Carles Capdevila, un periodista que reivindica las
verdades íntimas.
La concesión del Premio Nacional de Comunicación a Carles Capdevila, por
parte de la Generalitat de Cataluña, se suma al éxito empresarial del diario
que fundó y dirige, Ara, y sobre todo al reconocimiento popular de miles
de personas que comparten cada día en sus redes sociales las reflexiones de este periodista.
Su discurso al recibir el premio este lunes en Barcelona, está en
la línea de esa empatía con las personas que ha logrado, especialmente desde
que sabe que tiene cáncer.
“He necesitado estar enfermo para descubrir a las
enfermeras”, confesó. “Para mí eran igual de transparentes que para todos. Y
ahora sé que el de mis queridas enfermeras, de las que aspiro a presidir el
club de fans, es un colectivo que
aguanta y humaniza la medicina y que demuestra cada minuto que cuidar es
mucho más que curar”.
Con la autenticidad que le caracteriza, expresó esos intereses que lo
hacen admirable a los ojos de tantas personas: “Me interesa la gente que sufre y la gente que
cuida de las personas. Educadores, voluntarios, personal sanitario. Y un montón
de familiares”.
“El cuidado de las personas suelen hacerlo las
mujeres, es silenciado, poco valorado, no remunerado, o mal pagado”, constató.
“El tiempo
que me quede como periodista lo quiero dedicar a estos héroes: las personas que
cuidan de las personas, las que llamo “personas personas”. Personas que
se dedican a ser personas y cuidar personas”.
En una entrevista publicada en el diario Ara este domingo,
Capdevila afirmaba que “ahora me defino como una persona que sufre. Y lo
que más hay en el mundo es justamente gente que sufre: deshauciados,
refugiados, víctimas de guerras, enfermos, personas con depresiones,…”.
El periodista reivindica “las verdades íntimas, las únicas verdades de este
mundo con valor para la postverdad: estar enamorado, estar enfermo, ser
voluntario,…” y afirma que el premio es un reconocimiento al
hecho de que hable de educación y de vida cotidiana.
“La información de entretenimiento ha sido un
riesgo muy grande, y algunos han convertido el análisis en una especie de farsa
y de teatrillo”, lamenta, y denuncia que los medios “nos
hemos equivocado y nos hemos acercado más a los poderes que a las personas”.
Pero Carles Capdevila comparte una esperanza: “que
la dictadura del algoritmo y de lo que es viral, que se parece mucho a la tele,
acabe cansando” y ahí quiere él “llegar al
corazón” de las personas, desnudándose más. “Se
me ha pasado la vergüenza al qué dirán”, asegura: “y esto no lo habría hecho si no estuviera cascado”.
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