sábado, 11 de junio de 2016

ENVIADOS


"Id y anunciad que el reino de los cielos está cerca. Sanad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos y expulsad a los demonios. Gratis habéis recibido este poder: dadlo gratis.

No llevéis oro ni plata ni cobre ni provisiones para el camino. No llevéis ropa de repuesto ni sandalias ni bastón, pues el obrero tiene derecho a su sustento.

Cuando lleguéis a un pueblo o aldea, buscad a alguien digno de confianza y quedaos en su casa hasta que salgáis de allí. Al entrar en la casa, saludad a los que viven en ella. Si la gente de la casa lo merece, la paz de vuestro saludo quedará en ella; si no lo merece, volverá a vosotros."

 Si de verdad somos discípulos de Jesús, somos enviados al mundo por Él.

Enviados a anunciar el Reino. Un Reino que empieza ya en esta tierra. Y este anuncia no se hace solamente con palabras, si no que se hace curando, haciendo revivir a los muertos vivientes que nos rodean, expulsando el mal. La señal de que lo hacemos en nombre de Jesús es la gratuidad. No lo tenemos que hacer por obtener un beneficio, aunque sea espiritual, si no por amor y porque esta es nuestra misión.

Debemos ser mensajeros de paz. La paz que brota de los hijos de Dios. La paz que bebemos en la eucaristía y la meditación de cada jornada. La paz de nuestro corazón.



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