miércoles, 12 de octubre de 2016

DE NEW AGE SÓLO QUEDA EL NEGOCIO



10 octubre 2016

¿La New Age está viva o ha muerto? Desde Nueva York a Montreal, el debate ha animado, por segundo año consecutivo, el verano de los especialistas universitarios en ciencias religiosas, temporada tradicional de los congresos internacionales.
En Estados Unidos, pocos dudan que el movimiento está muerto; en cambio, en Europa parece todavía vivo, aunque en crisis. Pero la respuesta depende de lo que se entienda por New Age. Si consiste -como dicen los psicólogos de la religión- en el anuncio de una nueva época, el movimiento ha muerto a la vez que la frustrada esperanza en la Era de Acuario. Si se trata -como explican los historiadores- de “un despertar de una cultura laica anglosajona, interesada por el esoterismo”, también desde este punto de vista, la New Age parece haber agotado su impulso propulsor. El interés por lo oculto prospera, pero ha tomado vías diversas, radicadas en la tradición teosófica.

Para los sociólogos, la New Age no es un movimiento -no tiene estructuras unitarias, jefes, carnet-, sino una gran network, o mejor (según una expresión lanzada por el que suscribe y J. Gordon Melton), una metanetwork, una gigantesca red de espacios comunes donde se encuentran los pertenecientes a networks informales diversas, unidos por el gusto de lo exótico y lo alternativo: desde la network de los apasionados por las religiones orientales al de los llamados ecologistas \\’profundos\\’.

Un reciente acontecimiento editorial me lleva a formular una ulterior hipótesis: es verdad, el New Age agoniza en los Estados Unidos y está en crisis en Europa. Pero no deja tras de sí solamente sus pedazos -las networks que han recuperado su autonomía- y una vaga mentalidad difusa que influye en los gustos literarios. La New Age era también una máquina gigantesca que implicaba (aunque sin organizarlas) millones de personas que frecuentaban cursos, seminarios, festivales, ferias y salones de todo tipo, y compraban infinidad de productos diversos: libros, discos, colecciones de hojas mágicas. Esta máquina no se movía sola. Daba trabajo a millares de personas y se encajaba con prepotencia en el sector terciario avanzado.
Es el fenómeno que el sociólogo turinés Luigi Berzano llama terciario esotérico (…). Si New Age entra en crisis, el terciario esotérico conoce a su vez la recesión y el desempleo.

De ahí que los grandes gurús de New Age tengan que reconvertirse para sobrevivir. Algunos -es el caso de J.Z. Knight- fundan auténticos movimientos religiosos, con lo que van en la dirección que la New Age no quería tomar. Otros proponen un recorrido opuesto: presentan una New Age \\’rebajada\\’, que ya no se propone ofrecer respuestas globales a todos los problemas del mundo, o de garantizar la edad de oro para pasado mañana, sino que, más modestamente, se ofrecen como shopping center especializado y \\’alternativo\\’. Un lugar donde los profesionales del terciario esotérico disponen, uno junto al otro, sus stands y ofrecen su variopinta mercancía, sin insistir ya en sus grandes proyectos de dimensión planetaria. Hay quien vende horóscopos, servicios de grafología, de quiromancia; quien promete el bienestar de la medicinas alternativas, o quien ofrece cursos de meditación o música relajante.

Existen también los shopping centers virtuales en Internet, donde con un simple clic se pasa de un proveedor a otro del terciario esotérico. Y existen los shopping centers de papel, publicaciones que parecen iguales a las antiguas revistas de New Age (en buena parte difuntas), pero que no lo son, porque se diserta muy poco de los máximos sistemas o de los futuros radiantes y, por el contrario, en cada página se vende algo.


Por Massimo Introvigne
Avvenire, Milán

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