El ser feliz no es un estado de ánimo, es una actitud constante…
Como
muchos de los temas más profundos de nuestras vidas, todos tenemos una noción interna
sobre qué es la felicidad, pero nos parece muy difícil explicarla. Ocurre lo
mismo al pensar en conceptos como “Justicia” o
“Solidaridad”.
Generalmente
cuando pensamos en felicidad vemos sus efectos, pero pocas veces analizamos con
cuidado sus causas: ¿Qué nos hace felices? ¿Es posible que esta felicidad sea
un estado permanente?
Es fácil
confundir la felicidad con el bienestar. Por eso muchas personas tienden a
equivocar el sentido de los bienes materiales en sus vidas, creyendo que les
dará una felicidad que nunca encuentran. Y es que las cosas materiales nos dan
bienestar: es más cómodo viajar en un coche que en un transporte público, es
agradable tener abrigo cuando hace frío, ese necesario tener algo qué comer.
Pero ese bienestar no tiene nada que ver con la felicidad.
La
felicidad es un concepto mucho más profundo de estabilidad, seguridad,
esperanza. La felicidad no es la falta de problemas o la ausencia de
dificultades. ¿Se puede ser feliz en medio de una tormenta? Sí, porque la
felicidad no es algo que esté necesariamente fuera de nosotros. El primer sitio
donde debemos encontrarla es en nuestro interior. Es muy difícil ser feliz con
una actitud de resentimiento o de enojo hacia la vida. Tampoco se puede ser
feliz si depositamos nuestro corazón en cosas materiales o en las personas
equivocadas. El vivir de manera continua un conjunto de valores nos brinda la
estabilidad necesaria para sentirnos completos. La felicidad tiene mucho que
ver con el vacío o plenitud de nuestras vidas en su sentido más profundo.
Pero la
felicidad no está únicamente en nosotros mismos, también está en el darnos a
los demás: la generosidad en la amistad, la ayuda al desvalido, el apoyo en los
momentos difíciles. El volcarnos hacia los demás es una de las fuentes más preciosas
para una genuina felicidad.
En este
mundo actual de teléfonos móviles, internet y tecnología es fácil centrarnos en
nosotros mismo y nuestros problemas y también es fácil olvidarnos de los demás.
Sin embargo en la medida en la que nos preocupamos más por los demás y menos
por nosotros mismos se resuelven dos problemas: el de la persona a la que
estamos ayudando, y el nuestro porque nuestra vida cobra un nuevo sentido.
La
felicidad también tiene mucho que ver con nuestra actitud hacia los problemas y
las preocupaciones, que siempre estarán presentes en nuestras vidas de una
forma o de otra, sin embargo una actitud positiva y una esperanza continua
ayudan muchísimo más que una actitud pesimista, un encerrarse en sí mismo y una
visión “amarga” de la existencia. La
felicidad es el resultado de un esfuerzo constante para superar los problemas o
de un trabajo intenso y continuado por mucho tiempo. No se es optimista porque
todo sale siempre bien, sino porque aunque las cosas salgan mal, se confía en
que siempre habrá personas que nos ayudarán a superar las dificultades.
El ser feliz no es un
estado de ánimo, es una actitud constante; para lograr esto podemos considerar
como fundamental:
– Aprender a disfrutar de las pequeñas y cotidianas cosas de nuestra
vida: la conversación, el descanso, el trabajo, la naturaleza, la amistad…
Debemos
ser conscientes que el afán desordenado por encontrar satisfacciones conduce a
una falsa felicidad, es decir, simplemente un placer.
– Ver en nuestras ocupaciones cotidianas un motivo de Felicidad.
Cualquiera
que sea nuestro trabajo, es la expresión de lo que podemos y sabemos hacer.
Realizarlo con entusiasmo, bien hecho y completo se convierte en una
satisfacción y nuestra carta de presentación en la sociedad en que vivimos.
– Aceptar nuestras cualidades y limitaciones sin renunciar a mejorar.
Con frecuencia podemos centrar nuestra atención en las cosas que nos faltan
(bienes, mejor puesto en el trabajo, capacidad de relación social). Debemos
aprovechar el tiempo en encontrar todo aquello que nos ayuda a superarnos:
estudiar más, prepararnos para trabajar en la labor que mejor desempeñamos o
acercarnos a las personas que nos puedan enseñar y sugerir mejores
alternativas.
– Tener una actitud positiva ante las personas y las circunstancias.
Esto
implica la comprensión que tengamos hacia los errores y actitudes de los demás,
evitando provocar problemas y conflictos. Siempre será mejor enseñar como se
pueden hacer mejor las cosas, valorando el esfuerzo y los logros obtenidos
Ser
perseverantes en las dificultades, esforzándonos por descubrir lo positivo de
los problemas, tratando de sacar provecho de la experiencia.
– Hacer lo posible por crear un ambiente agradable: contando anécdotas,
organizando pequeños torneos deportivos para los amigos o la familia, festejar
los cumpleaños, ver una película que sea divertida… Por lo general no se
requiere de organizar grandes eventos, lo más sencillo es lo mejor.
La
Felicidad está implícita en la vivencia de los demás Valores, cada uno de ellos
nos aporta la posibilidad de llevar una vida plena, positiva y llena de
optimismo.
No
podemos renunciar a ser felices, aprendiendo nosotros, estamos en condiciones
de hacer felices a quienes nos rodean, enseñando que la felicidad no esta en
tener una vida fácil, sino en procurarnos mutuamente la alegría, el apoyo y
dirección en todo momento.
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