jueves, 8 de septiembre de 2016

MADRE TERESA FUE EL “ÁNGEL DE LOS POBRES EN EL MONTE DE LOS OLIVOS”


VATICANO, 07 Sep. 16 / 08:04 pm (ACI).- El sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus, escribió un comentario sobre la “mística” de Santa Teresa de Calcuta, a quien llamó “El ángel de los pobres en el Monte de los Olivos”.
Aquí el resumen de su columna publicada originalmente en CNA Deutsche:
Santa Teresa de Calcuta es un ícono del Año de la Misericordia. Como enfermera conoció el sufrimiento físico y emocional de las personas, y es respetada por su servicio desinteresado entre los enfermos y abandonados.
Madre Teresa nunca quiso ser más que ningún trabajador social o filántropo, ella solo quería servir a Cristo. Entendió que Jesús se encuentra en el más pobre entre los pobres, que Él sufrió y continúa sufriendo de manera misteriosa en cada enfermo y hambriento.
En el Monte de los Olivos y el Gólgota, Jesús tuvo a todos los hombres del mundo de pie frente a sus ojos, no una masa anónima, sino a cada individuo en particular. Y aunque Él, verdadero Dios y verdadero hombre, sufrió por los pecados de la humanidad, fue consolado por cada oración piadosa, inclusive aquellas que son recitadas 2.000 años después de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Las buenas obras que se estén realizando hoy en día, en aquel tiempo fueron una gota de agua en sus labios resecos. Madre Teresa escuchó su grito “tengo sed” y le dio de beber al mostrar su amor tierno por los necesitados. “Tengo sed” gritaba Cristo, quien anhela el agua de nuestra devoción. Los Santos comprendieron que el Señor se hizo mendigo sí mismo mendigo para que podamos aliviar en algo su angustia.
La Madre Teresa supo tocar el cuerpo enfermo del mismo Cristo. Entendió que lo cuidaba, vestía, alimentaba y confortaba. Reconoció que los cristianos creemos en un Dios que tiene hambre y sed. Ella quiso, como "ángel de los pobres" confortar al Señor en el Monte de los Olivos ante el sueño de sus amigos.
Las obras de misericordia de la Madre Teresa eran más que un compromiso social. Practicaba el misticismo cristiano que en repetidas ocasiones significa la conversión continua. Imitaba al Cristo que sale al encuentro de la humanidad, pero también al que sufre; se encontraba con Él en el dolor y en la carga del pecado sobre sí.
Más que seguir un modelo de conciencia social, la Madre Teresa tuvo un profundo misticismo en Cristo. Su caridad y lo que enseñó acerca de Jesús es verdadero, en el sentido de sufrir con él y aliviar su sufrimiento a través del necesitado. Los numerosos admiradores de la Madre a menudo no saben de esta misión espiritual, la cual fue la verdadera razón de todas sus obras de caridad.
Pidamos a Santa Madre Teresa por nuestra salud espiritual para que logremos “salir hacia fuera”, como expresó en una ocasión el Papa Francisco, no sólo para los que están en necesidad de consuelo, sino para darle de beber al mismo Jesús. Este es el más profundo misticismo de la caridad: “el consuelo que proviene de Dios”.
Una paradoja difícil que tiene sus raíces en la encarnación del Hijo de Dios. El Beato Francisco Martos –uno de los pastorcitos de Fátima– estaba fascinado con el pensamiento de consolar a aquel Jesús oculto.
El mismo Señor le dice a Santa Margarita María de Alacoque acerca de su anhelo de amorosa adoración: "Tengo sed, pero una sed tan ardiente de ser amado por los hombres en el Santísimo Sacramento, que esta sed me consume y no hallo a nadie que se esfuerce según mi deseo en apagármela, correspondiendo de alguna manera a mi amor”.
Este amor también era una parte integral de la vida cotidiana de la Madre Teresa: al beber de la copa al mismo Cristo en la Sagrada Eucaristía y en el cuidado devocional de los enfermos.

La Madre Teresa nos enseña cómo podemos satisfacer la sed infinita de un Dios que quiso morir en la cruz. Las muchas semanas y meses que vivió sin consuelo espiritual; que tuvo que soportar y resistir como Cristo en la cruz: "Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?". La enfermería, la Adoración Eucarística, resistir mentalmente la soledad y el miedo. De esa forma la Santa de Calcuta dio de beber a Cristo a través de la comprensión de la mística cristiana.  Una y otra vez la palabra "Tengo sed" aparece en sus escritos y oraciones.

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