En el documento el
Santo Padre invita a reflexionar y discernir sobre doce temas de la vida
consagrada en general y, en particular, de la tradición monástica
Por: Rocío Lancho García | Fuente: ZENIT (https://es.zenit.org)
Por: Rocío Lancho García | Fuente: ZENIT (https://es.zenit.org)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 22 de julio de
2016).- Un número incontable de mujeres consagradas, a lo largo de los siglos y
hasta nuestros días, han orientado y siguen orientando toda su vida y actividad
a la contemplación de Dios, como signo y profecía de la Iglesia virgen, esposa y
madre; signo vivo y memoria de la fidelidad con que Dios sigue sosteniendo a su
pueblo a través de los eventos de la historia. Así lo recuerda el papa
Francisco en la Constitución Apostólica publicada hoy, Vultum Dei Quaerere,
sobre la vida contemplativa femenina.
En el breve documento, el Santo Padre se dirige
a las “queridas hermanas contemplativas”, y observa “¿qué sería de la Iglesia
sin vosotras y sin cuantos viven en las periferias de lo humano y actúan en la
vanguardia de la evangelización?” La Iglesia –reconoce el Papa– aprecia mucho
vuestra vida de entrega total. “La Iglesia cuenta con vuestra oración y con
vuestra ofrenda para llevar la buena noticia del Evangelio a los hombres y a
las mujeres de nuestro tiempo. La Iglesia os necesita”.
Por otro lado, asegura que no es fácil que este
mundo, por lo menos aquella amplia parte del mismo que obedece a lógicas de
poder, de economía y de consumo, “entienda vuestra especial vocación y vuestra
misión escondida”. Y sin embargo la necesita inmensamente.
A propósito del documento presentado hoy, el
Pontífice explica que cincuenta años después del Concilio Vaticano II, tras las
debidas consultas y un atento discernimiento, ha considerado necesario ofrecer
a la Iglesia esta Constitución “que tuviera en cuenta tanto el intenso y
fecundo camino que la Iglesia misma ha recorrido en las últimas décadas a la
luz de las enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II, como también las
nuevas condiciones socio-culturales”.
Así, para ayudar a las contemplativas a alcanzar
el fin propio de su específica vocación, el Santo Padre invita a reflexionar y
discernir sobre doce temas de la vida consagrada en general y, en particular,
de la tradición monástica.
Formación
Considerando el actual contexto sociocultural y
religioso, el Papa pide a los monasterios que presten mucha atención al
discernimiento vocacional y espiritual, sin dejarse llevar por la tentación del
número y de la eficiencia. Igualmente, pide que aseguren un acompañamiento
personalizado de las candidatas y promuevan itinerarios formativos aptos para
ellas, quedando entendido que a la formación inicial y a la formación después
de la profesión temporal se debe reservar un amplio espacio de tiempo, en la medida
de lo posible no inferior a nueve años, ni superior a los doce.
Oración
El Papa les pide que recuerden que la vida de
oración y la vida contemplativa no pueden vivirse como repliegue en ellas, sino
que deben ensanchar el corazón para abrazar a toda la humanidad, y en especial
a aquella que sufre. Así las exhorta a ser fieles “a la oración litúrgica y a
la oración personal, que es preparación y prolongación de la anterior”.
Centralidad
de la Palabra de Dios
Indudablemente la oración y la contemplación son
los lugares más aptos para acoger la Palabra de Dios, pero al mismo tiempo,
tanto la oración como la contemplación brotan de la escucha de la Palabra. “Que
vuestra jornada, personal y comunitaria, esté ritmada por la Palabra de Dios.
Vuestras comunidades y fraternidades llegarán así a ser escuelas donde se
escucha, se vive y se anuncia la Palabra a cuantos se vayan encontrando con
vosotras”, pide el Papa.
Sacramentos
de la Eucaristía y de la Reconciliación
A este propósito, asegura que “es loable, por tanto,
la tradición de prolongar la celebración con la adoración eucarística, momento
privilegiado para asimilar el pan de la Palabra partido durante la celebración
y continuar la acción de gracias”. De la experiencia gozosa del perdón recibido
por Dios en este sacramento –añade– brota la gracia de ser profetas y ministros
de misericordia e instrumentos de reconciliación, que tanto necesita hoy
nuestro mundo.
Vida
fraterna en comunidad
La vida monástica –asegura Francisco en el
documento– conlleva la vida comunitaria en un proceso continuo de crecimiento,
que lleve a vivir una auténtica comunión fraterna, una koinonia. Esto pide que
todos los miembros se sientan constructores de la comunidad y no sólo
consumidores de los beneficios que de ella pueden recibir.
La
autonomía de los monasterios
En este punto, el Papa precisa que la autonomía
favorece “la estabilidad de vida y la unidad interna de cada comunidad”,
garantizando las mejores condiciones para la contemplación. Dicha autonomía,
añade, no debe sin embargo significar independencia o aislamiento, en
particular de los demás monasterios de la misma Orden o de la familia
carismática.
Las
Federaciones
El Pontífice explica que las federaciones tienen
como principal finalidad promover la vida contemplativa en los monasterios que
las componen, según las exigencias del propio carisma, y garantizar la ayuda en
la formación permanente e inicial, como también en las necesidades concretas,
intercambiando monjas y compartiendo los bienes materiales; y tendrán que favorecerse
y multiplicarse en función de estas finalidades.
La
clausura
El Santo Padre recuerda que “la pluralidad de
modos de observar la clausura en una misma Orden ha de considerarse como una
riqueza y no como un impedimento para la comunión, armonizando diversas
sensibilidades en una unidad superior”. Dicha comunión –indica Francisco– podrá
concretarse en varias formas de encuentro y de colaboración, sobre todo en la
formación permanente e inicial.
El
trabajo
Para que el trabajo no apague el espíritu de contemplación,
aconseja Francisco a las contemplativas, y para que su vida sea pobre de hecho
y de espíritu para consumarse en sobriedad trabajada, como les impone la
profesión, con voto solemne, del consejo evangélico de pobreza, les pide que
realicen el trabajo con devoción y fidelidad, sin dejarse condicionar por la
mentalidad de la eficiencia y del activismo de la cultura contemporánea.
El
silencio
En la vida contemplativa el Santo Padre
considero importante “prestar atención al silencio habitado por la Presencia,
como espacio necesario de escucha y de ruminatio de la Palabra y requisito para
una mirada de fe que capte la presencia de Dios en la historia personal, en la
de los hermanos y hermanas que el Señor os da y en los avatares del mundo
contemporáneo”.
Los
medios de comunicación
En este punto, el papa Francisco las exhorta a
un prudente discernimiento para que estén al servicio de la formación para la
vida contemplativa y de las necesarias comunicaciones, y no sean ocasión “para
la distracción y la evasión de la vida fraterna en comunidad”, ni sean “nocivos
para vuestra vocación o se conviertan en obstáculo para vuestra vida
enteramente dedicada a la contemplación”.
La
ascesis
Finalmente, el Santo Padre las recuerda que
“vuestra vida enteramente entregada adquiere un fuerte sentido profético;
sobriedad, desprendimiento de las cosas, entrega de sí en la obediencia,
transparencia en las relaciones, todo se hace más radical y exigente para
vosotras por la opción de renunciar también al espacio, a los contactos, a
tantos bienes de la creación como modo singular de ofrecer el cuerpo”.
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