domingo, 9 de octubre de 2016

DAR GRACIAS A DIOS



"En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. Al llegar a cierta aldea le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, que desde lejos gritaban:
– ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
 Al verlos, Jesús les dijo:
–Id a presentaros a los sacerdotes.
Mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. Uno de ellos, al verse sanado, regresó alabando a Dios a grandes voces, y se inclinó hasta el suelo ante Jesús para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. Jesús dijo:
– ¿Acaso no son diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?
Y dijo al hombre:
–Levántate y vete. Por tu fe has sido salvado."

Los diez leprosos tienen Fe en Jesús y le obedecen. Por eso quedan curados en el camino. Pero sólo uno vuelve a darle las gracias. Y, precisamente, es un samaritano, un extranjero, un hereje. Los otros nueve han quedado curados; pero sólo este samaritano queda, además, salvado.

En nuestra vida espiritual pedimos con mucha facilidad. Pero, ¿sabemos dar gracias a Dios? A lo largo del día tenemos muchos motivos para dar gracias, porque todo es gracia. Cada mañana, al levantarnos, deberíamos dar gracias por habernos despertado y porque podemos empezar un nuevo día. Dar gracias porque tenemos algo para desayunar y porque un autobús o un metro nos lleva al trabajo o a la escuela. ¿Damos gracias porque podemos ir a la escuela mientras otros no pueden?¿Damos gracias porque tenemos trabajo y otros no lo tienen?... Así, a lo largo del día encontraremos mil motivos para dar gracias. Pero no os quedéis con un gracias espiritual a Dios. Mostrad el agradecimiento a esas personas que se acercan a ti, preparando el desayuno, conduciendo el autobús, enseñándote en clase...Esas personas son Dios que se te acerca. A veces nos perdemos buscando a Dios en las estrellas y olvidamos que lo tenemos junto a nosotros. Que esa persona que nos ha pedido un servicio o una ayuda, era Dios que se nos acercaba. Que esa persona a la que nosotros tendíamos la mano, con la que conversábamos, a la que atendíamos, era Dios junto a nosotros.

Y si durante el día no nos hemos acordado de dar gracias a Dios, siempre nos queda la ocasión de hacerlo antes de irnos a dormir, en el silencio de nuestra habitación. Demos gracias a Dios y seremos salvos. 

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