La mayoría del tiempo no
percibimos que están actuando, pero lo hacen todo el tiempo.
Porque Dios puso a nuestra
disposición un Ángel Guardián para asistirnos en todo nuestro viaje en la
Tierra.
Y no duermen, están
siempre alertas. ¡Es
tonto no usar esta ventaja!
Aunque tengas dudas de su
existencia, prueba pedirle cosas.
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Y no te olvides de agradecerle.
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Mira estas historias que muestran cómo actúan nuestros Ángeles de la Guarda.
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Y no te olvides de agradecerle.
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Mira estas historias que muestran cómo actúan nuestros Ángeles de la Guarda.
EL ARCÁNGEL MIGUEL ACOMPAÑA A
UN SOLDADO Y LO SALVA
En la Guerra de Corea, un
soldado estadounidense llamado Miguel experimentó la extraordinaria ayuda
de su santo patrón, a quien él le había rezado por su protección todos los
días desde su juventud.
A continuación un extracto de la carta a su
madre, que fue verificada por el
Capellán de la Marina.
Él
y su pelotón salieron a patrullar en un día nublado de invierno. Un soldado
nuevo se había unido al grupo y marchó junto a Miguel. Se volvió hacia él
y le dijo:
“Nunca
te había visto antes. Yo creía que conocía a todos los del pelotón”.
“Me he enlistado en el última momento”, respondió.
“Mi
nombre es Miguel.”
“¿De verdad?” dije sorprendido.
“¡Ese es mi nombre, también!”
“Yo sé”, dijo… y luego… “Miguel, Miguel, de la mañana…”
Esas
eran las palabras iniciales de su oración diaria a San Miguel; ¡¿cómo es
que este nuevo soldado podía conocer su nombre y mucho menos que él decía esta
oración?!
Sin embargo, él había enseñado la oración a los otros soldados, tal vez, esa
era la razón por la que él lo supiera.
Caminaron en silencio por un tiempo, y luego el
nuevo Miguel advirtió:
“Vamos
a tener algunos problemas más adelante”.
Con la niebla ellos quedaron separados del resto de
las tropas; empieza a nevar.
Más tarde, la niebla se despeja, deja de nevar y
sale el sol.
Caminaron sobre una pequeña colina, y se encuentran con siete soldados comunistas
esperando por ellos apuntándolos con rifles a 30-40 metros de
distancia.
Nuestro
Miguel gritó:
“¡Al suelo!” y se
tiró en el suelo justo cuando les dispararon, pero el nuevo Miguel todavía estaba allí de pie.
Tenía
que haber muerto instantáneamente.
Nuestro Miguel se levantó para
salvar a su nuevo amigo inexperto, pero cuando lo hizo, fue herido en el pecho.
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Todo lo que podía recordar eran los fuertes brazos de Miguel rodeanlo, tendido con él en el suelo.
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Miró hacia arriba y vio en ese momento a San Miguel de pie con un resplandor de gloria, su rostro brillaba como el sol.
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¡Tenía una espada en la mano que resplandecía con un millón de luces!
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Todo lo que podía recordar eran los fuertes brazos de Miguel rodeanlo, tendido con él en el suelo.
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Miró hacia arriba y vio en ese momento a San Miguel de pie con un resplandor de gloria, su rostro brillaba como el sol.
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¡Tenía una espada en la mano que resplandecía con un millón de luces!
Eso fue lo último que nuestro
Miguel vio; se desmayó.
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Cuando se despertó, su propio grupo de soldados estaba alrededor de él, atendiendo su herida.
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Él les preguntó dónde estaba Miguel.
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Pero nadie había visto a este nuevo soldado Miguel.
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Por otra parte, el sargento había visto que nuestro Miguel habia caminado solo.
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Cuando se despertó, su propio grupo de soldados estaba alrededor de él, atendiendo su herida.
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Él les preguntó dónde estaba Miguel.
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Pero nadie había visto a este nuevo soldado Miguel.
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Por otra parte, el sargento había visto que nuestro Miguel habia caminado solo.
Por su parte, querían saber cómo lo había
hecho. ¿De qué estaban hablando?
Querían
saber cómo se las había arreglado para matar a los siete de las tropas enemigas
sin disparar un tiro.
Todos
ellos habían sido despachados con el golpe de una espada.
SU ÁNGEL LE REVELA A UN
SACERDOTE SOBRE PECADORES Y CONVERTIDOS
Uno de los sacerdotes contaba cómo un cierto obispo
había oído que dos hombres de su rebaño
eran unos adúlteros vergonzosos, y le pidió a Dios que le mostrara si esto era
cierto.
Así que después de la consagración de la Ofrenda,
cuando ambos se acercaron para la Comunión, miró atentamente los rostros de
cada uno.
Los
rostros de los pecadores se mostrarían tan negros como el carbón, con los ojos
inyectados con sangre.
Otros
vendrían siempre con rostros serenos vestidos de blanco.
Por otra parte, después de recibir el Cuerpo del Señor,
las imágenes de algunos parecerían
iluminarse, mientras que la de otros encenderse en llamas.
Con el fin de averiguar si era cierto que los dos
hombres habían cometido el crimen, observó que al dar la Comunión vio que la cara de uno de ellos era justa y honesta y
la cara del otro era negra y fea.
Al momento que la gracia
de los Divinos Misterios comenzó a surtir efecto, vio un rayo de luz iluminar
la cara de uno.
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Mientras las llamas incendiaban al otro.
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El obispo oró para poder entender el significado de lo que se había mostrado acerca de cada uno, y un ángel del Señor vino y se colocó a su lado.
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Mientras las llamas incendiaban al otro.
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El obispo oró para poder entender el significado de lo que se había mostrado acerca de cada uno, y un ángel del Señor vino y se colocó a su lado.
“Todo lo que has oído hablar
de ellos es verdad”, dijo.
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“Pero uno de ellos persiste en su desgracia y está decidido a seguir pecando.
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Por eso viste su rostro negro y en llamas.
.
El otro también ha hecho exactamente lo que has oído hablar, pero viste su cara iluminarse con una luz clara.
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Porque está escrito que él ha renunciado a esas malas acciones que anteriormente cometió.
.
Con lágrimas y gemidos, el ha rogado perdón a Dios y prometió que si sus pecados eran perdonados, no los cometería de nuevo.
.
Así que su antiguos pecados han sido borrados, y él ha alcanzado el estado de gracia que usted ha visto”.
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“Pero uno de ellos persiste en su desgracia y está decidido a seguir pecando.
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Por eso viste su rostro negro y en llamas.
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El otro también ha hecho exactamente lo que has oído hablar, pero viste su cara iluminarse con una luz clara.
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Porque está escrito que él ha renunciado a esas malas acciones que anteriormente cometió.
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Con lágrimas y gemidos, el ha rogado perdón a Dios y prometió que si sus pecados eran perdonados, no los cometería de nuevo.
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Así que su antiguos pecados han sido borrados, y él ha alcanzado el estado de gracia que usted ha visto”.
“Estoy
maravillado“, dijo el obispo, “que la gracia de Dios no
sólo ha rescatado este hombre de los tormentos debido a una vida tan
licenciosa, y que ya le ha recompensado con tal honor.”
“Haces bien en maravillarte”, dijo el ángel, “pues
eres solamente humano, pero su Dios y el nuestro es sencillamente bueno y benévolo con aquellos quienes dejan de
pecar.
Los
que vienen a Él a la Confesión, Él no sólo los perdona, sino los corona con honor.
Porque
Dios amó tanto a la humanidad, que El dio a su unigénito Hijo por los pecadores,
y por los pecadores Él lo entregó a la muerte (Jn 3:16).
Siendo
nosotros todavía pecadores Él eligió morir por nosotros (Rom. 5: 8), así que
¡cuanto más deberá Él amarnos cuando nos hemos convertido en uno de los
suyos!
Sepan, pues, que no hay pecado humano que pueda extinguir el amor de Dios, si sólo cada
uno rectificara sus ofensas pasadas con la penitencia.
Pues el
Señor es misericordioso; Él sabe lo fuerte que son las pasiones y qué
tan fuerte y dañino es el diablo.
El
cuida de Sus hijos cuando caen en pecado y les ofrece enmendar sus
vidas.
Él
tiene compasión de aquellos que son lentos para arrepentirse, pero cuando les
ha desatado de sus pecados, Él les otorga la recompensa de los
virtudes”. [traducido por Gentianus Hervetus: Paladio, Obispo de
Helenópolis (. c † 420 dC)]
VEN AL ÁNGEL DE LA GUARDA
VIGILANDO
Esta historia ocurrió durante la Gran Depresión en
la década de 1930 en Chicago.
Fue
contada por un sacerdote, hermano del Dr. Brown, protagonista de la historia
En las primeras horas de la mañana el Dr. Brown fue
sacudido de su sueño por el sonido
insistente del teléfono. Recuerda estar atontado y tanteando por el
receptor; una voz ronca y tensa imploró:
¿Es este el Dr. Brown?”
“Sí, soy yo.”
“¿Podría
venir rápidamente? ¡Es urgente, una cuestión de vida o muerte!”
“Sí, voy a ir. ¿Dónde vives?”
“Diecisiete Alan Street, por favor, venga pronto.”
El
Dr. Brown se vistió rápidamente, tomó sus cosas y pronto se dirigió a Alan Street; era
muy solitario manejar solo a través de las oscuras calles durante la noche.
El
barrio hacia el que se dirigía estaba en el “otro lado de las vías”, donde
incluso durante el día, uno podría no sentirse demasiado cómodo de caminar.
El Dr. Brown encontró la casa con bastante
facilidad, una residencia; sólo que era muy peculiar porque no había luces encendidas.
Se
acercó a la puerta y tocó; después de una pausa, volvió a
tocar. Todavía no había respuesta. Su tercer golpe, sin embargo,
provocó una respuesta áspera,
“¿Quién está ahí?”
“Es el Dr. Brown. He recibido una llamada urgente
por una emergencia. ¿Es esto diecisiete Alan Street?”
“Sí, lo es, pero nadie lo llamó, ¡váyase de aquí!”
Al
alejarse, escudriñó la calle inquisitivamente buscando luces que podrían indicar donde realmente
se necesitaba su ayuda.
Al
no ver ninguna, se reprochó de nuevo, pensando que no había anotado correctamente el
número de la calle.
O
tal vez, era sólo una mala broma.
En cualquier caso, no había nada más que el pudiera
hacer, sino regresar a casa, y como no había una llamada de seguimiento, simplemente se olvidó del asunto en los
siguientes días.
Varias
semanas más tarde, sin embargo, recibió otra llamada durante el día
de la sala de emergencias del hospital.
La enfermera explicó que un hombre, un tal John Turner, que acababa de sufrir un
grave accidente y definitivamente se estaba muriendo, estaba pidiendo hablar
con el Dr. Robert Brown.
“Doctor,
¿podría venir rápidamente? Él no tiene mucho tiempo. Él no nos va a
decir por qué él tiene que hablar con usted.”
El
Dr. Brown accedió a ir, sin embargo, estaba bastante confuso, porque no
conocía a nadie con el nombre de John Turner.
Esta duda fue verificada por el paciente, quien
dijo:
“Dr. Brown, usted no me conoce, pero tenía que hablar con usted antes de morir y
pedir su perdón.
Usted
recordará haber recibido una llamada telefónica hace varias
semanas, en la oscuridad de la noche”.
“Sí, me acuerdo de la llamada, pero…”
“Fui yo quien lo llame.”
El moribundo se explica:
“No había
tenido ningún trabajo durante meses, había vendido todo lo de valor en
la casa, y todavía no podía alimentar a mi familia.
No
podía soportar las implorantes miradas hambrientas en los ojos de mis hijos.
En
mi desesperación, decidí llamar a un médico para obtener ayuda en el medio de
la noche.
Mi
plan era matarlo, tomar su dinero y vender sus instrumentos“.
Aunque horrorizado, el Dr. Brown no podía dejar de
protestar:
“Sí, pero yo fui, ¿por qué no me mató?“
“Yo estaba esperando que usted
veniera solo, pero cuando vi al hombre joven grande, poderoso a su lado me dio
miedo; y así que enfadado lo dejé ir.
.
Por favor, perdóname”.
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Por favor, perdóname”.
“Sí, por supuesto”, murmuró el
doctor Brown perturbado.
Un escalofrío se había
apoderado de él.
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No había tenido la menor idea de que lo que le había parecido como un error molesto o incluso una mala broma había sido realmente una llamada cercana a la muerte.
.
Y menos aún había sospechado que su ángel de la guarda (a quien él para siempre atribuyó esta intervención) había salvado su vida esa noche.
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De hecho, el “hombre joven poderoso” había aparecido sólo a su agresor, quien ahora moribundo, imploraba su perdón.
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No había tenido la menor idea de que lo que le había parecido como un error molesto o incluso una mala broma había sido realmente una llamada cercana a la muerte.
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Y menos aún había sospechado que su ángel de la guarda (a quien él para siempre atribuyó esta intervención) había salvado su vida esa noche.
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De hecho, el “hombre joven poderoso” había aparecido sólo a su agresor, quien ahora moribundo, imploraba su perdón.
¿Qué
impresionante son los caminos de Dios? ¿Con qué frecuencia nuestros ángeles nos
protegen de todo daño sin que ni siquiera nosotros nos enteremos del hecho.
UNA MUJER INVOCA AL ÁNGEL DE
LA GUARDA DE SU MARIDO
Con motivo de una misión parroquial, una mujer de
un pueblo vecino buscó a uno de los sacerdotes.
“¡Padre, su
consejo de llamar a los Santos Ángeles Custodios de los que nos rodean ya ha
funcionado!
Mi
esposo solía ir a un bar con bastante frecuencia.
Por lo general, él llegaba a casa borracho tarde en
la noche, y entonces escuché su consejo: ‘
Si
un marido va a un bar, entonces la esposa en casa debe saludar y pedir ayuda a
su ángel de la guarda y los Ángeles de la Guarda de sus amigos.’
Enseguida seguí su consejo”.
“Desde hace un tiempo, mi marido ha estado viniendo
a casa a las 10:00 pm, y no está borracho.
Finalmente me dijo: ‘Yo no sé de qué se trata’.
A
las 9:30, siempre me pongo inquieto e intranquilo. Me vuelve loco, la cerveza
ya no tiene buen sabor, ya no me llevo bien con mis amigos.
Es
como si alguien quiere que me vaya. Algo debe estar mal con mi corazón. Tengo
que ir a ver al médico’”.
“No, estás
en perfecto estado de salud te conozco. Solo ven a casa en el
momento apropiado. Eso será suficiente medicamento para ti”.
Entonces la mujer le dijo al sacerdote:
“Yo estoy segura que la
inquietud viene de su Ángel de la Guarda.
.
Cuando fue al bar, oré los misterios dolorosos del Rosario en honor a su ángel de la guarda y los ángeles de la guarda de todos los que están en el bar.
.
Para que mi marido se sanara y no se convierta en un borracho”.
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Cuando fue al bar, oré los misterios dolorosos del Rosario en honor a su ángel de la guarda y los ángeles de la guarda de todos los que están en el bar.
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Para que mi marido se sanara y no se convierta en un borracho”.
[Padre Gerard Stegmiller, Der Schutzengelpater
erzählt, Kral-Verlag, p. 14]
EL ÁNGEL DE LA GUARDA SALVA A
UNA NIÑA DE UN LADRÓN
Mucha gente sabe de las intervenciones angélicas
sólo en relación con situaciones de emergencia, como por ejemplo en los
accidentes de la calle.
Pero los
santos ángeles se preocupan aún más por nuestro bienestar espiritual,
aunque no siempre reconocemos su amorosa preocupación.
En la siguiente historia, se unen las dos
dimensiones de su ayuda vigilante.
El
16 de agosto de 1936, un ladrón realizó una “visita” al propietario de una
fábrica de cuero, Herman Moebius, que vivía en un pequeño pueblo en
un lago en Alemania.
La
hija de cuatro años de edad de Herman, Helga, dormía en el cuarto de los
niños.
El
ladrón,
Frederick Metzler, quien ya había sido detenido en varias ocasiones por robo,
entró por el jardín de atrás, se subió a la terraza y entró en la ventana en el
segundo piso de la casa.
Violentó un escritorio y dos armarios, y saqueó
unas joyas de poco valor particular.
De
repente, la niña, Helga estaba delante del ladrón en pijama.
“¿Qué estás
haciendo?” preguntó la niña. (Esto es lo que el ladrón
tarde contó a la policía.)
“Estoy
buscando las joyas que su mamá debe tener en algún lugar por aquí.”
“¿Joyas
de mamá?” repitió la
niña.
“Ellas
están donde papá guarda su dinero.”
“¿Y dónde guarda tu papá su dinero?”
“Yo
no voy a decírtelo”, respondió la
pequeña, “¡apuesto a que eres un ladrón!”
Entonces
el ladrón sacudió a la niña por los hombros y la amenaza:
“¡Si no me
dices dónde guarda tu papá su dinero, voy a cortarte la garganta!”
“No estás autorizado a hacer eso”, dijo la
pequeña Helga.
“¡Oh, sí! ¿Por qué no puedo hacerlo?”
“Mi
ángel de la guarda no te dejará.”
“¿Y dónde usted tiene su Ángel de la Guarda,
¿eh?”
Helga
llevó el ladrón en su pequeño cuarto y señaló la imagen del Ángel de la Guarda
en la pared.
“Siempre le pido a él”, comentó la
niña.
Entonces el ladrón sintió que
sus ojos se le humedecían.
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Vinieron recuerdos de su propia infancia, los recuerdos de su madre que había muerto hacía mucho tiempo
.
¿No tenía el también un ángel de la guardián sobre su pobre cunita?
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Vinieron recuerdos de su propia infancia, los recuerdos de su madre que había muerto hacía mucho tiempo
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¿No tenía el también un ángel de la guardián sobre su pobre cunita?
“Está
bien”, dijo el ladrón y salió de la habitación.
Le dio una patada con desdén el montón de joyas
robadas que estaban listas para ser empacadas.
Luego se bajó del balcón de nuevo en el jardín, sin
haber tomado nada con él.
En ese momento, fue alcanzado y detenido por la
policía.
Sólo más tarde fue la explicación de Metzler confirmada por el testimonio de la niña y por
el botín abandonado.
[De Rev. AM Weigl, Schutzengelgeschichten,
Grignion Verlag, Altötting, p. 64 y ss.]
Grignion Verlag, Altötting, p. 64 y ss.]
Colaboración de Helen Rangel
Foros de la Virgen María
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