CRACOVIA, 28 Jul. 16 / 04:59 am (ACI).- “Dios
nos salva haciéndose pequeño, cercano y concreto”, aseguró hoy el Papa
Francisco, en su homilía en la multitudinaria Misa celebrada en el
exterior Santuario de la Virgen Negra de Czestochowa, en el segundo día de su
visita apostólica a Polonia durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)
Cracovia 2016.
El Santo Padre llegó al santuario mariano alrededor de las 9:30 a.m.
(hora local) y rezó unos minutos ante la imagen de la Virgen, patrona
de Polonia, en su capilla. En el exterior del templo se congregaron
alrededor de 500.000 fieles y peregrinos, según los organizadores de la JMJ.
En la Misa, celebrada con ocasión de los 1050 años del Bautismo de
Polonia, el Santo Padre destacó que “el Señor,
‘manso y humilde de corazón’, prefiere a los pequeños, a los que se ha revelado
el Reino de Dios; estos son grandes ante sus ojos, y a ellos dirige su mirada”.
Entre los asistentes a la celebración eucarística se encontraba el presidente de
Polonia, Andrzej Duda, católico practicante abiertamente opuesto al aborto, el llamado “matrimonio”
homosexual y la fertilización in vitro (FIV).
Esta predilección de Dios por los pequeños, explicó, se debe a que “se oponen a la ‘soberbia de la vida’, que procede del mundo”.
“Los pequeños hablan su mismo idioma: el amor
humilde que hace libres. Por eso llama a personas sencillas y disponibles para
ser sus portavoces, y les confía la revelación de su nombre y los secretos de
su corazón”.
Francisco destacó el ejemplo de “tantos hijos e hijas” de Polonia, “que
han hecho resplandecer la fuerza inerme del Evangelio”. Entre ellos, el Papa
recordó a San Juan Pablo II
y a Santa Faustina Kowalska, vidente del Señor de la Divina
Misericordia.
El Santo Padre destacó también que sorprende particularmente “cómo se
realiza la venida de Dios en la historia: ‘nacido de mujer’. Ningún ingreso triunfal, ninguna manifestación grandiosa
del Omnipotente: él no se muestra como un sol deslumbrante, sino que entra en
el mundo en el modo más sencillo, como un niño dado a luz por su madre”.
“Ahora como entonces, ‘no viene con ostentación’,
sino en la pequeñez, en la humildad”.
Al referirse al Evangelio de hoy, sobre las Bodas de Caná, el Papa
destacó que el milagro que realiza Jesús “no ha
sido un gesto asombroso realizado ante la multitud, ni siquiera una
intervención que resuelve una cuestión política apremiante, como el
sometimiento del pueblo al dominio romano”.
“Se produce más bien un milagro sencillo en un
pequeño pueblo, que alegra las nupcias de una joven familia, totalmente
anónima”.
Sin embargo, destacó, “el agua transformada
en vino en la fiesta de la boda es un gran signo, porque nos revela el rostro
esponsalicio de Dios, de un Dios que se sienta a la mesa con nosotros, que
sueña y establece comunión con nosotros”.
Francisco subrayó que “ser atraídos por el
poder, por la grandeza y por la visibilidad es algo trágicamente humano, y es
una gran tentación que busca infiltrarse por doquier; en cambio, donarse a los
demás, cancelando distancias, viviendo en la pequeñez y colmando concretamente
la cotidianidad, esto es exquisitamente divino”.
Dios además “es cercano”, dijo el
Papa, pues “el Señor no desea que lo teman como a
un soberano poderoso y distante, no quiere quedarse en un trono en el cielo o en los libros de
historia, sino que quiere sumirse en nuestros avatares de cada día para caminar
con nosotros”.
“Es bello sobre todo agradecer a Dios, que ha caminado
con vuestro pueblo, llevándolo de la mano y acompañándolo en tantas
situaciones. Es lo que siempre estamos llamados a hacer, también como Iglesia: escuchar,
comprometernos y hacernos cercanos, compartiendo las alegrías y las fatigas de
la gente, de manera que se transmita el Evangelio de la manera más coherente y
que produce mayor fruto: por irradiación positiva, a través de la transparencia
de vida”.
Como tercer punto, el Santo Padre señaló que “Dios
es concreto”, pues “el Verbo se hace carne,
nace de una madre, nace bajo la ley, tiene amigos y participa en una fiesta: el
eterno se comunica pasando el tiempo con personas y en situaciones concretas”.
La historia de Polonia, señaló, “impregnada
de Evangelio, cruz
y fidelidad a la Iglesia, ha visto el contagio positivo de una fe genuina,
transmitida de familia en familia, de padre a hijo, y sobre todo de las madres
y de las abuelas, a quienes hay mucho que agradecer”.
El Papa alentó luego a volver los ojos a la Virgen María, que es “la escalera que Dios ha recorrido para bajar hasta
nosotros y hacerse cercano y concreto; es ella el signo más claro de la
plenitud de los tiempos”.
“En la vida de María admiramos esa pequeñez amada
por Dios”, dijo, y aseguró que el Señor “se complació tanto de María, que se dejó tejer la carne
por ella, de modo que la Virgen se convirtió en Madre de Dios”.
Al finalizar su homilía el Santo Padre precisó que “de poco sirve el paso entre el antes y el después de
Cristo, si permanece sólo como una fecha en los anales de la historia”.
Por ello, Francisco alentó a que “pueda
cumplirse, para todos y para cada uno, un paso interior, una Pascua
del corazón hacia el estilo divino encarnado por María: obrar en la pequeñez y
acompañar de cerca, con corazón sencillo y abierto”.
Al finalizar la celebración de la Misa, el Arzobispo Metropolitano de
Gniezno y Primado de Polonia, Mons. Wojciech Polak, recordó que 50 años atrás,
con ocasión de la celebración de los mil años del Bautismo de Polonia, en ese
mismo lugar sobre el altar “dominaba el trono
pontificio con un bouquet de rosas blancas-amarillas para significar la
ausencia del entonces Pontífice Pablo VI”.
“El retrato del Papa, a quien las autoridades
comunistas le negaron el permiso para venir, acompañaba el rezo alzado en cada
ángulo de nuestro país”, recordó.
Mons. Polak subrayó que la Iglesia en Polonia “siempre
sedienta de la palabra y la presencia del Sucesor de San Pedro, agradece hoy
con todo el corazón al Señor, y te agradece amado Padre Santo, que estés en
medio de nosotros, para reforzarnos, a tus hermanos, y al mismo tiempo
ayudarnos a retornar al primer amor”.
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