La amargura hacia Dios es un estorbo seguro para escuchar Su
voz. La amargura en todo momento intenta atraparlo, rechácela. Muchas veces, el
diablo trata de hacernos pensar que somos los únicos que estamos teniendo
momentos difíciles. No quiero sonar antipática, pero no importa que tan malos
sean nuestros problemas, siempre hay alguien más con un problema peor.
Una mujer que trabajaba para mí su esposo la abandonó luego de
treinta y nueve años de matrimonio. El simplemente le dejó una nota, y se fue.
¡Esto fue una tragedia para ella! Estaba muy orgullosa de ella cuando vino a mí
después de unas pocas semanas y me dijo, “Joyce,
por favor ora por mí para que no me enoje con Dios. Satanás está tentándome muy
fuertemente para que me disguste con Él. No me puedo molestar con Dios. Él es
el único amigo que tengo. ¡Lo necesito!”
La amargura estaba tratando de arraigarse en el corazón de mi
amiga porque su vida no había resultado de la manera que ella quería. Cuando
nos lastiman, tenemos que darnos cuenta que cada persona tiene libre albedrío y
nosotros no podemos controlar esto – ni siquiera por medio de la oración.
Podemos orar para que Dios le hable a las personas que nos han lastimado;
podemos pedirle que los guíe a hacer lo bueno en lugar de lo malo, pero lo
cierto es que Él debe dejarlos tomar sus propias decisiones. Si alguien toma
una decisión que nos hace daño, no deberíamos culpar a Dios por esto ni llegar
a amargarnos con Él.
La palabra de Dios para usted hoy: Si lo llegan a herir,
jamás culpe a Dios. Él es el mejor amigo que usted tiene.
Del libro “Hearing from God
Each Morning” de Joyce Meyer. Derechos de autor 2010 por Joyce Meyer. Publicado
por FaithWords. Todos los derechos reservados.
Por Joyce Meyer
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