"Jesús dijo
entonces a sus discípulos:
– Os aseguro que
difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le
es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico
entrar en el reino de Dios. Al oírlo, sus discípulos se asombraron más
aún, y decían:
– Entonces, ¿quién
podrá salvarse?
Jesús los miró y
les contestó:
– Para los hombres
esto es imposible, pero no para Dios.
Pedro entonces
añadió:
– Nosotros, que
hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido, ¿qué vamos a recibir?
Jesús les respondió:
– Os aseguro que
cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el
Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis
seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de
Israel. Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos,
hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también
recibirán la vida eterna. Muchos que ahora son los primeros, serán los
últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros."
Tras siglos de leer este evangelio, seguimos sin hacer caso. Nos dedicamos a decir que la aguja era una puerta estrecha de Jerusalén, o que se puede tener mucho dinero y ser pobre...Lo que ocurre es que la riqueza nos ata. Tener dinero significa tener poder. Y todos queremos ese poder. Creemos que el dinero nos hace libres, sin darnos cuenta de que es una cadena que nos ata a muchas cosas inútiles. Quizá se pueda ser rico y pobre a la vez, ¿pero cómo se puede dormir tranquilo ante las desigualdades de nuestro mundo? Ser discípulo de Jesús significa dejarlo todo. Ser discípulo es confiar en Dios, que Él no hará pasar un camello por el ojo de una aguja, pero nos hará pasar a nosotros por la Puerta del Reino.
Tras siglos de leer este evangelio, seguimos sin hacer caso. Nos dedicamos a decir que la aguja era una puerta estrecha de Jerusalén, o que se puede tener mucho dinero y ser pobre...Lo que ocurre es que la riqueza nos ata. Tener dinero significa tener poder. Y todos queremos ese poder. Creemos que el dinero nos hace libres, sin darnos cuenta de que es una cadena que nos ata a muchas cosas inútiles. Quizá se pueda ser rico y pobre a la vez, ¿pero cómo se puede dormir tranquilo ante las desigualdades de nuestro mundo? Ser discípulo de Jesús significa dejarlo todo. Ser discípulo es confiar en Dios, que Él no hará pasar un camello por el ojo de una aguja, pero nos hará pasar a nosotros por la Puerta del Reino.
Enviat per Joan Josep
Tamburini
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