Profecías de la beata Ana
María Taigi.
La Profecía de los Tres Días
de Oscuridad ha sido dada por varios místicos y videntes de muchas épocas y
causa fascinación, a la vez que una mezcla entre alivio -¡por fin llegó la
purificación!- y temor.
Pero no deja de ser una
hipótesis, como todas las profecías, aunque algunos las invisten de tal grado
de certeza que les impide apreciar puntos de vista divergentes (incluso entre
los propios profetas) que lleva a unos a convertirse en ‘fan’ de una profecía y
‘enemigos’ de otra, e incluso llegando a denunciar a quien meramente informa,
acusándole de crear confusión.
Estimados
lectores, cuando publicamos algo no estamos indicando “tienen que creer en
esto al pie de la letra”, sino ejerciendo nuestro rol de informadores,
ofreciendo material para discernir. Con esto queremos contestar a los que nos escriben
furiosos porque publicamos algunos artículos con informaciones que ellos no
están de acuerdo, nos estigmatizan como protestantes, herejes y muchas cosas
más e incluso nos amenazan.
Para
complementar este artículo recomendamos leer:
- ¿Qué puede
haber de Cierto en la Profecía de los Tres Días de Oscuridad?
- Recopilación
sobre los tres días de oscuridad
- Las
Revelaciones de los Tres Días de Oscuridad a María Julia Jahenny en estos
Últimos Tiempos
- Revelación
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EEUU
- Nuevos
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‘10 Secretos’ de Medjugorje
- Este es el
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Medjugorje
- El Libro
del Apocalipsis Trae un Detallado Mapa de lo que Sucederá en el Gran Aviso
a la Humanidad
- Profecías
Católicas sobre el Fin de los Tiempos: un Gran Castigo Universal
Veamos ahora las profecías de Ana
María Taigi sobre los 3 días de oscuridad.
QUIEN FUE ANA MARÍA TAIGI
Ana María fue hija privilegiada de Luis Giannetti y
María Massi. Nació en Siena, La
Toscana, el 29 de mayo de 1769. En su bautismo recibió el nombre de Ana
María Antonia Gesualda.
En 1775, se mudó a Roma con sus pobres y piadosos
padres. A su debido tiempo Ana María se casó con Domenico Taigi, o más bien
Taegi, un joven piadoso y virtuoso,
pero de costumbres toscas y ásperas, lo que contribuyó mucho a la santificación
de María Taigi.
Ella
fue un modelo perfecto de esposa y madre cristiana. Tuvieron siete
hijos. Aunque profundamente humilde y retraída, el perfume de su extraordinaria
santidad se extendió a lo largo y ancho.
Ana María disfrutó de un regalo muy singular y
maravilloso de Dios. Durante cuarenta y
siete años, una luz sobrenatural misteriosa, una especie de sol, estaba siempre
ante sus ojos.
Allí ella podía leer el estado
de las conciencias, de las revoluciones, las guerras, los planes de los
gobiernos, los objetivos de las sociedades secretas, las supersticiones y
crímenes, la recompensa de los santos así como los castigos tanto temporales
como eternos, preparados por Dios para todas las transgresiones humanas.
Durante
su vida y después de su muerte ella obró muchos prodigios. Murió en Roma,
en gran olor de santidad, el 9 de junio de 1837.
El proceso de su beatificación avanzó muy
rápidamente y fue beatificada en 1920
en Roma.
Las previsiones proféticas de esta admirable
vidente alcanzan hasta el día del juicio universal. La mayor parte de sus
profecías se encuentran en los archivos
secretos de la Congregación de Ritos en Roma.
Pero muchas
de estas profecías fueron dadas a conocer por ella a un número
considerable de personas eminentes en virtud y también a varios altos
dignatarios. El Venerable Vicente María Strambi, obispo de Macerata, fue uno de
ellos. También monseñor Natali, quien durante veinticinco años, disfrutó de
toda su confianza.
El
cuerpo de la Beata Ana María Taigi se encuentra incorrupto en Roma.
El Cardenal Salotti escribió
su vida y profecías. Predijo la abdicación de Carlos IV de España, la caída de
Napoleón, la liberación del Papa Pío VII, etc., con un lujo de detalles que se
comprobaron todos.
Por ejemplo, cuando agonizaba el Papa León XII, piden oraciones a Ana María
Taigi y ella contestó:
“El Papa no morirá, pero que se prepare Monseñor
Strambi (su consejero) que ha ofrecido
la vida por él, pues el Señor ha aceptado su generoso ofrecimiento”
Y, para la sorpresa de todos, efectivamente León XII sale del peligro y de repente
Monseñor Strambi -actualmente beatificado-, cae desvanecido y muere.
LA PROFECÍA DEL CASTIGO
El
31 de agosto de 1816, ella oye de Nuestro Señor:
“Oh Roma, Roma. Hijos criminales. ¿Ignoráis el bien
que os hice?… Tomo nota de vuestra respuesta… Pero cuando Mi Padre Celestial dé la orden… Amada Mía: verás cómo terminará
Roma.
Sabe
que ahora caen como la nieve las almas en el infierno… que lloren y
sollocen amargamente…
No se puede llamar ya a Roma la Santa… Tú los ves,
lo ves claramente con tus propios ojos… Viven
como bestias.
Los hombres… No buscan aquí abajo más que el lujo, placeres y satisfacciones… y
se dejan llevar de toda clase de deseos culpables…
Y muchos se
me quejan todavía de no poder llevar el peso de sus miserias. Pero si yo
pudiera hablarte… quisiera abrirte Mi Corazón… Me vengaré… en ellos”
Según el Cardenal Sallotti, que tuvo acceso a todas
las actas del proceso de beatificación, Nuestro
Señor le mostró las tramas de las fuerzas secretas contra el alto clero.
En una ocasión Él le dirigió palabras de fuego
contra los sacerdotes que contaminaban
los altares.
“Ella vio también el futuro
castigo y al fin el triunfo de la Iglesia; Dios quiere purgar la tierra y su
Iglesia, para lo cual está preparando una plantación nueva de almas
desconocidas que operarán grandes y sorprendentes milagros” (Mons. Sallotti, págs.
300-340).
Los
castigos de la tierra serán mitigados, los del cielo serán universales y
espantosos.
“Cinco años antes de la muerte de Pio VII – refiere Mons.
Natali – me describió la gran prueba
en preparación: las revoluciones se abatirán sobre Roma, los desastres disminuirán
por las satisfacciones de los santos.
La cizaña será arrancada y
luego la mano de Dios volverá a imponer orden allí donde será impotente el
esfuerzo humano.
Los castigos de la tierra serán mitigados, pero los
del cielo serán universales y espantosos. Millones de hombres morirán por el hierro, sea en la guerra, sea en las
luchas civiles; otros millones perecerán de muerte imprevista.
Después, naciones
enteras volverán a la unidad de la Iglesia, muchos turcos, paganos,
judíos serán convertidos y su fervor
llenará de confusión a los antiguos cristianos.
En una palabra, me decía que el Señor quería limpiar el mundo y su
Iglesia, para lo cual preparaba un renacimiento milagroso, el triunfo de
su misericordia”.
También describió la visión de la tierra rodeada de llamas, cubierta por
tinieblas, que luego será especificada por la profecía de los tres días
de oscuridad:
“La misma visión se presentará muchas veces a la
beata. Ve a la tierra rodeada de llamas, la cubren las tinieblas, se hunden numerosos edificios, la tierra y el
cielo parecen agonizar.
La prueba es seguida de un renacimiento universal.
Y todo esto ocurrirá cuando parezca que
la Iglesia ha perdido todos los medios humanos de hacer frente a las persecuciones” (Mons. C.
Sallotti, pág. 159).
“No obstante, ve un día que el sol se abre y da paso a torrentes de sangre, mientras la
Virgen intercede para detener los castigos preparados. Símbolo de las
grandes crisis mediante las cuales Dios iba a purificar a la Iglesia.
Parece
desencadenarse un espantoso ciclón, el cielo arde, tiembla la tierra, se
vislumbran pestes, revoluciones, revueltas, matanzas, batallas, negros aeróstatos
recorren el cielo, cubriendo la tierra de fuego y de tinieblas…” (Mons. C. Sallotti,
pág. 172).
En el proceso de la beatificación del Venerable
Anna María Taigi, publicado en la Analecta Juris Pontificii, leemos lo que
sigue depuesto bajo juramento por el cardenal
Pedicini:
“Un día Ana María, mientras derramaba un torrente
de lágrimas, oró y ofreció sus acciones y sufrimientos por la conversión de los
pecadores, por la destrucción del pecado y para que Dios sea conocido y amado
por todos los hombres.
Entonces, Dios
le manifestó los horribles pecados de personas de toda condición, y cómo Él se
sintió gravemente ofendida.
Al ver esto, la sierva de Dios experimentó un dolor
profundo y suspirando exclamó: ‘¡Oh, amado Señor! ¿Cuál es el remedio para este
desastre?’
Jesucristo contestó: ‘Hija mía, mi esposa la
Iglesia, mi Padre y yo mismo deberemos remediar todo. Después del castigo… los que han de sobrevivir tendrán que comportarse
bien’.
En este punto ella vio
innumerables conversiones de herejes, quienes volvían al seno de la Iglesia.
Vio también, la edificante conducta de sus vidas, así como la de todos los
otros católicos”.
LA PROFECÍA DE LOS TRES DÍAS
DE OSCURIDAD
¿Qué profetizó concretamente Ana María Taigi para
nuestros tiempos sobre los tres días de oscuridad?
“Dios
enviará dos castigos: uno en forma de guerra, revoluciones y peligros,
originados en la tierra; y otro enviado desde el Cielo.
Vendrá sobre la tierra una
oscuridad total que durará tres días y tres noches. Nada será visible y el aire
se volverá pestilente, nocivo, y dañará, pero solo a los enemigos de la
religión.
Durante los tres días de tinieblas la luz artificial será imposible. Sólo las
velas benditas arderán. (…)
Los
fieles deben permanecer en sus casas rezando el Santo Rosario, y pidiendo a
Dios Misericordia.
Los
malos perecerán en toda la tierra durante esta oscuridad universal, con excepción de
algunos pocos que se convertirán.”
En otra visión vio:
“La tierra envuelta en llamas, hundiéndose numerosos
edificios. La tierra y el cielo parecía que estaban agonizando. Millones de hombres morirán por el hierro,
unos en guerras, otros en luchas civiles; millones perecerán en los tres días
de tinieblas. (…) Después de purificar al mundo y a su iglesia, y de
arrancar de cuajo toda la mala hierba, Nuestro Señor operará un renacimiento
milagroso”…
“Los cirios benditos
preservarán de la muerte así como las oraciones a la Santa Virgen y a los
ángeles”.
“Tinieblas pestilentes, pobladas de visiones
horrorosas, envolverán la tierra durante tres días. Los demonios aparecerán
bajo toda suerte de formas horribles”.
“Quien quiera que abra la
ventana por curiosidad y mire afuera, o bien salga de la casa, caerá muerto en
el acto. En estos días todos deben quedar en su casa, recitando el Rosario e
implorando la misericordia Divina…” (M. Servant, pág. 374).
En definitiva, una gruesa tiniebla envolverá la Tierra durante tres días. Esta
horrible oscuridad se impregna con vapores pestilentes. Está llena de
apariciones espantosas que van a provocar
especialmente la muerte de los enemigos hipócritas y de los enemigos declarados
de la Santa Iglesia.
Ana María anunció que muchos hombres impíos,
enemigos de su Iglesia y de su Dios, serán matados por este flagelo divino, sus cuerpos sobre Roma serán tan numerosos
como los peces que la inundación del Tíber hubo una vez llevado a la
ciudad.
Todos los enemigos de la Iglesia, tanto los
secretos como los bien conocidos, perecerán durante esa oscuridad universal, con la excepción de algunos pocos, que Dios
hará convertir poco después. El aire se infectará de malos espíritus, aparecerán demonios de todas clases y de
formas horribles.
Ana María contempló la oscuridad total de tres días
sucesivos, esparciéndose por todo el
mundo. Vio la caída en ruinas de paredes, acompañadas de mucho polvo,
como si un gran edificio hubiese caído abajo. Este flagelo le fue mostrado en
diversas ocasiones.
Esto podría indicar ruinas causadas por espantosos terremotos, o destrucciones efectuadas por
terroristas.
Asumimos como bastante seguro,
que esta oscuridad será física y concreta, similar a la sucedida en Egipto,
mencionada en el Éxodo, capítulo décimo, y que será ininterrumpida durante tres
días.
Se admite universalmente que Dios castigó a los egipcios con tinieblas
materiales por su voluntaria ceguera interna, corrupción y obstinación.
Monsieur Nicolás Amadeus dijo respecto a esta
profecía:
“Por mi parte, no voy a dar por confirmado que la
oscuridad física vendrá; pero me parece que el tema es demasiado grave para
reírse. Las profecías bíblicas y la historia y estado de la mente humana en la
época actual, pueden justificar los temores de muchas personas sobre este tema.
Una oscuridad física de tres días de
duración tuvo lugar en Egipto, por lo mismo se deduce que es posible que
tengamos otra vez el mismo fenómeno; pues si ya sucedió algo así, algo
similar puede suceder de nuevo”.
La
apertura del sexto sello, descrita en Apocalipsis, parece predecir una gran
oscuridad
cuando señala que después de un gran terremoto el sol se pondrá negro como ropa
de luto.
“Vi cuando el Cordero abrió el sexto sello, hubo un
gran terremoto, el sol se puso negro
como tela de cilicio, la luna toda como sangre; las estrellas cayeron del cielo
como la higuera malogra sus higos verdes cuando es sacudida por un fuerte
viento; el cielo se retiró enrollándose como un largo pergamino y montes e
islas fueron removidas de sus lugares. Los reyes de la tierra, los príncipes,
los tribunos, los hombres ricos, los hombres fuertes y todo siervo y todo libre
se escondieron en cuevas entre las peñas de los montes; diciendo a los montes y
a las peñas: “Caed sobre nosotros y escondednos del rostro de aquel que está
sentado sobre el trono y de la ira del Cordero. Porque el gran día de su ira ha llegado, ¿y quién podrá sostenerse en
pie?”
(Apoc. 6:12-17)
TERMINARÁ CON LA VENIDA DE SAN
PEDRO Y SAN PABLO
Una
aparición celestial vendrá a tranquilizar a los fieles. San Pedro y San Pablo
van a aparecer sobre las nubes, los hombres todos los verán y de una manera
sobrenatural, la fe volverá a sus corazones. Innumerables conversiones de
herejes causarán una gran edificación universal.
“Después de las tinieblas San
Pedro y San Pablo descenderán de los cielos, predicarán en todo el universo y
designarán al Papa. Una gran luz saldrá de su persona e irá a posar sobre el
Cardenal futuro Papa”.
“San Miguel Arcángel
apareciendo, entonces, sobre la tierra bajo forma humana, tendrá al demonio
encadenado hasta la época de la predicación del Anticristo.
En ese tiempo la religión extenderá su imperio
‘Unus Pastor’. Los rusos serán convertidos, así como los ingleses y la China, y
el pueblo estará en júbilo contemplando el triunfo brillante de la Iglesia” (M. Servant,
pág. 234).
Como vemos, los tres días de
oscuridad son la culminación de una tribulación, pero quizás no la Gran
Tribulación, sino la tribulación menor, porque a la salida de esta tribulación
el demonio será encadenado y recién luego vendrá la predicación del Anticristo,
de modo que esto avala la hipótesis de que aún falta mucho para la Segunda
Venida de Cristo, ver aquí.
Foros de la
Virgen María
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