"Habéis oído
que antes se dijo: No cometas adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que
mira con codicia a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Por tanto, si tu
ojo derecho te hace caer en pecado, sácalo y échalo lejos de ti; mejor es que
pierdas una sola parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al
infierno. Y si tu mano derecha te hace caer en pecado, córtala y échala lejos
de ti; mejor es que pierdas una sola parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo
sea arrojado al infierno.
También se dijo:
Cualquiera que se separe de su esposa deberá darle un certificado de
separación. Pero yo os digo que todo aquel que se separa de su esposa, a no ser
en caso de inmoralidad sexual, la pone en peligro de cometer adulterio. Y el
que se casa con una mujer separada también comete adulterio."
Jesús sigue insistiendo en que lo
importante de los preceptos no es la letra, si no su sentido profundo. El mal
no está en el acto, si no en el deseo. Son nuestras intenciones las que deben
ser puras. Un corazón en el que reina el amor, sólo puede producir sentimientos,
deseos, actos puros. Por eso es tan importante conocer la verdad de nuestro
interior. Saber distinguir nuestro ego del yo verdadero, para ir eliminando uno
y hacer crecer al otro. Jesús en este evangelio no nos invita a arrancarnos
ojos y cortarnos manos. Nos dice, que lo importante no está en los actos, si no
en la intención con que se hacen, en el amor que ponemos en ellos.
Enviat per Joan Josep Tamburini
No hay comentarios:
Publicar un comentario