Muchas veces oramos por
nuestra sanidad y la de los demás, cuando la enfermedad ya está presente y
avanzada, pidiendo un gran milagro. Pero también podemos, y probablemente sea
lo mejor, ser previsores y orar para que cualquier amenaza a la salud que se pueda
estar dando sobre nosotros no se desarrolle y sea sanada. O sea orar por
milagros más pequeños y diarios.
Con demasiada frecuencia
reaccionamos en retrospectiva cuando el daño está hecho. Pensemos en los
problemas del corazón, cáncer y otras enfermedades de largo aliento. ¿Dónde
está la curación profética? Tenemos que anticiparnos. El Espíritu Santo lo hace
por nosotros. Él ve y guía. Él nos ayuda a estar un paso adelante para
prevenir.
No obstante, muchas veces
enfermamos porque es parte de la demanda de Dios para que nos sanemos, para que
cambiemos nuestro modo de vida, nuestra relación con los demás y confiemos en
su guía. O a veces es un llamado de Dios para los que tenemos al lado.
Hay
gente que se enferma por el odio que lleva adentro, seguramente
conoces casos de esos. Y ese es un caso típico en que la sanación depende de la
conversión al amor de Dios.
Cuando
oramos a Dios por sanación nos ponemos en sus manos y él nos sanará globalmente, no solamente
de esa enfermedad por la que pedimos, sino nuestra alma y nos hará comprender,
si estamos atentos, su designio y la función que tuvo y tiene esa enfermedad.
LA ORACIÓN TIENE EFECTOS
SOBRENATURALES
Es
poco profundo y poco maduro pensar que la forma en que funciona la oración es
que Dios, como una máquina expendedora, escucha las oraciones como cuando se pone una
moneda en la parte superior y la respuesta que se desea sale por la parte
inferior.
No. La
oración funciona mucho más sutilmente cuando el corazón humano se abre con
mucha suavidad y comienza trabajar el Espíritu Santo de Dios en el mundo.
La oración abre el corazón humano a la fuerza de la
paz y la reconciliación que Dios está
constantemente vertiendo en el mundo, como una gran cascada cósmica.
Esta es la acción externa de
la bondad de Dios para con el mundo, que llamamos “gracia” o “misericordia”. La
Divina Misericordia está irradiándose hacia el mundo en todo momento y todo
lugar, como una gran fuerza de energía y poder de amor.
La oración es el mecanismo por
el cual los seres humanos aprovechan esa fuente y permiten que fluya a través
de sus vidas y en sus situaciones cotidianas.
Esto funciona a nivel individual como a nivel
grupal.
A
nivel individual, es el mecanismo para la sanación personal, que
involucra tanto aspectos de sanación espiritual como de curación física. Y que
adquiere la forma de solucionar un problema de enfermedad ya instalado como
prevenir una enfermedad, o sea la prevención.
Y
en el otro extremo, también la oración puede traer la paz mundial; si
suficientes personas se someten a este gran poder de Dios, al poder de la
bondad y al poder de la paz que está siendo constantemente vertido en el mundo.
Cuando
los individuos dan el paso audaz de la aceptación de esta gracia y cooperan con
esta misericordiosa reconciliación, el milagro sucede. Se derriban
muros. Los enemigos se perdonan unos a otros. Nuevas formas de ver y nuevos
modos de ser se abren. Se presentan posibilidades frescas y se desarrollan
nuevos entendimientos.
A
nivel grupal también está lo que se llama la oración de intercesión para la
sanidad y curación, que toma la forma de varias personas orando para
la curación de otra persona, ya sea presencialmente como en forma remota.
Incluso
presencialmente existe la técnica de la imposición de manos para el que
requiere sanación, método que utilizan mucho los carismáticos.
¿QUÉ ES LA “SANACIÓN
PROFÉTICA”?
Es orar para defendernos
contra lo que puede afligirnos en el futuro (o puede estar en una etapa
incipiente). Es para fortalecernos.
Cada célula puede ser
defendida por el Espíritu Santo contra la injuria de los productos químicos,
virus, accidentes. Se trata de un campo de protección.
Es
poner el cuerpo en armonía con el espíritu.
Es
una forma de envolvernos.
De lo contrario, el terreno que nos rodea es
caprichoso (y muy a menudo, mortal).
¿Y
por qué le llamamos profética?
Porque
es una predicción utilizando la inspiración divina y la fe sobrenatural, de que
nos vamos a librar de la enfermedad. Nosotros profetizamos nuestra propia salud
pidiendo a Jesucristo y por intercesión de María, un santo, etc.
UNA VACUNA ESPIRITUAL
Piensa en esto, hay miles de maneras en que podemos enfermarnos: un accidente, una
falla biológica en nuestro organismo, los elementos a los que nos exponemos y
consumimos, el estrés, nuestro desgaste físico.
Y esto hace que sea aún más importante que oremos antes de que algo se arraigue, que lo
amortigüemos nosotros mismos.
Pidamos al Espíritu Santo cada
día que toque todas las partes nuestras que necesitan ser tocadas y que nos
guíe en cuanto a lo que debemos comer, cómo debemos vivir y cómo debemos
protegernos ante cualquier eventualidad (especialmente las que no esperamos).
De esta manera podemos descansar mejor y estar asegurados.
Por la voluntad de Dios, puedes estar protegido
frente a cualquier cosa.
Llámalo
“medicina de oración.” Llámalo una “vacuna” espiritual.
Es
en realidad orar con mucha fe y persistentemente pidiendo que el Espíritu
Santo haga una profilaxis en nosotros, revise nuestro cuerpo y desarrolle su
poder de sanación.
LOS PEQUEÑOS MILAGROS
Otra
forma de decirlo es que debemos orar por pequeños milagros.
Un pequeño milagro es cuando
el Señor interviene antes de que algo se convierta en una crisis; antes de que
requiera un gran milagro en grande.
Mueve la colina antes de que sea un Everest.
Pide
por la salud general y también por protección contra enfermedades importantes (artritis,
diabetes). Se especifico. Se inclusivo. No mires con los ojos del mundo, que
son los ojos del miedo.
ORANDO EN PROSPECTIVA
Debemos orar no en
retrospectiva, sino de manera proactiva. Avanzar en la fe. Cortarlo de raíz.
No
dejes que el miedo se apodere de ti. Considera la posibilidad de que Dios sea tu médico
real.
Los
pedidos a María, Santos y ángeles pueden ayudar en la oración.
Ora
con un corazón ardiente, en contra de cualquier cosa que pueda venir de una
manera negativa para estar envuelto en el poder.
Hay
un poder sin fin en la oración (cuando se reemplaza la ansiedad) y hay oraciones
que son asesinas del cáncer o de cualquier otra enfermedad.
Vimos hace unos años cómo un inglés llamado Cardenal Newman fue citado por la
curación milagrosa de un hombre que vive en Massachusetts.
“Tirado en una cama de hospital después de la
cirugía en la columna vertebral, sin
poder caminar y con dolor agonizante, Jack Sullivan se apoyó en los codos y oró”,
informó un periódico. “No al gran Dios, incognoscible, sino a una figura específica en la Iglesia
Católica, muy respetada, pero mortal: el Cardenal John Henry Newman, un
inglés que murió en 1890. La curación, como Sullivan dice, fue casi inmediata
Él sintió un hormigueo por todo el cuerpo y fue inundado con un calor y, tan
fácil como eso, pudo volver a caminar”.
Eso es un gran milagro. Nunca lo descuentes. Pero, ¿cuántos milagros más de los “menores” hay
(o puede haber)?
EL ESPÍRITU SANTO OPERA SOBRE
NUESTRAS CÉLULAS
El Espíritu vivifica nuestras
células. Él controla las moléculas. Puede reordenar cualquier cosa si es la
voluntad de Dios. Pequeños milagros de vivificación eventualmente se convierten
en uno grande.
¿Comes
comida sana? ¿Haces ejercicio? Eso es todo lo bueno. Pero podemos ir para
cualquier lado tratando de seguir todos los consejos y las contradicciones que
hay en ellos.
Se
sencillo y mantente fuerte, piensa en todas las células y tejidos y órganos de
tu cuerpo y blíndalos bajo el velo de
la Santísima Virgen María.
A
su vez ella se lo llevará a su Hijo, quien ve todas las células de su cuerpo en menos
de un vistazo y te traerá a la armonía y la salud de los Cielos.
SE CONTAGIA
La oración, como la risa es
contagiosa. Tan pronto como le dices a un grupo para orar juntos, algo sucede.
Una nueva química se inicia dentro del grupo. Incluso si sólo se hace un
momento de pausa y se mantiene silencio y luego se dice una bendición corta,
hay un nuevo espíritu en la habitación. Algo mayor que una suma de todas las
partes comienza a moverse.
Todo el mundo siente esto con la oración, incluso el ateo puede reconocer que cuando la
oración está pasando allí, hay un estado de ánimo diferente, como cuando
la música comienza a tocar en una habitación silenciosa. Algo profundamente
humano se lleva a cabo, que no puede ser igualado por ninguna otra experiencia
humana.
Esta
química misteriosa es contagiosa porque las personas que rezan comienzan a ser más
abiertas a los demás.
Estos
son los beneficios prácticos, humanos y naturales a la oración. Cuando se
consideran se puede observar cómo la oración trae la paz a nivel personal e
interpersonal, y con ello la sanación y la prevención.
Foros de la
Virgen María
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