JALISCO, 17 May. 16 / 07:04 pm (ACI).- El domingo 3 de octubre de
1847, antes de celebrarse una Misa en el camposanto de
la capilla de La Purísima Concepción en la ciudad de Ocotlán, en México, más de
2 mil personas fueron testigos de una imagen
perfecta de Jesucristo Crucificado que apareció en el cielo por más de 30
minutos.
A este hecho histórico –aprobado por la Arquidiócesis de Guadalajara en
1911- se le conoce como “El Prodigio de Ocotlán” y
ocurrió un día después de que un temblor dejara en ruinas a esta localidad del
estado de Jalisco, con un saldo de 40 muertos.
Antes de iniciarse la Misa aquel 3 de octubre, que sería presidida por
el vicario parroquial P. Julián Navarro, empezaron a unirse dos nubes muy
blancas al noroeste del cielo y en medio de ellas apareció la imagen de Cristo.
Los presentes y quienes se encontraban en pueblos cercanos se
conmovieron, hicieron actos de contrición y pidieron a gritos “Misericordia al Señor”. Por tal motivo este
Cristo fue nombrado el “Señor de la Misericordia”, y
en su honor, en septiembre de 1875, se bendijo y consagró un nuevo templo
parroquial dedicado a Él.
Entre los fieles que presenciaron el prodigio también se estaba el P.
Julián Martín del Campo, párroco de la comunidad, y Antonio Jiménez, el alcalde
de la ciudad. Ambos enviaron cartas a sus
respectivos superiores contando lo ocurrido.
Además, tras el prodigio se elaboró un expediente con 30 testimonios de
testigos oculares por mandato del laico Lic. Miguel Castellanos. Cincuenta años
más tarde, en 1897, bajo la orden del entonces Arzobispo de Guadalajara, Mons.
Pedro Loza y Pardavé, se realizó un nuevo expediente con 30 personas más, entre
ellos 5 sacerdotes.
El 29 de septiembre de 1911 el Arzobispo de Guadalajara de aquel tiempo.
Mons. José de Jesús Ortiz y Rodríguez. firmó el documento que avala la
aparición de Jesucristo en Ocotlán y el culto y veneración que realizan los
fieles de esa localidad a la venerada imagen del Señor de la Misericordia
ubicada en el Santuario del mismo nombre.
“Debemos reconocer como hecho histórico,
perfectamente comprobado, la aparición de la bendita imagen de Jesucristo
Crucificado (…) y que no pudo ser obra de alucinación o de fraude, puesto que
se verificó en plena luz del día, a la vista de más de dos mil personas”, expresó el Arzobispo.
También señaló que para que nunca se olvide la Misericordia del Señor,
los fieles debían “congregarse en la forma que
fuere posible, después de purificadas sus conciencias con los santos sacramentos de la
Penitencia y Sagrada Comunión, y jurar solemnemente en la presencia de Dios,
por sí y sus descendientes, que año por año celebrarán el aniversario del 3 de
octubre”.
Después de la aprobación, y para dar cumplimiento con lo dispuesto por
el Arzobispo de Guadalajara, en 1912 iniciaron las festividades públicas en
honor al Señor de la Misericordia recordando el Prodigio de 1847. Actualmente
las fiestas duran 13 días, del 20 de septiembre al 3 de octubre.
Tiempo después, en 1997 San Juan Pablo II envió su
Bendición Apostólica al pueblo de Ocotlán por motivo de los 150 años del
prodigio y pidió celebrar sus fiestas santamente, viviendo los sacramentos.
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