martes, 11 de octubre de 2016

LA GRAN DIFERENCIA ENTRE LOS CATÓLICOS Y LOS EVANGÉLICOS SOBRE LA SALVACIÓN


A menudo leemos que los evangélicos se congratulan con que alguien ha aceptado a Cristo en su corazón.
Y que ésta es la única condición para llegar al cielo.
Luego de ahí desaparece cualquier obligación, la persona ya está salvada.
Piensan que cualquiera que haya aceptado a Cristo automáticamente ya está salvado, sin importar demasiado lo que haga después.
¿ESTAS SALVADO?
Si a un católico se le preguntara “¿Estas salvado?”
El promedio católico respondería con un rotundo “No lo sé, depende de mi perseverancia”.
¿Perseverancia en qué?
“En mantener mi fe y en no cometer actos que me hagan perder la salvación”.
Pero los evangélicos responderían a la pregunta:
“Sí, yo estoy salvado, ya he aceptado a Jesús como mi Señor y Salvador personal.”
Ellos parecen saber exactamente qué decir.
Muchos de ellos, los más fundamentalistas, añaden,
“Lo que es más, ya que he nacido de nuevo, no puedo renunciar a la salvación. Tengo una garantía absoluta de llegar al cielo”.
Y cuando los evangélicos se diferencian entre sí, a menudo es más una cuestión de tono que de fondo.
¿ES BÍBLICA SU POSICIÓN?
Los evangélicos piensan que sí, pero están equivocados.
Dicen que las buenas obras no juegan ningún papel en nuestra posibilidad de llegar al cielo, la salvación viene por la fe sola.
Muchos católicos sienten que es algo loco esa idea, y que ganamos la salvación a través de una combinación de fe y obras.
¿Pero está bien esta posición?
En realidad ni los evangélicos ni los católicos que responden esto están en lo cierto.
Los cristianos bíblicos, como les gusta llamarse a los evangélicos, se equivocan al afirmar que todo lo que tenemos que hacer es “aceptar a Jesús como Señor y Salvador personal”.
La Biblia en ninguna parte dice que la mera fe es suficiente.
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Enseña que también hay que hacer buenas obras y evitar malas obras (pecados) si vamos a ganar el cielo.
Ellos creen en la inspiración y la infalibilidad de la Biblia, y dicen que la Biblia contiene una norma completa de la fe para los cristianos.
Además no creen que la Iglesia tenga un papel establecido en la enseñanza autorizada; para ellos no hay magisterio.
Y por lo tanto no hay quien diga cómo interpretar colectivamente todos los versículos de la Biblia.
Pero los católicos que creen que las obras de alguna manera nos ayudan a “ganar” la salvación están equivocados también.
La salvación es un don gratuito de Dios y no se puede ganar.
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Las buenas obras no son las que operan salvación para nosotros, ni siquiera la combinación de fe más obras.
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Las obras en realidad nos ayudan a mantener la salvación y no caer en pecados que nos pudieran hacer perder la salvación.
Y aquí entonces vemos una diferencia central entre evangélicos y católicos.
Los católicos están permanentemente vigilantes de lo que hacen para no perder la salvación.
Lo cual se expresa por ejemplo en la importancia que dan a la confesión de los pecados, y el trabajo para no cometerlos más.
Mientras que los evangélicos se despreocupan mayormente de lo que hacen en la vida, porque no tienen la presión de que pueden perder la salvación.
¿CÓMO SE LOGRA LA SALVACIÓN?
Es sólo la auténtica posición católica la que tiene en cuenta la totalidad de las enseñanzas de la Biblia.
Es la fe la que salva y las obras son la acción vigilante para no perder la salvación.
Y esto sólo es posible conocerlo si se comprende una clave: la Biblia debe ser tomada como una totalidad.
Lo que hace el catolicismo, a través de su magisterio, comprender y comunicar a los fieles la comprensión total de la Biblia.
Pero los evangélicos toman incorrectamente la posición católica.
Dicen que la Iglesia Católica reclama que la salvación se gana, y desesperadamente quieren evitar sucumbir en lo que ellos creen que es la posición Católica de que somos salvados por hacer cosas.
Pero sucede que esa no es la posición realmente católica.
Podemos resumir auténtica enseñanza católica de esta manera:
La salvación es un don gratuito de Dios. Es totalmente gratuito.
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Pero, al igual que cualquier regalo, puede ser rechazado.
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Y puede ser rechazado incluso después de que una vez ha sido aceptado.
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El rechazo entra por el pecado grave, mortal. Y si uno no está atento a esto puede perder la salvación.
LAS TRAMPAS EN LAS QUE CAEN LOS EVANGÉLICOS
Los evangélicos caen en trampas doctrinales porque toman versículos de la Biblia en forma aislada.
Aunque también es cierto que algunos católicos pueden caer en la misma trampa.
Pero en el caso de los evangélicos es grave porque, tratando de distanciarse de los errores de los católicos, terminan con una teología sesgada.
En particular toman como referente Romanos 10:9: “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo.”
En este versículo los evangélicos enfatizan “serás salvo”.
Y reclaman que este verso demuestra en sí mismo que todo lo que hay que hacer es aceptar a Cristo como Señor y Salvador.
Después de eso, nada más que hay que hacer.
Muchos de ellos van tan lejos como para decir que no hay pecado cometido por un “cristiano nacido de nuevo”, no importa lo atroz que sea, que pueda privar a esa persona del cielo.
Entonces uno no puede dejar de preguntarse: ¿Por qué un ateo pecador impenitente va al infierno y los cristianos pecadores no? ¿Entonces no hay cristianos pecadores en el infierno?
Otros evangélicos toman una posición ligeramente más suave, diciendo que es la apostasía de la fe (que ellos entienden que es el pecado contra el Espíritu Santo), lo que puede hacer perder al cristiano su salvación, pero nada más lo hará.
Cualquier otro pecado, no importa lo grave que sea, no deshará la salvación de uno.
¿Pero cuál es el fundamento de esta posición aparentemente tan insostenible?
Hay “cristianos bíblicos” que realmente ven una contradicción con el “una vez salvo, siempre salvo”.
Y se cubren argumentando que en realidad el verdadero cristiano nacido de nuevo no pecará en serio.
Y que cualquier persona que peca seriamente no pudo haber nacido de nuevo, no importa lo que él u otros hayan pensado anteriormente.
¿Pero cómo se puede saber?
Pensando lógicamente, esto lleva a una especie de agnosticismo.
Porque no se puede saber si alguien es realmente nacido de nuevo hasta la muerte.
Esta incapacidad de saber con certeza quién es salvo y quién no lo es socava la seguridad de la salvación, que afirman los “cristianos bíblicos” para sí mismos.
Ellos no pueden estar seguros hasta que estén muertos con toda seguridad, lo que significa que no tienen garantía en absoluto.
La mayoría de ellos no se dan cuenta del problema en su posición.
NO GANAMOS LA SALVACIÓN PERO SI LA CONDENACIÓN
En definitiva, católicos y evangélicos estamos de acuerdo en una cosa: la salvación no se gana
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No ganamos la salvación, pero sí ganamos la condenación.
Recuerda, “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23.).
Debemos tener claro cuál es el papel de las buenas obras.
La realización de buenas obras nos impide caer en malas obras.
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Dicho de otra forma, cuanto más aumentamos en santidad, menos probable es que caigamos en el pecado.
Por lo tanto cuando un cristiano te pregunte: “¿Estás salvado?”
Así es cómo hay que responder: “seré salvado, llegaré al cielo, siempre y cuando esté en estado de gracia.
Y tengo una fuerte confianza de que seré salvado, pero no una garantía absoluta, ya que ello sería contrario a las enseñanzas de la Biblia.
Mi salvación viene por la fe en Cristo, y está protegida por las buenas obras, que me mantienen alejado de los pecados que pueden destruir la gracia en mi alma”.
¿ES POSIBLE HABLAR ESTO CON EVANGÉLICOS?
¿Cómo deberíamos hablar de salvación con ellos?
El intercambio de versículos no deben ser lo primero.
Si empezamos la discusión así, el debate es probable que termine en un embrollo.
En primer lugar hay que explicar, lenta y repetidamente si es necesario, que los “cristianos bíblicos” entienden mal la posición católica.
Y que muchos católicos – incluidos aquellos de los que los “cristianos bíblicos” recibieron sus nociones del catolicismo -, también lo entienden mal.
No basta con citar Santiago 2:24:
“Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente“
Porque corremos el riesgo de poner las obras al mismo nivel que la fe como condición de la salvación.
Y ellos te contestarán con Efesios 2: 8-9:
“Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe”.
Aunque en otra parte, se señala que nuestro estado final, de felicidad o de la noche sin fin eterno, será una consecuencia de nuestros trabajos:
“Por la dureza y la impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti cólera para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual dará a cada cual según sus obras:
a los que, por la perseverancia en el bien busquen gloria, honor e inmortalidad: vida eterna;
mas a los rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles a la injusticia: cólera e indignación”. (Rom. 2: 5-8).
De modo que el intercambio de versículos aislados de la Biblia no aportará nada más confusión. Porque es necesario tomar la Biblia como un todo.
La mera aceptación de Jesús como Señor y Salvador es insuficiente para asegurar su salvación, porque podemos sucumbir al pecado.
Los cristianos que han aceptado a Cristo pueden perder la salvación si no están vigilantes de su santidad.
Y las obras buenas son un freno a las obras malas.
Fuentes:
Foros de la Virgen María


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