sábado, 25 de junio de 2016

NOS LIBRA DE NUESTROS MALES


"Al entrar en Cafarnaún, un centurión romano se le acercó para hacerle un ruego. Le dijo:

– Señor, mi asistente está en casa enfermo, paralítico, sufriendo terribles dolores.

Jesús le respondió:

– Iré a sanarlo.

– Señor – le contestó el centurión –, yo no merezco que entres en mi casa. Basta que des la orden y mi asistente quedará sanado. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando a uno de ellos le digo que vaya, va; cuando a otro le digo que venga, viene; y cuando ordeno a mi criado que haga algo, lo hace.

Al oír esto, Jesús se quedó admirado y dijo a los que le seguían:

– Os aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe como este hombre. Y os digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, los que deberían estar en el reino serán arrojados a la oscuridad de fuera. Allí llorarán y les rechinarán los dientes.

Luego Jesús dijo al centurión:

– Vete a tu casa y que se haga tal como has creído.

En aquel mismo momento, el criado quedó sanado.

Jesús fue a casa de Pedro, donde encontró a la suegra de este en cama, con fiebre. Le tocó Jesús la mano y la fiebre desapareció. Luego se levantó y se puso a atenderlos.

Al anochecer llevaron a Jesús muchas personas endemoniadas. Con una sola palabra expulsó a los espíritus malos, y también curó a todos los enfermos. Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades."

 El evangelio de hoy nos relata dos milagros. Los más importante de las curaciones que hacía Jesús no es el hecho, si no lo que significan. Por eso el evangelista Juan les llama "signos", no milagros.

El primero es sorprendente, porque lo hace al siervo de un pagano. Sin embargo, el centurión romano demuestra una Fe mucho mayor que la de los israelitas. Empieza a vislumbrarse, que el mensaje de Jesús va dirigido a todos los hombres de buena voluntad. Que lo único que pide Jesús es nuestra Fe.

La suegra de Pedro, al sentirse curada, se pone a servir. El servicio ha de ser la respuesta adecuada a las gracias que recibimos de Dios.

La cita que hace Mateo del profeta Isaías nos describe la misión de Jesús: cargar nuestras debilidades y nuestros males. Jesús no quiere que suframos, si no que seamos felices. Problemas y dificultades surgirán siempre, porque es ley de vida. Pero Él está siempre junto a nosotros librándonos de nuestros males. caminando a nuestro lado.

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