Fue Jesús mismo quien, en el
siglo diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una
humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción
a su Sacratísimo Corazón.
A Santa Margarita María de
Alacoque se le debe el establecimiento del culto litúrgico al Sagrado Corazón
de Jesús, que se simboliza en una imagen del mismo con las tres insignias:
Cruz,
Corona y Herida de la Lanza para mostrarnos que El vivió para morir por
nosotros y rescatarnos del pecado, por amor a Dios y a los hombres y cuyo
Corazón es océano infinito de amor y misericordia. El Corazón de Cristo es
perfecto modelo divino y humano.
PROMESAS DE JESUCRISTO A SANTA
MARGARITA MARÍA, A FAVOR DE LAS PERSONAS DEVOTAS DE SU SAGRADO CORAZÓN
He
aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos
los devotos de su Sagrado Corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias
a su estado.
2. Pondré paz en sus familias.
3. Les consolaré en sus penas.
4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.
8. Las almas tibias se volverán fervorosas.
9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.
12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.
2. Pondré paz en sus familias.
3. Les consolaré en sus penas.
4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.
8. Las almas tibias se volverán fervorosas.
9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.
12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.
Las
condiciones para ganar esta gracia son tres:
1. Recibir la Sagrada Comunión
durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna
interrupción.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
JESUS LE PIDE A SANTA
MARGARITA LA DEVOCIÓN
Santa
Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran
amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.
Cristo
escogió a Margarita María Alacoque (1647-1690), una humilde monja visitandina
del monasterio de Paray-le-Monial, para revelarle los deseos de su Corazón y para
confiarle la tarea de impartir nueva vida a la devoción.
Nada
indica que esta piadosa religiosa haya conocido la devoción antes de las
revelaciones,
o que, al menos, haya prestado alguna atención a ella.
Estas revelaciones fueron muy
numerosas y son notables las siguientes apariciones. Como la que ocurrió en la
fiesta de San Juan, en la que Jesús permitió a Margarita María, como antes lo
había hecho con Santa Gertrudis, recargar su cabeza sobre su Corazón, y luego
le descubrió las maravillas de su Amor, diciéndole que deseaba que fueran
conocidas por toda la humanidad y que los tesoros de su bondad fueran
difundidos. Añadió que Él la había escogido a ella para esta obra.
Se
le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a
todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se
alejaran de Él por el pecado.
Durante
estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle
devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su
Corazón no sufra más con nuestros pecados.
El
pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos
lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado
Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús.
Así
lo comprendió santa Margarita, dedicándole su vida a la difusión de los pedidos
que el Sagrado Corazón le hizo desde el momento en que la eligió, como
portadora de tan importante misión.
QUIEN ERA SANTA MARGARITA
Santa
Margarita nació un 25 de julio de 1647, en Janots, Borgoña. Fue la quinta de 7 hijos de
un notario acomodado.
El
párroco, Antonio Alacoque, tío suyo, la bautiza a los tres días de nacida. Ella dice
en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el
único dueño de su corazón. Y le concedió otro gran favor: un gran horror al
pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba insoportable.
A los cuatro años Margarita
hizo una promesa al Señor. Sintiéndose inspirada rezó: “O Dios Mío, os consagro
mi pureza y hago voto de perpetua castidad.” (Aunque ella misma confesó mas
tarde que no entendía lo que significaba las palabras “voto” o “castidad.” )
Aprendió
a rezar el rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen
Santísima le correspondió librándola de muchos peligros.
Cuando tenía 8 años falleció su padre y esto marca
un antes y un después en su vida familiar.
La
llevan al colegio de las Clarisas y a los nueve años hace La Primera Comunión.
Dice “Desde ese día el buen Dios me concedió tanta
amargura en los placeres mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era
a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio
encontraba un gusto especial en la oración”.
Vino
una enfermedad que la tuvo paralizada por varios años. Pero al fin se le
ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción.
Apenas hizo la promesa, recobró la salud. Dice Sta. Margarita: “Recibí la salud, y una nueva protección de esta
Señora la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome como suya, me
gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me enseñaba a hacer
la voluntad de Dios.”
Era
muy joven cuando quedó huérfana de padre, y entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos
hermanas de él, se vinieron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de
Margarita y sus cinco niños se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo
llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres no salía nadie de la casa.
Así que a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la
iglesia. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba. La regañaban
continuamente.
En
medio de tantas penas le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que
ella imitara lo mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tan
grandes penas y dolores sufrió en su Pasión y muerte. En adelante a ella no
sólo no le disgusta que le lleguen penas y dolores sino que acepta todo esto
con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo sufriente.
Lo que más la hacía sufrir era ver cuán mal y
duramente trataban a su propia madre. Pero le insistía en que ofrecieran todo
esto por amor de Dios.
Una
vez la mamá se enfermó tan gravemente de erisipela que el médico diagnosticó que aquella
enfermedad ya no tenía curación.
Durante
todo el tiempo de la enfermedad, Margarita apenas dormía y comía muy
escasamente. Pero no dejaba de dirigirse al Señor y le decía con frecuencia: “Mi Soberano Maestro, si Vos no lo quisieras, no
sucedería esto, pero os doy gracias de haberlo permitido para hacerme semejante
a Vos.”
Margarita
se fue entonces a asistir a una Santa Misa por la salud de la enferma y al volver
encontró que la mamá había empezado a curar de manera admirable e inexplicable.
Además
de la salud, esta promesa logró en Margarita un profundo sentido de unión con
la Virgen,
quién, desde ese momento, empezó a dirigir toda su vida. Pero no sin
dificultades.
“Apenas
comencé a gozar de plena salud”, recordará más tarde Margarita, ” me fui tras
la vanidad y afecto de las criaturas, halagándome que la condescendiente
ternura que por mí sentían mi madre y mis hermanos me dejara en libertad para
algunas ligeras diversiones y para consagrar a ellas todo el tiempo que
deseara…”
La
Virgen la reprende severamente cuando la veía dispuesta a sucumbir en la terrible
lucha que sostenía en su interior.
Estando
en una ocasión rezando el rosario sentada, se le presentó la Virgen ante ella y
le dijo “Hija mía, me admiro que me sirvas con tanta
negligencia.” Y causaron tal impresión
estas palabras en la vida de Margarita, que le sirvieron de aviso para toda su
vida.
Pero
la Virgen es también ternura y consuelo. Un día le dijo a Margarita: “Nada temas; tu serás mi verdadera hija, y yo seré
siempre tu buena Madre”.
Santa
Margarita María hizo voto a la Virgen de ayunar todos los sábados y de rezar el
oficio de su Inmaculada Concepción. Viendo su deseo de radical entrega, La Stma.
Virgen le ayuda a alcanzar su meta.
Y
así iba creciendo en Margarita un gran amor a la oración y al Santísimo
Sacramento.
Ella se lamentaba, pues sentía que no sabía cómo orar, y fue el mismo Señor
quien le enseñaba. Él la movía a arrodillarse ante Él y pedirle perdón por
todas sus ofensas y después de adorarlo, era el mismo Señor quien se le
presentaba en El misterio que Él quería que ella meditase. Y consumido en Él,
crecía en ella el deseo de solo amarlo cada vez más.
Mas
la confusión arribaba a su vida una y otra vez, los parientes insistían en que debía casarse,
para lo cual la joven no solo sentía temor, pues no quería ir en contra del
voto que había hecho en la niñez.
Por
otro lado su madre le insistía, llorando le suplicaba, que no había
otro modo de salir de la miseria en que vivían sino era porque ella contrajera
matrimonio, teniendo el consuelo de poder dejar ese suplicio si Margarita
contraía nupcias.
Todo
esto fue terriblemente doloroso para ella, el demonio la tentaba continuamente diciéndole
que si se hacía religiosa eso mataría a su mamá, y Margarita se sentía
totalmente atormentada por no querer faltar a sus votos.
Pero
el amor por su madre hizo que comenzara a justificarse, diciéndose a si
misma que cuando hizo los votos no sabía qué era lo que estaba diciendo, por lo
tanto podía obtener dispensas
Comenzó
entonces una etapa para ella en la que quería “salir” al mundo y divertirse lo
que más pudiese,
mas entre esos pasatiempos el señor la llamaba a su Corazón, cuando ella
entraba en recogimiento, Jesús le hacía severas reprensiones ante las cuales
margarita sufría terriblemente.
Dice
Sta. Margarita: “Me lanzaba Jesús flechas tan
ardientes, que traspasaban mi corazón y lo consumían dejándome como transida de
dolor. Pasando esto, volvía a mis resistencias y vanidades”
En
una ocasión Jesús le dijo: “Te he elegido
por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy
yo quien te motivo a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu
corazón… Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase
según mis designios”.
Finalmente
el Divino Maestro se le aparece todo desfigurado, cual estaba en Su flagelación
y le dice: “¿Y bien querrás gozar de este
placer?- Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras
por tu amor y por ganar tu corazón- ¿Querrás ahora disputármelo?”.
Comprendió ella que era su vanidad la que había
reducido al Señor a tal estado. Que estaba ella perdiendo un tiempo tan
precioso, del cual se le perdería una cuenta rigurosa a la hora de su muerte. Y
con esta gracia extraordinaria, revivió en ella el deseo de la vida religiosa
con tal ardor, que resolvió abrazarla a costa de cualquier sacrificio, aunque
pasarían cinco años antes de poder realizarlo.
INGRESO EN EL CONVENTO DE LA
VISITACIÓN
Cuando sus parientes por fin se dieron cuenta de la
firmeza de Margarita, la enviaron a la casa de unos de sus tíos que tenían una
hija religiosa de la Orden de las Ursulinas. Pero Margarita no sentía que era ahí donde el Señor la quería y además sentía
en su corazón una voz que le decía, “No
es ahí donde te quiero, sino en Santa María.”
Una
vez, viendo ella un cuadro de San Francisco de Sales, le pareció que le dirigía
una mirada tan paternalmente amorosa, llamándola a ser su hija.
Sintió
que debía ella ser de la orden que este santo había fundado junto con Santa
Juana de Chantal: las Visitandinas. Además, sentía mucha atracción hacia esta
orden porque llevaba el nombre de María Santísima: Las Visitantinas, en honor
al misterio de la Visitación.
Después
de muchas dificultades en convencer a sus parientes de que ella quería
entrar en el convento de la Visitación, por fin logró Margarita lo que tanto
deseaba, y eligió a Paray.
En
cuanto entró al locutorio del convento de Paray, oyó en su corazón un voz:, “Aquí es donde te quiero.” Su hermano le regaló la dote y Margarita ingresó
en el Convento de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671.
Transcurridos
dos meses de postulantado, tomó el santo hábito el 25 de agosto de 1671. Dijo
entonces: “Mi divino Maestro me dio a entender que estábamos
en días de nuestros desposorios, los cuales le daban un nuevo imperio sobre mí;
enseguida me dio a conocer que, a imitación de los amantes apasionados, no me
daría a gustar, durante este tiempo, sino lo que había de más dulce en la
suavidad de las caricias de su amor”.
La
joven novicia se mostró humilde, obediente, sencilla y franca en el noviciado.
Según el testimonio de una de sus connovicias, edificó a toda la comunidad “por
su caridad para con sus hermanas, a las que jamás dijo una sola palabra que
pudiese molestarles, y por la paciencia con que soportó las duras reprimendas y
humillaciones a las que fue sometida con frecuencia”.
En efecto, el noviciado de la santa no fue fácil.
Por ejemplo, por más que le pidiese su superiora, le era imposible a Margarita
practicar la meditación discursiva. Ella cuenta, “Por
más esfuerzos que hacía yo por practicar el método que me enseñaban, acababa
siempre por volver al método de mi Divino Maestro, aunque no quisiese.”
Este
le causaba mucho dolor ya que su mayor deseo era de obedecer a su
Superiora.
También hubo otra situación que fue causa de gran
abnegación para Margarita. Se trata de una natural repugnancia que tenía toda
la familia de Margarita hacia el queso. Era tanta la aversión que tenían al
queso, que el hermano de Margarita le pidió expresamente a las hermanas que no
le obligasen a Margarita jamás el tener que comerlo.
Pero
ya en el convento, se dio todo lo opuesto. Margarita, por obediencia tenía que comer queso.
Al principio no podía por las náuseas que le daban y salía corriendo. Pero le
suplicaba a su Señor que le ayudase ya que ella no quería ser diferente de las
demás en nada. Con gran esfuerzo de su parte, Margarita logró comer queso. Cosa
que ofreció como sacrificio por más de diez años.
Otra
dificultad para Margarita fue el hecho de su propia vida tan sobrenatural. Pues sus
superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el
espíritu de la Visitación.
Miraban
con recelo sus experiencias como sujetas a la ilusión y al engaño. Y así dudaban
sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le
mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión por la
práctica exacta de todas las observancias.
Esto
Margarita lo llevó al Señor y el le respondió: “Di
a tu Superiora que te haré más útil a la religión de lo que ella piensa; pero
de una manera que aún no es conocida sino por Mí.
Y en adelante adaptaré mis gracias al espíritu de la regla, a la voluntad de tus superioras y a tu debilidad, de suerte que has de tener por sospechoso cuanto te separe de la práctica exacta de la regla, la cual quiero que prefieras a todo.
Además, me contento de que antepongas a la mía, la voluntad de tus superiores, cuando te prohíben ejecutar lo que te hubiere mandado.
Déjales hacer cuanto quisieren de ti: Yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios, aun por vías que parezcan opuestas y contrarias. No me reservo sino el dirigir tu interior y especialmente tu corazón, pues habiendo establecido en él, el imperio de mi puro amor, jamás le cederé a ningún otro.”
Y en adelante adaptaré mis gracias al espíritu de la regla, a la voluntad de tus superioras y a tu debilidad, de suerte que has de tener por sospechoso cuanto te separe de la práctica exacta de la regla, la cual quiero que prefieras a todo.
Además, me contento de que antepongas a la mía, la voluntad de tus superiores, cuando te prohíben ejecutar lo que te hubiere mandado.
Déjales hacer cuanto quisieren de ti: Yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios, aun por vías que parezcan opuestas y contrarias. No me reservo sino el dirigir tu interior y especialmente tu corazón, pues habiendo establecido en él, el imperio de mi puro amor, jamás le cederé a ningún otro.”
El
Señor no enseñó que la voluntad divina se pueda relegar a favor de la autoridad
humana. Mas bien el Señor enseñó a Margarita que la obediencia a sus superioras es, en efecto, el
medio mas seguro para acatar Su divina voluntad. Ya que aun siendo sus
superioras limitadas, la obediencia lograría que la voluntad divina triunfe a
pesar de todo.
El
Señor promete que si ella obedece a sus superioras… “yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios”
La Madre Superiora quedó contenta con la respuesta del Señor recibida por Margarita y a esta se le abren las puertas para hacer su voto de profesión el 6 de noviembre, de 1672.
La Madre Superiora quedó contenta con la respuesta del Señor recibida por Margarita y a esta se le abren las puertas para hacer su voto de profesión el 6 de noviembre, de 1672.
“El
Señor por su parte cumplió plenamente su promesa, pues El se encargó de
trabajar fuertemente en purificar y transformar su corazón en un corazón
semejante al suyo.”
El
sacerdote al celebrar su profesión dijo: “Jesucristo
te iluminará. Ve delante por las sendas del justo, como la aurora
resplandeciente…!”
Escribió
Santa Margarita ese día por la tarde: “Yo
vil y miserable criatura, prometo a mi Dios someterme y sacrificarme a todo lo
que pida de mí; inmolando mi corazón al cumplimiento de todo lo que sea de su
agrado, sin reserva de otro interés mas que de su mayor Gloria y puro amor, al
cual consagro y entrego todo mi ser y todos mis momentos”.
EL SEÑOR LE DIO TRES ARMAS
Podemos decir que santa Margarita recibió del
Altísimo Tres Armas, para lograr su transformación y purificación.
LA PRIMERA: UNA CONCIENCIA
DELICADA, Y UN PROFUNDO ODIO ANTE LA MÁS PEQUEÑA FALTA
Cierta vez le dijo Jesús cuando ella había cometido
una pequeña falta: “Sabed que soy
un Maestro santo, y enseño la santidad. Soy puro, y no puedo sufrir la más
pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con
simplicidad de corazón en intención recta y pura. Pues no puedo sufrir el menor
desvío, y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha movido a ser tu
Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis designios, no puedo
soportar las almas tibias y cobardes, y que si soy manso para sufrir tus
flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades.”
Y
así confiesa Margarita que nada era más doloroso para ella que ver a
Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de forma muy poca. Y en comparación
a este dolor, nada le parecía los demás dolores, correcciones y mortificaciones
y por tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su superiora cuando cometía
una falta, pues sabía que Jesús solo se contentaba con las penitencias
impuestas por la obediencia.
ESTA
ARMA SE FUNDAMENTA EN SU GRAN DESEO DE AMAR.
SU SEGUNDA ARMA: LA SANTA
OBEDIENCIA
Lo
que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus faltas
en la obediencia, ya sea a sus superiores o a su regla.
La
menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es
insoportable al Señor en un alma religiosa. Una vez corrigiéndola le decía: “Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa
clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya
su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las
superioras.
¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría mas verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia.”
¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría mas verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia.”
SU TERCERA ARMA: SU SANTA CRUZ
La
Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día después que ella recibió la comunión, se
hizo presente ante los ojos de ella una gran cruz, cuya extremidad no podía
ver; estaba la cruz toda cubierta de flores.
Y
el Señor le dijo: “He ahí el lecho
de mis castas esposas, donde te haré gustar las delicias de mi amor; poco a
poco irán cayendo esas flores, y solo te quedarán las espinas, ocultas ahora a
causa de tu flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas,
que tendrás necesidad de toda la fuerza de mi amor para soportar el
sufrimiento.”
Era
de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus designios en el
corazón de Margarita. Él, para desatar cada vez mas de su alma el afecto
a las cosas de esta tierra y sobre todo a si misma, quiso permitir que viniesen
sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba por ello el
Señor de suplirle todas la gracias necesarias.
En otra ocasión le dijo el Señor: “Has de querer como si no quisieras, debiendo ser
tus delicias agradarme a mí. No debes buscar nada fuera de mí pues de lo
contrario injuriarías a mi poder y me ofenderías gravemente, ya que yo quiero
ser solo todo para ti.”
Al
día siguiente de su profesión destinaron a Margarita a la enfermería, como
auxiliar de la enfermera, Sor Catalina Marest, excelente religiosa, aunque de
temperamento activo, diligente y eficiente. Margarita en cambio era callada,
lenta y juiciosa.
Recordándose ella después de su paso por la
enfermería, escribía: “Solo Dios sabe
lo que tuve que sufrir allí.” Y no eran exageradas sus palabras pues había
recibido un sin número de insultos y desengaños durante ese tiempo.
Jesús
le comunicó una parte de sus terribles angustias en Getsemaní y la quiere
víctima inmolada.
Ella le dice a Jesús: “Nada quiero sino tu Amor y tu
Cruz, y esto me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que deseo.”
REVELACIONES DEL CORAZÓN DE
JESÚS
Aquí
es donde nos adentramos en la profundidad del misterio que Jesús le comienza a
develar a santa Margarita.
PRIMERA REVELACIÓN
El
27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita
María, que tenía solo 14 meses de profesa y 26 años de edad, estaba como de
costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la
capilla.
Era
el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así: “Estando yo delante del Santísimo Sacramento me
encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por
muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las
maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.
Él
me dijo: “Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a
los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas
de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se
manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy
descubriendo? los cuales contienen las gracias santificantes y saludables
necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un
abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía.” “He ahí,
mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una
chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas
hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal
forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones
que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es
nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para
siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava
mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón.”
“Luego,
continúa Margarita, me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo
cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo
ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de
donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a
continuación en el lugar de donde lo había tomado.
Después
de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada
toda y embriagada y tan fuera de si que podía hablar y comer solamente
haciéndose una gran violencia. Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su
superiora lo cual tenia gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la
llaga, cuyo dolor le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que
la consumía y la abrasaba toda.
A
partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de
mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería
hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor
para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su
amable Corazón.
Entre estas visitas le decía el Señor, “Busco una víctima
para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el
cumplimiento de mis designios.”
En
su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella
corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien
había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita pues su
temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.
SEGUNDA REVELACIÓN
Unos
dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran
revelación.
Escribe
Margarita: “El divino Corazón se me
presentó en un trono de llamas, más brillante que el sol, y? transparente como
el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y
significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la
parte superior…
…la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión.”
…la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión.”
“Me
hizo ver,” continúa Margarita , “que el ardiente deseo que tenía de ser amado
por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los
precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de
manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de
misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin
de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria
que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos
tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la
figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi
sobre el corazón, para grabar en el, su amor y llenarlo de los dones de que
está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados.
Que
esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su
santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último
esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos
de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que
pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor,
que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta
devoción.”
En
esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y
formular sus promesas.
La
imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia
nosotros,
el cual había entregado sin condiciones, y el Señor quería que esta imagen se
expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en forma de Medalla,
ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraban.
Pero
por el momento Margarita no podía decir nada de lo que había visto pues no
había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por
muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que Jesús
quiera revelar.
TERCER REVELACIÓN
En
lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus
Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación.
Una
vez entre otras, escribe Sta. Margarita, “Que
se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi
interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias,
Jesucristo mi Amado se presentó delante de mi todo resplandeciente de Gloria,
con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada
humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho,
que parecía un horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y
amable Corazón.”
Entonces Jesús le explicó las maravillas de su puro
amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes
no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es más brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de
los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar
nuestro amor.
LE DIRIGE LAS SIGUIENTES
PETICIONES
Comulgarás
tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírmelo.
Jueves
a viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en
el huerto de los olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía mas
difícil de sufrir que la muerte.
Por
acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de
todas mis congojas, te levantaré de once a doce de la noche para postrarte
durante una hora conmigo; el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera
divina, pidiendo misericordia para los pecadores, como para suavizar, en cierto
modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis apóstoles, obligándome a
echarles en cara el no haber podido velar una hora conmigo…
“Una
vez, estando expuesto el Santísimo Sacramento, se presentó Jesucristo
resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas que se presentaban como otro
tanto soles, saliendo llamaradas de todas partes de Su Sagrada Humanidad, pero
sobre todo de su adorable pecho que, parecía un horno encendido. Habiéndose
abierto, me descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo
manantial de las llamas. Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables
maravillas de su puro amor con que había amado hasta el exceso a los hombres,
recibiendo solamente de ellos ingratitudes y desconocimiento.
“Eso,”
le dice Jesús a Margarita, “fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en
mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por
poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más.
Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien.
Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado
conforme a tus posibilidades.”
Ante
estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su impotencia, él le
replicó: “Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte.”
Y
del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la
iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que
le pidió que tuviese compasión de su debilidad. El
le respondió:
“Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios.”
“Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios.”
JESÚS LE EXPLICA A SANTA
MARGARITA LA PRÁCTICA
Entonces
el Señor le describió a Margarita exactamente de que forma se iba a realizar la
práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación.
Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará
para hacerla caer.
“Primeramente
me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien
permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de
producirse y que recibirás como gajes de mi amor.
Comulgarás,
además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes,
te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los
Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie
de agonía más difícil de soportar que la muerte.
Para
acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de
todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para
postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para
apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de
algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me
llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo.
Durante
esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo
espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no
hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la
autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno
sobre los obedientes.”
Ciertamente
en Sagrado Corazón de Jesús, no había exagerado cuando le advirtió a santa Margarita
que su vida debería pasar por numerosas pruebas, tras la aparición a Margarita comenzaron a
faltarle las fuerzas y cayó desmayada, sus hermanas la cargaron y se la
llevaron a la Madre Superiora, quien al verla en ese estado en que ni siquiera
podía sostenerse y al tenerla arrodillada ante sus pies, aprovechó para
mortificarla y humillarla, al responderle margarita lo que había sucedido,
contándole todo lo que había vivido, mas se enfureció, mas la humilló, y se
negó absolutamente a conceder nada de lo que el Señor le había mandado a hacer,
la despreció.
Este
deseo que desde las revelaciones devoraba a Margarita, le produjo una fiebre
continua, ante esa misteriosa enfermedad la madre Superiora, comenzó a temer y
por tanto le dijo a Margarita.: “Pida a Dios su curación, de esta forma sabré si
todo viene del Espíritu del Señor.”
No demoró Margarita en cumplir la orden de su superiora y el Señor, por intermedio de la Santísima Virgen María recobró POR COMPLETO SU SALUD, de ese modo obtuvo el poder para cumplir lo que el Señor le había pedido.
No demoró Margarita en cumplir la orden de su superiora y el Señor, por intermedio de la Santísima Virgen María recobró POR COMPLETO SU SALUD, de ese modo obtuvo el poder para cumplir lo que el Señor le había pedido.
Viendo
la Madre Superiora que las visiones continuaban y ya no ocurriéndosele cómo asegurarse de su
veracidad, es que decide consultar con los teólogos, creyendo que le debía
obligar a romper el silencio que hasta entonces había mantenido, para habar con
personas de la doctrina.
Fue
entonces que Margarita se sometió a estas personas, y no sin gran
violencia por parte de ellas para vencer su extremada timidez, contó entonces
ella todo lo sucedido.
Pero
el Señor permitió que alguno de los consultados no conociesen la verdad de las
revelaciones,
la condenaron su atractivo por la oración, la trataron de visionaria y no le
permitieron detenerse en sus “inspiraciones”, uno de ellos la mando a
alimentarse, creyendo que así mejorarían las cosas.
Entre
los cometarios que tuvo que soportar estaba “que
el diablo era el autor de cuanto sucedía en ella, y que se perdería si no se
mantenía en guardia en contra de sus engaños e ilusiones”.
Para
Margarita con esto comenzó una profunda agonía porque por un lado temía el estar en un error y
dejarse llevar por el mismo, mas no podía resistir las atracciones de Dios, se
sentía tan abandonada, ya que todos aseguraban que no la guiaba el Santo
Espíritu de Dios, y ella no podía resistírsele.
Comenzaban
dentro del mismo convento una batalla, contra ella, movimientos de
cabeza, miradas significativas, reprobatorias, muecas y creyéndola presa del
demonio la rociaban con agua bendita cada vez que ella pasaba.
EL TRIUNFO
El
Señor le había prometido a Margarita que su obra triunfaría a pesar de todos
los obstáculos.
Esta
promesa empezó a cumplirse cuando, a primeros días de febrero de 1675, le envío
al jesuita Padre Claudio Colombiere. En cuanto este santo sacerdote habló con
Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo cual comunicó
inmediatamente a la Madre Superiora.
Ante
el juicio del Padre Claudio, quién era reconocido por su sabiduría y santidad,
la Madre Superiora pudo por fin descansar y le ordenó a Margarita que le
contase todo al Padre Colombiere.
CUARTA REVELACIÓN
Fue
bajo esta nueva aceptación que se dio la cuarta y última revelación que se
puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una
fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús.
Sucedió
esta revelación en el curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea
entre el 13 y el 20 de junio.
Cuenta
Margarita:”Estando ante el Santísimo Sacramento un día de su octava, y
queriendo tributarle amor por Su tan gran amor, me dijo el Señor”:
“No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya.”
“No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya.”
Entonces
el Señor le descubrió su Corazón y le dijo: “He
aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada
hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en
compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio
de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y
menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que
más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado.
Por
eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre
una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para
pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha
permanecido expuesto en los altares.
También
te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las
influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que
se le tribute.”
El
Padre Colombiere le ordenó a Margarita a que cumpliese plenamente la voluntad
del Señor.
Y que también escribiese todo cuanto le había revelado. Margarita obedeció a
todo lo que se le pidió pues su más grande deseo era que se llegase a cumplir
el designio del Señor.
Dios
permitió que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la
Colombiere y este hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada
la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado
por todo el mundo.
Serian
diez años muy duros para Margarita. La Madre Superiora, que por fin llego a creer en
ella, fue trasladada a otro monasterio. Pero antes de irse ordena a Margarita a
que relatara ante toda la comunidad todo cuanto el Señor le había revelado.
Ella
accedió solo en nombre de la santa obediencia y les comunicó a todas lo que el Señor le había
revelado incluyendo los castigos que Él haría caer sobre la comunidad y sobre
ellas. Y
cuando todos enfurecidos empezaron a hablarle duramente, Margarita se mantuvo
callada, aguantando en humildad todo cuanto le decían. Al siguiente día, la
mayoría de las monjas sintiéndose culpables de lo que habían hecho, acudían a
la confesión.
Margarita
entonces oyó que el Señor le decía que ese día por fin llegaba la paz de nuevo
al monasterio y que por su gran sufrimiento, Su Divina Justicia había sido
aplacada.
En
contra de su voluntad, Margarita fue asignada como maestra de novicias y
asistente a la superiora. Esto llegó a ser parte del plan del Señor para que
por fin se empezara a abrazar la devoción del Sagrado Corazón de Jesús.
Enseñó
a las novicias la devoción al Sagrado Corazón (que consiste en imitar a Jesús en su bondad y
humildad y en confiar inmensamente en Él, en ofrecer oraciones y sufrimientos y
misas y comuniones para desagraviarlo, y en honrar su santa imagen) y aquellas
jóvenes progresaron rapidísimo en santidad.
Luego
enseñó a su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre hizo
admirables progresos en santidad.
Los
jesuitas empezaron a comprobar que en las casas donde se practicaba la devoción
al Corazón de Jesús las personas se volvían mucho más fervorosas.
El
Corazón de Jesús le dijo: “Si quieres
agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres
agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí”.
Antes
de morir
obtuvo que en su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado
Corazón de Jesús.
Sin
embargo Margarita nunca llegó a ver durante su vida en la tierra el pleno
reconocimiento de esta devoción.
En
la tarde del 17 de octubre del 1690, habiendo Margarita previamente indicado esta
fecha como el día de su muerte, encomendó su alma a su Señor, quien ella había
amado con todo su corazón. Muere entre 7 y 8 PM. Tenía 43 años de edad y 18
años de profesión religiosa.
Pasaron
solamente tres años después de su muerte cuando el Papa Inocencio XIII empezó
un movimiento que abriría las puertas a esta devoción.
Proclamó
una bula papal
dando indulgencias a todos los monasterios Visitantinos, que resultó en la
institución de la fiesta del Sagrado Corazón en la mayoría de los conventos.
En
1765, el Papa Clemente XIII introdujo la fiesta en Roma, y en 1856 el Papa Pío
IX extendió la fiesta del Sagrado Corazón a toda la Iglesia.
Finalmente,
en 1920, Margarita fue elevada a los altares por el Papa Benedicto XV.
INTERVENCIONES SOBRENATURALES
La
vida de Sta. Margarita estuvo marcada por experiencias sobrenaturales. Pero
nunca fueron estas causa para escapar las realidades cotidianas sino al
contrario. Le trajeron duras pruebas y la necesidad de ejercitar heroicamente
las virtudes que forjan la santidad en la vida diaria.
He
aquí algunos ejemplos más.
En 1680, estuvo enferma de gravedad la hermana Margarita. Llegaba la fiesta del Corpus, donde se le concedió tomar el Pan de Vida, y se le dio el mandato de no tomar medicina alguna durante cinco meses, ni poner los pies en la enfermería.
En 1680, estuvo enferma de gravedad la hermana Margarita. Llegaba la fiesta del Corpus, donde se le concedió tomar el Pan de Vida, y se le dio el mandato de no tomar medicina alguna durante cinco meses, ni poner los pies en la enfermería.
Añadió
la Superiora por escrito que por orden de santa obediencia pidiera la salud
a nuestro Señor a fin de poder practicar los ejercicios de la santa regla hasta
la Presentación de la Stma. Virgen de ese año 1680.
Durante
los cinco meses fijados por la Madre Superiora, Sta. Margarita gozó de
perfecta salud, quedando satisfecha la Madre Superiora de la prueba.
Otra intervención divina. Ocurrió cuando Santa Margarita tenía que entrar en los ejercicios
anuales. En ese momento, Sta. Margarita estaba en la enfermería abrasada
de calentura.
La
Madre Superiora le dijo: “Vaya, hija mía,
le encomiendo al cuidado de Nuestro Señor Jesucristo; que El la dirija, gobierne
y cure según su voluntad”.
El
Señor se le presenta y le hace levantar con mil señales de amor, y le dice:
“Quiero volverte con salud a la que te ha enviado enferma y puesto en mis
manos”. Así quedó sana y vigorosa como si nunca hubiera estado enferma.
Se
le presentó una vez delante de ella Jesús cargando con la Cruz , cubierto de
llagas y de sangre y le dijo con voz dolorosamente triste: “¿No habrá quien tenga piedad de mi y quiera
compartir y tener parte en mi dolor en el lastimoso estado en que me ponen las
pecadores sobre todo en este tiempo?”
La
santa se le ofreció y el Salvador colocó sobre sus hombros su pesada cruz. Una
enfermedad le hizo sentir muy pronto lo desgarrador de aquellos clavos.
Otra
vez al acercarse a la sagrada mesa se le apareció la Sagrada Hostia
resplandeciente como sol, y distinguió al Señor, llevando en la mano una corona
de espinas.
El
se la puso en la cabeza, diciéndole: “Recibe,
hija mía, esta corona en señal de la que se te dará pronto por su conformidad
conmigo”.
SUS TRES ARDIENTES DESEOS
Sus
grandes deseos fueron siempre:
-Deseo
de amar a Dios y recibir la santa Comunión-Deseo de padecer. A consecuencia del
deseo de amar, quería dar su vida puesto que no tenía nada más que dar.
-Deseo
de morir, así podría unirse con su gran Amor. Pero se conformaba con vivir
hasta el día del Juicio, si esto era la voluntad de Dios, esta separación le
dolía más que mil muertes.
Siempre
iba junto al amor de Dios la más tierna caridad con el prójimo y más con sus
hermanas de religión.
SUS CUALIDADES NATURALES
Sta.
Margarita era muy sensible, era tímida, era juiciosa y discreta, de buen
espíritu, temperamento constante, corazón caritativo hasta lo imposible. Tenía poca
educación formal y sin embargo una profunda sabiduría sobre las verdades
sobrenaturales.
Tenía
un gran juicio y valentía para ser fiel a la verdad. Sabía perdonar de corazón.
Las mas humillantes persecuciones que soportó quedaron para siempre sepultadas
hasta llegar a ser extremada atenta para cuantos la hicieron sufrir.
VENCE A SUS REPUGNANCIAS POR
AMOR
Tenía
repugnancia, entre otras cosas, al escribir, al acudir al locutorio. Sin embargo
hizo voto al Señor de desempeñar estas acciones sin manifestar repugnancia
alguna, a cambio de que una joven pudiera recibir los sacramentos.
El
Señor permitió esto y además que la joven hiciera los tres votos de
religión antes de morir.
A
menudo era tan viva la resistencia, que temía faltar al juramento. Toda la vida
experimentó la misma dificultad.
LA ENTREGA AL SEÑOR ANTES QUE
LA ACCIÓN
Debía
inmolar su ser continuamente por amor, en adoración y anonadamiento, en
conformidad al sacrificio de Jesús a quien recibe en la Eucaristía.
Estas
gracias levantan nuevas llamadas de celo ardiente en el corazón
de Margarita, pero antes de ser apóstol por la acción, es mártir por la lluvia
de dolores físicos y morales que caen sobre ella por haberse ofrecido, como
resignada víctima.
SUS AMIGAS, LAS ALMAS DEL
PURGATORIO
Trataba
a las almas del Purgatorio como sus queridas amigas. Su divino Dueño les había
hecho donación de su sierva durante el año 1683.
Debía
hacerlo y sufrirlo todo por su rescate. Sta. Margarita participaba de los sufrimientos de
aquellas almas, se compadecía amargamente, oraba y practicaba duras penitencias
para conseguir su liberación.
Un
día, sentada ante Jesús Sacramentado, de repente se le presenta una persona rodeada de
llamas por todas partes.
Es
el alma de un religioso benedictino que la había confesado una vez en Paray. Le suplica que
aplique por espacio de tres meses los méritos de todas sus obras y oraciones
por su entrada al cielo.
Le
explicó: “Sufro tan terriblemente por el demasiado apego que tuve a mi
reputación, mi poca caridad, algunas veces con mis hermanos y alguna torcida
intención en mis prácticas de devoción y en mis relaciones con las criaturas”.
Margarita
promete su cooperación. Durante estos tres meses permanece aquella alma
cerca de su víctima voluntaria y la hace participar de los efectos del fuego
purificador.
El
dolor intensísimo lo hace llorar casi continuamente. Al cabo de los
tres meses convenidos, se le aparece de nuevo a Margarita resplandeciente de
gloria y ella le ve subir al cielo. El le da las gracias y promete ser su
protector delante de Dios.
Foros de la Virgen María
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