"Id y
anunciad que el reino de los cielos está cerca. Sanad a los enfermos, resucitad
a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos y expulsad a los
demonios. Gratis habéis recibido este poder: dadlo gratis.
No llevéis oro ni
plata ni cobre ni provisiones para el camino. No llevéis ropa de repuesto ni
sandalias ni bastón, pues el obrero tiene derecho a su sustento.
Cuando lleguéis a
un pueblo o aldea, buscad a alguien digno de confianza y quedaos en su casa
hasta que salgáis de allí. Al entrar en la casa, saludad a los que viven en
ella. Si la gente de la casa lo merece, la paz de vuestro saludo quedará en
ella; si no lo merece, volverá a vosotros. Y si no os reciben ni quieren
escucharos, salid de la casa o del pueblo y sacudíos el polvo de los pies. Os
aseguro que en el día del juicio el castigo de ese pueblo será más duro que el
de los habitantes de la región de Sodoma y Gomorra."
Nuestra misión no está separada de nuestra vida. Es vivir la vida entregándonos. Por desgracia, nosotros hacemos mil reuniones para planificar, buscar fondos, marcar estrategias... y olvidamos lo fundamental: entregarnos.
Nuestra misión se ha de realizar en el día a día, con las personas más cercanas. A veces nos dedicamos a grandes obras y olvidamos a nuestra familia o nuestra comunidad. Debemos repartir paz a nuestro alrededor. Es a partir de nuestro entorno, que podremos ayudar a los demás. El amor no se cobra. Se ama gratis o no es amor. Es amando que cumpliremos nuestra misión.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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