"Algunos de los fariseos y maestros de la ley
dijeron entonces a Jesús:
– Maestro, queremos
verte hacer alguna señal milagrosa.
Jesús les contestó:
– Esta gente
malvada e infiel pide una señal milagrosa, pero no se le dará más señal que la
del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el
vientre del gran pez, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres
noches dentro de la tierra. Los habitantes de Nínive se levantarán en el día
del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y la condenarán; porque
los de Nínive se convirtieron a Dios cuando oyeron el mensaje de Jonás, y lo
que hay aquí es más que Jonás. También en el día del juicio, cuando se juzgue a
la gente de este tiempo, la reina del Sur se levantará y la condenará; porque
ella vino de lo más lejano de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón,
y lo que hay aquí es más que Salomón."
Fariseos y maestro piden a Jesús una señal del cielo para creer en Él. Pero la Fe no es creer en señales, sino creer en una persona. Jesús, con sus palabras y su vida, es la verdadera señal. Un Jesús que se entrega a los demás, a los más débiles, hasta la muerte. Hoy, la verdadera señal, son sus discípulos auténticos que dedican su vida a los marginados, a los enfermos, a los pobres, a los refugiados...Y curiosamente, ese Jesús presente en este mundo, lo perciben mejor personas a las que calificamos de no creyentes.
Nuestra sociedad necesita menos teorías y ceremonias y más discípulos entregados, que hagan visible a Dios en este mundo. Este es el signo de Jonás en nuestros días.
Fariseos y maestro piden a Jesús una señal del cielo para creer en Él. Pero la Fe no es creer en señales, sino creer en una persona. Jesús, con sus palabras y su vida, es la verdadera señal. Un Jesús que se entrega a los demás, a los más débiles, hasta la muerte. Hoy, la verdadera señal, son sus discípulos auténticos que dedican su vida a los marginados, a los enfermos, a los pobres, a los refugiados...Y curiosamente, ese Jesús presente en este mundo, lo perciben mejor personas a las que calificamos de no creyentes.
Nuestra sociedad necesita menos teorías y ceremonias y más discípulos entregados, que hagan visible a Dios en este mundo. Este es el signo de Jonás en nuestros días.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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