Solemne. Se dice que un exorcismo es
solemne cuando es hecho oficialmente bajo la autorización de la Iglesia
Católica a una persona poseída por malos espíritus. Un riguroso examen
psicológico debe hacérsele a la víctima, para establecer si en realidad existe
un caso de posesión, si es solo influencia demoníaca o si es un fraude.
La víctima debe mostrar signos típicos que acompañan a los poseídos,
entre ellos conocimiento de otras lenguas, predicción del futuro, blasfemia y
aborrecimiento de las cosas santas tales como el agua, la sal o el aceite
benditos, fuerza sobrenatural, levitación etc.
Solamente un sacerdote autorizado lo puede hacer siguiendo el rito
oficial expedido por la Iglesia. El demonio o demonios presentes en el poseído
recibe órdenes del exorcista de salir y no volver más en el nombre de
Jesucristo y de la Iglesia en general la cual recibió de Cristo la promesa de
que las puertas del Infierno no prevalecerían contra ella (Mateo 16:18).
Privado. Los fieles de la Iglesia
pueden hacer oraciones de liberación, en las cuales se solicita la intervención
divina para arrojar la influencia demoníaca de cualquier persona, sitio u
objeto. Debido al extremo peligro que se puede presentar debido a la falta de
conocimiento sobre el enemigo, es necesario conocer más a fondo todo lo
concerniente al demonio y sus ángeles, por esta razón la Iglesia no permite
hacer exorcismos sino por un sacerdote debidamente calificado y autorizado por
un Obispo.
1 Pedro 5:8-9 San Pedro la cabeza de la Iglesia nos exhorta a tener
disciplina y mantenernos alerta, puesto que como un león rugiente nuestro
adversario el demonio ronda en busca alguien a quien devorar. Nos dice que
tenemos que resistirle permaneciendo firmes en la fe.
Armémonos pues de mucha fe en Dios, y crezcamos en la oración para que
Dios escuche nuestras oraciones de liberación.
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