martes, 28 de junio de 2016

EL ENCUENTRO MÍSITICO DE MARÍA VALTORTA CON EL PADRE PÍO


 “He visto y hablado (durante el sueño) con el Padre Pío de Pietrelcina. He visto su mirada penetrante y he observado en mi mano la cicatriz de los estigmas cuando él me tomó de la mano. Y, no lo he soñado, sino despierta, he olido su fragancia”.

Encuentros de videntes con lo divino están presentes en toda la literatura bíblica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Hay cosas que suceden durante sueños vívidos, pero también nos muestran que era más que un sueño, un encuentro más profundo con una realidad más real. Esta es la reflexión del Hermano Daniel Klimek sobre el hecho.

Esto ha sucedido – entre otros – a la mística italiana Maria Valtorta, la vidente del siglo XX que reportó haber experimentado visiones de la su vida de Jesucristo en la Palestina del primer siglo que más tarde se registraron en la obra maestra de Valtorta, El Poema del Hombre Dios. Valtorta informó encuentros con numerosas figuras de santos, con Cristo, María y su propio ángel.

También informó y documentó un encuentro menos conocido que tuvo con el Padre Pío el famoso santo estigmátizado italiano que fue contemporáneo de Valtorta, que murió sólo siete años después de Valtorta, en 1968.

En sus Cuadernos 1943, María Valtora documentó su encuentro íntimo con el Padre Pío.

“Por otro lado, he visto y hablado (durante el sueño) con el Padre Pío de Pietrelcina. Lo vi, también durante el sueño, en éxtasis, después de la Santa Misa; he visto su mirada penetrante y he observado en mi mano la cicatriz de los estigmas cuando me tomó de la mano.

Y, no soñando, sino despierta, he olido su fragancia. No hay jardín lleno de flores en plena floración que pueda emitir los olores celestes que llenaron mi habitación en la noche entre el 25 y 26 de julio de 1941 y la tarde del 21 de septiembre de 1942, precisamente cuando un amigo nuestro estaba hablando de mí al Padre (no sabía que había ido a San Giovanni Rotondo).

En ambas ocasiones después obtuve las gracias solicitadas. La fragancia fue percibida por Marta, también. Era tan fuerte que la despertó. Luego cesó tan repentinamente como había llegado”.

Marta Diciotti era una amiga y cuidadora que vivía con María Valtorta, también olió la poderosa fragancia de la presencia del Padre Pío (y otros santos) invocados a menudo.

Los componentes sagrados que rodean el sueño de Valtorta, significan que su encuentro fue más que un simple sueño. Fue algo más profundo.

En primer lugar, se encuentra con la experiencia después de la Santa Misa, el más sagrado de todos los rituales entre Dios y el hombre en la tierra.

En segundo lugar, se encuentra con la experiencia en un estado de éxtasis; por lo tanto, tiene la sensación de una experiencia fuera del cuerpo.

En tercer lugar, hay una vivacidad en el sueño que es evidente en los detalles íntimos del encuentro de Valtorta, que se acentúa en la forma en que el Padre Pío le tomó la mano y ella pudo ver claramente los detalles de los estigmas dolorosos, y en el hecho en que ella describe la “mirada penetrante” de San Pio, mostrándonos la profundidad del encuentro entre estos dos místicos italianos.

Este personalismo es aún más notable en el hecho mismo de que Valtorta informó haber hablado con el Padre Pío. Por lo tanto, no fue simplemente un sueño ocasional de un santo, sino una interacción muy personal e íntima con el santo.

El hecho de que la poderosa fragancia sagrada permaneció mientras Valtorta estaba completamente despierta, una fragancia tan poderosa que no hay “jardín lleno de flores en plena floración que pueda emitir los aromas celestiales” que llenaban su habitación y que incluso despertaron a su amiga Marta, nos muestra, además, que su experiencia fue algo especial.

Observa también que la segunda vez que esta fragancia vino, según la descripción de Valtorta, fue cuando un amigo de la familia le estaba hablando de Valtorta al Padre (no sabemos si al Padre Pío) en San Giovanni Rotondo.

El encuentro que Valtorta experimentó fue en la década de 1940, en la época en que el Padre Pio seguía siendo una figura polémica en el mundo del catolicismo como místico. No sería sino hasta décadas después, en el 2002, cuando el Padre Pío, finalmente, sería reconocido como santo por la canonización durante el pontificado de Juan Pablo II, quien reverenciaba al famoso estigmatizado.

Antes de su reconocimiento eclesial por Roma, el fraile seguía siendo una figura controvertida, admirado y venerado por un sinnúmero de personas, pero, por desgracia, también demonizado por su obispo que difundió falsedades acerca de la reputación y la santidad del Padre Pío. Ver aquí esta historia.

El camino de la controversia es el camino que todo místico debe caminar.Valtorta no es ajeno a esta realidad, porque tiene tanto partidarios fuertes y críticos en la Iglesia, mientras que sus escritos siguen inspirando a un público más amplio.

Esto trae a la notoriedad un hecho de 1937, cuando fue invitado a la Universidad de Yale el famoso psicólogo suizo Carl Jung, que – entre otras cosas – se hizo famoso por su trabajo sobre análisis de los sueños, y dio una serie de conferencias sobre la psicología y la religión en la que se centró en los sueños.

En sus conferencias, Jung llamó sueños “la voz del desconocido” y pidió una mayor introspección en el estudio de esta voz; en esencia, la voz de lo divino.

Conectó la tendencia creciente de la cultura contemporánea al tomar los sueños menos en serio, con la creciente tendencia de la gente hoy en día para tomar los asuntos espirituales, y en especial la situación del alma, menos en serio.

Un problema serio que Jung explicó de esta forma:

El prejuicio muy común en contra de los sueños no es más que uno de los síntomas de una infravaloración mucho más grave del alma humana en general. El maravilloso desarrollo de la ciencia y la técnica se ha contrabalanceado en el otro lado por una terrible falta de sabiduría e introspección”.

Al volver a centrar nuestra atención en nuestros sueños, especialmente los sueños vividos, estamos – en esencia – reenfocando nuestra atención en asuntos más elevados y más sublimes.

La profundidad del inconsciente, dentro de la mente humana, apunta a la esfera espiritual. Y nos permite discernir una realidad más verdadera, la voz del ‘otro’ divino en nuestras vidas.

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