martes, 13 de septiembre de 2016

COMO UNA VELA



Mujeres iluminando el mundo, ¿qué te dice? ¿En qué piensas? ¿Qué es ser “mujer” en nuestros días?, y ¿qué es iluminar?
ILUMINAR: alumbrar, dar luz.

Sinónimo: ilustrar, esclarecer, aclarar, inspirar.

Mujeres iluminando el mundo, ¿qué te dice? ¿en qué piensas? ¿Qué es ser “mujer” en nuestros días, y ¿qué es iluminar ? Te invito, a que con calma reflexionemos a través de la historia:
-César en el siglo I antes de C. pensaba que un millón y medio de galos muertos no era un precio demasiado alto para reinar en Roma.
-En 1917 Lenin, pensaba que seis millones de muertos no era un precio demasiado alto para la revolución.
-En 1945 Adolfo Hitler, pensaba que seis millones de judíos muertos no eran un precio demasiado alto para mantener “pura” la raza.
-Entre 1939 y 1945 los nacionalistas pensaban que cincuenta millones de muertos en una guerra mundial no era un precio demasiado alto para la supremacía de Alemania.
-En 1991 cien mil mujeres y niños árabes muertos no parecen ser un precio demasiado alto para las ideas norteamericanas de un “nuevo orden” en el Golfo.

En el Sudán cientos de niños hambrientos, caminan casi sin poder sostenerse en sus piernas para poder ser admitidos en uno de los centros de alimentos. El que sea admitido o no, determinará su supervivencia o muerte. La guerra civil lleva 15 años y nunca, como a las puertas del nuevo siglo habrá mayor cantidad de hambrientos en el mundo.

Estas son sólo algunas de las guerras por las cuáles la humanidad ha tenido que pasar en nuestro siglo y en los anteriores en nombre de la paz. Para hablar de revolución interna y de revolución en el corazón de una mujer es preciso colocarla antes frente a su realidad, no únicamente su entorno, su país, sino su realidad a nivel de la humanidad. Para poder iluminar el mundo, iluminarlo de verdad es preciso llegar a las raíces de nuestra misma humanidad y analizar como el mismo hombre a través de los siglos ha ido causando su propia destrucción. En el caso de la mujer en específico, la vida moderna y el desarrollo material han provocado cambios importantes. La mujer es quien ha sido más liberadas pero al mismo tiempo reprimida y mal encauzada. Para volver a nuestra identidad y ser efectivas en nuestro papel como tales necesitamos conocer nuestra naturaleza y nuestra especial vocación.

Sólo así podremos dar al mundo nuevas generaciones cuya característica innata será el amor.
“El desarrollo personal es un compromiso mucho más alto que el sacrificio personal. Lo que más ha retrasado y milita aún contra el desarrollo femenino es el auto-sacrificio.” – Elizabeth Stanton.

¿Es el auto-sacrificio una cuestión de modernidad?
“…el click: el reconocimiento, ese paréntesis de verdad que completa el rompecabezas de la realidad en la mente y en el corazón de una mujer; el momento que hace desatar una carga eléctrica a lo largo de tu cuerpo, despierta a nuestra alma e indica que la revolución ha comenzado.” – Sheila Morataya – Fleishman.

¿Estoy consciente de mi compromiso para con la sociedad?
“Desde el momento que el alma de una mujer tiene la gracia de conocer a Dios debe buscar.” – Teresa de Calcuta.

¿Cómo estoy buscando a Dios en mi vida diaria?
“Ahora todo se fusiona, cae en su lugar, desde el deseo hasta la acción, la palabra al silencio, mi trabajo, mi tiempo, mi rostro reunidos en un solo intenso gesto de crecer como una planta.” – May Sarton.

¿Cuánto medito cada día para hacer del mundo un lugar espléndido y soberano?
“Estamos en el mundo para servir a la humanidad.” – Edith Stein.

¿Cómo estoy haciendo para hacer esto realidad en la vida de los míos?
La autora norteamericana, Joan Borysenko en su libro “A woman”s Book of life” hace una investigación profunda dentro de la psicología, biología y espiritualidad de la mujer. Se le hizo la siguiente pregunta a más de diez mil mujeres: Si pudieras retroceder el tiempo de tu vida y usar mejor tu juventud, ¿qué pedirías? La respuesta fue una: sabiduría para poder tomar las decisiones que siempre afectarán a otros. La sabiduría, es algo que debemos pedir constantemente a Dios en nuestras oraciones o meditaciones personales. La mujer de hoy, muchas veces está sumergida en ella misma y se olvida de su deber social más grande: servir a la humanidad. A todas nos une esa especial espiritualidad que sobrepasa las barreras religiosas y que se convierte en una potencia iluminadora que va más allá de las fronteras que nos separan.

La gran labor de nuestra vida consiste en algo mucho más importante que ganar dinero; encontrar una pareja; tener una carrera; criar niños; estar guapa; alcanzar la salud psicológica o desafiar el envejecimiento, la enfermedad y la muerte. La gran tarea que nos aguarda es el reconocimiento de lo sagrado de nuestra misión cotidiana, día a día, vivir conscientemente y con una expresión de profunda gratitud por las maravillas de Dios y su Creación.


Sheila Morataya-Fleishman

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