No siempre... Parece extraño, pero la voluntad decide una cosa, y al final hacemos otra.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Tenemos un día o una semana por delante. Pensamos y deseamos hacer muchas cosas. Pasa el tiempo. Constatamos que no hemos realizado muchos proyectos planeados. ¿Por qué?
El motivo es sencillo: porque no siempre hacemos lo que queremos. Parece
extraño, pero la voluntad "decide" una cosa, y al final hacemos
otra...
Así, habíamos planeado ir un día al mercado para comprar más barato,
pero al final nos quedamos en casa para terminar un crucigrama. O decidimos
levantarnos temprano el domingo para visitar a un familiar enfermo, y no lo
hicimos porque nos venció el peso de las mantas.
Gracias a Dios, en otras ocasiones sí llevamos a cabo nuestros
proyectos, incluso después de superar dificultades serias. Porque no es
imposible que venzamos el cansancio para cumplir una promesa buena a un
familiar o amigo.
¿Qué ocurre en unos casos y qué ocurre en otros? Cuando la pereza nos
arrulla, cuando la ambición nos absorbe, cuando el miedo nos paraliza, cuando
las presiones externas nos atan, es fácil que no hagamos lo que queremos.
Al revés, cuando el amor es fuerte y vivo,
cuando la voluntad se forja con renuncias concretas y con firmezas sanas,
cuando el corazón está decidido a hacer el bien cueste lo que cueste, entonces
somos capaces de hacer lo que queremos.
Dicen que el infierno está tapizado de buenas
intenciones, de deseos irrealizados, de voluntades débiles. Al revés, el cielo
es de los esforzados y valientes (cf. Mt 11,12), de los que optan por la
verdad, la justicia, el bien y la belleza.
Ante mis ojos y mi corazón empieza un nuevo día.
Será un día hermoso si tengo buenos propósitos y si mi voluntad está firme.
Será un día santo si me abro a Dios, si escucho su Palabra, y si dejo que
ilumine y sostenga cada uno de mis proyectos y decisiones...
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