Golpeada
por un rayo, yacía en una camilla y se enfrentaba a un terrible repaso de los
mandamientos que ella vivía con tibieza. Fue "devuelta",
dice, con la misión de dar testimonio.
|
Gloria Polo, a pesar de sus orígenes humildes,
llegó a subir a una magnífica posición social en la sociedad colombiana.
Tenía todo lo que quería: un marido, dos hijos,
un buen trabajo–es dentista-, admirada por todos, dinero, liderazgo… hasta
que un día le cayó un rayo.
“Un viernes por la tarde estaba con
mi sobrino en la Universidad Nacional en Bogotá. Llovía muy fuerte, mi
sobrino y yo íbamos debajo de un paraguas muy pequeño. Como podíamos,
saltábamos los charcos, hasta que nos cayó un rayo. Nos dejó carbonizados; mi
sobrino fallece allí. En cambio a mí el rayo me entra. Me quema de forma
espantosa todo mi cuerpo, por fuera y por dentro. Todo mi cuerpo está
reconstruido. Es misericordia de nuestro Señor. Me carboniza, prácticamente
se me desaparece toda mi carne y mis costillas; el vientre, las piernas...
sale el rayo por el pie derecho, se me carboniza el hígado, se me queman los
riñones, los pulmones…”
EL TÚNEL DE LUZ, LOS PARIENTES FALLECIDOS
Decir que aquello cambió su vida sería una
perogrullada, pero realmente lo fue, no sólo en lo físico sino en lo psíquico
y en lo espiritual. En cuanto le cayó el rayo, tuvo una de esas experiencias
extrañas de las que de vez en cuando se habla: vio un túnel de luz y se
encontró con sus familiares; abrazos, saludos, luz, mucha luz, paz,
serenidad… hasta que escuchó la voz de su marido que le decía: “¡Gloria! Por favor, no se vaya. ¡Mire, Gloria regrese!
Los niños, Gloria. No sea cobarde”. En aquel lugar encontró paz,
serenidad, goce; se estaba bien, incluso, con uno mismo. Sin embargo, volvió.
VOLVER A UN CUERPO DESTROZADO
El regreso fue dramático. Los médicos, la
ambulancia, los dolores... Con todo, lo peor fue saberse con el cuerpo
destrozado, su vanidad: “Una mujer con criterios
de mundo, la mujer ejecutiva. La intelectual, la estudiante y la esclavizada
del cuerpo, de la belleza y de la moda: cuatro horas diarias de ejercicios
aeróbicos. Esclavizada para tener un cuerpo hermoso. Masajes. Dietas...”
Inmediatamente fue llevada al hospital pero en
plena operación volvió a “salirse del cuerpo”.
UNA VIDA PARA VIVIRLA A TOPE
Ya volveremos ahí, pero ahora demos unas
pinceladas sobre su vida. Como ya dijimos, Gloria nació en una familia
humilde de Colombia. Su madre debió ser una auténtica santa: sacó adelante a
sus siete hijos a pesar del marido que tenía, borracho, mujeriego,
maltratador… Gloria llegó estudió, se hizo dentista y consiguió una
envidiable posición social.
En esa cumbre, en donde todo es vanidad y apariencia,
Gloria dedicaba horas y horas a hacer deporte, masajes y vestía a la última y
sin el menor decoro. Es paradójico que su culto al cuerpo, el verdadero
centro de su vida, acabara fulminado por un rayo.
MISA POR APARIENCIA SOCIAL
Como cristiana, dejaba mucho que desear.
Ciertamente acudía a Misa los domingos, pero no dejaba de ser también una
postura social. Las Misas a las que acudía eran tan cortas como su fe: ahí
empezaba, ahí acababa. Claro, que de su alejamiento de Dios también tenía la
culpa algún que otro cura. Cuando era estudiante, recuerda Gloria, escuchó de
la boca de un sacerdote que el Infierno y los demonios no existían. Esto le
impactó y la alejó todavía más de una vida cristiana. Con toda lógica se
cuestionó que para qué preocuparse de lo que hagamos y cómo seamos, al final
sólo hay Cielo.
LA CAÍDA EN EL INFIERNO
Volvamos a la mesa de operaciones. En plena
intervención empezó a tener otra experiencia similar a la anterior. Sólo que
esta vez eran las puertas del dolor y del sufrimiento las que se abrían. No
eran esos momentos de placer y armonía que vivió antes.
“Veía a los demonios que venían a
recogerme. En ese instante, empecé a ver cómo de la pared del quirófano
brotaban muchísimas personas. Aparentemente comunes y corrientes, pero con
una mirada de odio tan grande, una mirada espantosa, y yo me doy cuenta en
ese instante que a todas ellas les debo algo; que el pecado no fue gratis. En
ese susto tan terrible, yo salí corriendo y atravesé la pared del quirófano.
Aspiraba a esconderme entre los pasillos del hospital, pero cuando salí caí
en el vació”.
La visión le condujo “por
una cantidad de túneles que van abajo. Al principio tenían luz y eran luces
como panales de abeja. Donde había muchísima gente. Pero voy descendiendo y
la luz se va perdiendo y empiezo andar en unos túneles de tinieblas
espantosas. No se pueden comparar. Ellas mismas ocasionan dolor. Horror.
Vergüenza. Huelen mal. Y yo termino ese descenso por entre todos esos túneles
y llego a una parte plana. Veo cómo en el piso se abre una boca grandísima y
siento un vació impresionante en mi cuerpo. Lo más espantoso de ese hueco era
que no se sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza”.
MILLARES DE PERSONAS EN EL INFIERNO
Con toda su alegre y despreocupada vida perdida
en algún lado, empezó a gritar: “¡Almas del
purgatorio, por favor, sáquenme de aquí!” En medio de esos gritos y
ese dolor descubre a millares y millares de personas, sobre todo jóvenes. Era
el rechinar de dientes, alaridos y lamentaciones.
Gloria no entendía qué hacía allá: “Yo, tan santa. Jamás he robado, yo nunca he matado, yo
le daba limosnas a los pobres, yo sacaba muelas gratis a los que necesitaban.
¿Qué hago aquí? Yo iba a Misa los domingos, a pesar de que me consideraba
atea nunca falté; si en mi vida falte cinco veces a misa fue mucho. Yo soy
católica, por favor, yo soy católica, sáquenme de aquí”.
De repente se escuchó una voz dulce y todo se
inundó de amor y de paz. Incluso, todas las criaturas salieron despavoridas.
Una voz que le pidió: “Muy bien, si tú eres
católica dime los mandamientos de la Ley de Dios”.
NO HAS AMADO NI A DIOS NI A LOS HOMBRES
A partir de ese momento comenzó un repaso de su
vida a la luz del Decálogo. Mandamiento a mandamiento, fue descubriendo que
había pecado gravemente en cada uno de ellos:
- El primero. Amar a Dios sobre
todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo
- ¡Muy bien! -y le preguntan: ¿Y tú los has amado? - ¡Yo sí, yo sí, yo sí! Pero la voz le respondíó: - ¡No! ¡Tú no has amado a tu Señor sobre todas las cosas, y muchísimo menos a tu prójimo como a ti misma! Tú te hiciste un dios que acomodaste a tu vida sólo en momentos de extrema necesidad: te postrabas ante él cuando eras pobre, cuando tu familia era humilde, cuando querías ser profesional. ¡Ahí sí orabas todos los días, y te postrabas horas enteras suplicando a tu Señor! ¡Orando y pidiéndole para que él te sacara de esa pobreza y te permitiera ser profesional y ser alguien! Cuándo tenías necesidad y querías dinero. ¡Esa era la relación que tú tenías con el Señor!
Y era verdad. Gloria confiesa que Dios era como “cajero automático”. En el mismo momento en que
tenía lo que quería se olvidaba de Él. Jamás fue agradecida, ni con Dios ni
con los hombres.
Ni siquiera con sus padres. Jamás reconoció su
esfuerzo, su amor y su entrega. Es más, llegaba a avergonzarse de su madre,
por su humildad y su pobreza. Esposa y madre renegona, ni qué decir del resto
de personas. Todo un corazón de piedra.
EL REPASO DE LOS MANDAMIENTOS
Continuó el examen con el resto de los
mandamientos. Con el segundo, resultó que desde pequeña ya juraba en falso
con total de salvarse de castigos y conseguir lo que quería. Con el tercero sintió
un inmenso dolor: “La voz me decía que yo
dedicaba cuatro y cinco horas a mi cuerpo y ni siquiera diez minutos diarios
de profundo amor al Señor, de agradecimiento o de una oración”.
Del cuarto mandamiento, honrar a Padre y Madre,
el Señor le mostraba cómo fue de desagradecida con ellos, “cómo maldecía y renegaba cuando no me podían dar todo
lo que mis amiga tenían, y cómo fui una hija que no valoraba lo que tenía.
Llegué al punto de decir que esa no era mi mamá, porque me parecía muy
poquita cosa para mí”.
El ambiente familiar tampoco ayudaba mucho. Su
padre presumía delante de su madre de lo mujeriego que era, de lo mucho que
fumaba y bebía: “Me empecé a llenar de rabia, de
resentimiento y empecé a ver cómo el resentimiento me llevaba a la muerte espiritual,
sentía una rabia espantosa al ver cómo mi papá humillaba a mi mamá delante de
todo el mundo”. Cuando Gloria comenzó a tener una autonomía económica
quiso divorciar a sus padres: “¡Sepárese de mi
papá, es imposible que usted aguante un tipo así, sea digna, hágase valer,
mamá!”.
Como la madre no quiso “empecé
a defender el aborto, el divorcio y a defender la ley del Talión, el que me
la hace me la paga, nunca fui infiel físicamente, pero dañé a mucha gente con
mis consejos”.
LOS ABORTOS QUE ELLA PAGÓ
Cuando llegamos al quinto mandamiento, el Señor
le mostró cómo había pecado en aquello que más abomina: el aborto. Gloria vio
a una niña de catorce años abortando, era una sobrina suya: “No sean bobitas –les decía a sus sobrinas-, si sus mamás les hablan de virginidad y de castidad es
porque están pasadas de moda. Ellas hablan de una Biblia de hace dos mil
años, y los curas no se han querido modernizar. Ellas hablan de lo que decía
el Papa, pero ese Papa está pasado de moda”. Sólo que algunas de ellas
quedaron embarazadas. Embarazos que finalizaron en aborto. Abortos que pagó
ella.
Con el sexto mandamiento, no fornicar, se sentía
más segura: “No, aquí sí que no me van a
descubrir ningún amante porque yo en toda la vida sólo he tenido un hombre y
es mi esposo”. Pero le mostró su forma de vestir y de exhibirse ante
los hombres, lo que llevó a muchos a que tuvieran malos pensamientos
haciéndolos pecar y participando en su adulterio. Pero había más: “Yo aconsejaba a muchas mujeres que fueran infieles con
sus esposos. Les decía: no sean bobas desquítense, no los perdonen y
divórciense”.
ROBAR LA HONRA, ROBAR LA PRESENCIA
En el séptimo, el de no robar, Gloria se
consideraba honesta, pero se ve que el Señor tenía otra perspectiva del
asunto. Ya no era únicamente el dinero malgastado para su vanidad, cuando en
su propio país había gente que no tenía lo esencial para vivir, sino que el
Señor le mostró el robo que hizo de la honra a muchas personas de las que
hablaba mal. O peor aún, el robo que hizo a sus hijos. Ella les robó a su
madre: “Una mamá en la casa, tierna; una mamá que
les amara y no la mamá en la calle dejando a los niños solos con el papá
televisor, la mamá computadora o con los videojuegos”.
¿Y qué decir de los falsos testimonios, ella que
desde pequeña mintió para conseguir todo lo que necesitaba? Aquí se vio como
hija de la mentira, como hija de Satanás: “Si
Dios es la verdad y Satanás es la mentira, ¿quién era mi papá?” En
cierta ocasión llegó a decirle a su madre, para ratificarse, que si mentía
que le cayera un rayo…
Y cuando llegó el mandamiento de la codicia “salieron todos mis males. Yo pensaba que iba a ser
feliz teniendo mucho dinero y se me volvió una obsesión. Cuando tuve mucho
fue el peor momento que vivió mi alma. Con tanto dinero y sola, vacía,
amargada, frustrada quería suicidarme. Esa codicia me soltó de la mano del
Señor”.
EL LIBRO DE LA VIDA
Gloria explica cómo después del tremendo examen
de los 10 Mandamientos, Dios le mostró el “Libro de la Vida”. En ese libro
todo queda al descubierto, acciones y pensamientos, desde el momento en que
inicia la vida de la persona.
- ¿Qué tesoros
espirituales traes?, le preguntó el Señor.
- Tengo las manos vacías –pensó Gloria. Ella que había tenido de todo en este mundo no traía absolutamente nada. - ¿Qué hiciste con los talentos que yo te di? - … - Es que tu muerte espiritual –le aclaró Dios a Gloria- comenzó cuando a ti te dejaron de doler tus hermanos. En el corazón no sentías nada, todo de piedra, el pecado te lo petrificó.
En ese libro vio, cómo hasta el último momento de
su vida, Dios le estuvo buscando para que se convirtiera: “En mi libre albedrío, escogí quién era mi papá, y Dios
no fue mi papá. Escogí a Satanás. Cuando se cerró ese libro, vi que estoy de
cabeza hacia un hueco”.
UN ÚLTIMO RECUERDO SALVADOR
En ese momento recordó el consejo de una paciente
suya: “Mire, doctora, usted es muy materialista y
un día lo va a necesitar. Cuando usted esté en inminente peligro, cualquiera
que sea, pídale a Jesucristo que la cubra
con su sangre. Él nunca la va abandonar. Porque Él pagó un precio de sangre
por usted”. Y con esa vergüenza tan grande y ese dolor, empezó a
gritar: “Jesucristo, Señor, ten compasión de mí. ¡Perdóname,
Señor, dame una segunda oportunidad!”
Su grito fue escuchado. Jesucristo la sacó de
allí y le dijo: “Vas a volver. Vas a tener tú
segunda oportunidad, pero no por la oración de tu familia. Porque es normal
que ellos oren y clamen por ti, sino por toda la intercesión de todas las
personas ajenas a tu carne y a tu sangre que han llorado, han orado y han
elevado su corazón con muchísimo amor por ti”.
LA ORACIÓN DE UN CAMPESINO DESCONOCIDO
De entre todas, el Señor le hizo ver una en
concreto. Era la de un pobre campesino que cuando supo el terrible dolor que
debió sufrir por el rayo no dejó de orar y sacrificarse por ella: “Eso es Amor al Prójimo –le explicó el Señor. Vas a volver, pero tú no lo vas a repetir mil veces.
Sino mil veces mil. Y, ¡ay!, de aquellos que oyéndote no cambien, porque van
a ser juzgados con más severidad. Como lo vas a ser tú en tu segundo
regreso”.
Actualmente, Gloria Polo se dedica a dar
conferencias con su testimonio allí en donde la invitan. También ha publicado
su testimonio en varios idiomas en su web (www.gloria.polo.ortiz.in):
Ella da gracias Dios constantemente por el regalo de una segunda oportunidad:
“Cómo me duelen mis años anteriores en que fui
una católica dietética; doy gracias a Dios por mi madre la Iglesia Católica.
Amo profundamente al Papa, a mis sacerdotes y religiosas… En mi experiencia
de adoración al Santísimo, esta miserable sierva ha encontrado los deleites,
la Paz y el Amor, anticipos del Paraíso”.
Publicado originalmente en: Religionenlibertad.com
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario