de la Virgen y de los Santos solamente
un culto relativo: no es el trozo de metal o papel pintado que se venera, pero
hacer pensar en la persona así representada e invita a honrarla.
Así sucede cuando llevo conmigo y
abrazo una fotografía de mi madre; mi acto de piedad filial no va al cartón que
la evoca, sino a mi madre en persona.
Por otra parte, es un gesto tan
natural y a veces tan necesario entre los seres humanos, aún los más
equilibrados, llevar consigo la imagen de un ser querido, especialmente el de
la propia madre.
¿Cómo entonces el cristiano no
habrá de llevar la imagen de su Madre del Cielo, María? ¿Y principalmente esta
imagen que es la Medalla Milagrosa, en la que la Virgen ha indicado ella misma
de qué manera deseaba ser representada?
¡Sin contar que la Medalla es una
imagen de gran riqueza teológica!
Es la síntesis genial y
verdaderamente inspirada de lo Alto, de toda la teología mariana tal como la
Iglesia nos la presenta.
Además la Iglesia ha bendecido
esta Medalla.
Su gran oración litúrgica ha
venido a sancionar la recomendación de la Virgen y transforma así en un sacramental
su imagen llevada con fe y confianza.
Un sacramental es un medio instituido
o aprobado por la Iglesia y santificado por ella, a fin de animar nuestra fe y
nuestra oración y atraer así la gracia sobre nosotros.
La Iglesia sabe muy bien que
necesitamos señales externas para suscitar nuestra plegaria.
Sabe que somos seres sensibles
que tenemos necesidad de ver, tocar, besar un crucifijo, una medalla, para
hacer brotar nuestra fe y nuestro amor por Jesús, por María.
Precisamente el llevar la Medalla
Milagrosa nos ayuda eficazmente a tener una actitud filial y amante hacia
nuestra Madre del Cielo. Todos los que la llevan lo han comprobado y pueden dar
testimonio de ello.
¡Cuántas veces al levantarse no
se olvida uno de la oración de la mañana!
Pero aquel que lleva una Medalla
Milagrosa al cuello involuntariamente es llamado al orden y así es conducido de
nuevo a pensar en María y en Jesús.
Aunque no sea un pensamiento
rápido y una breve oración, la jornada ha empezado con María, con Dios.
Lo mismo a lo largo de las horas;
¡cuántas veces la vista de esa medalla que uno lleva eleva nuestro pensamiento
a lo sobrenatural, nos incita a una breve oración a María, sobre todo si
llevamos la medalla de modo visible!
¿Quién conocerá alguna vez las
gracias innumerables que estas invocaciones rápidas y filiales habrán atraído
sobre nosotros especialmente si han sido hechas con confianza?
Y, ¿quién sabrá que invocaciones
y que buenas inspiraciones suscitará nuestra Medalla en los que nos vean
llevarla?
Y, ¡quién dirá la actitud
respetuosa que muchas veces un novio, un esposo, se siente obligado a adoptar
frente a la persona que ama, pero porque le ve puesta bajo la protección de
María, cuya Medalla le está recordando su dignidad cristiana!
Sí, llevemos con
confianza la Medalla Milagrosa.
.
La Iglesia y María, Madre de la
Iglesia, saben lo que hacen, cuando comprometen a sus hijos a llevar con fe y
confianza este signo bendito que invita a la oración, atrae la gracia sobre el
alma y a menudo protege también el cuerpo.
Publicado por Unción Católica y Profética
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