Quiérase o no, el cristianismo
es la base moral, jurídica y social sobre la cual funciona el mundo
desarrollado y subdesarrollado hoy; el cristianismo gestó esta civilización que
tiene a occidente como líder económico, científico y militar. Y las otras sociedades
desarrolladas poderosas, como por ejemplo China, han optado por las pautas
occidentales para su crecimiento, haciendo un mix con su cultura ancestral.
Pero el caso del Islam es
distinto, porque la ley sharía es contradictoria con los valores cristianos, y si
por esas cosas Europa es manejada por ella, por ejemplo, ya las mujeres no
tendrán la igualdad jurídica con los hombres, las sociedades estarían
gobernadas por un poder cívico religioso, las penas judiciales serían muy
otras, y así podríamos hacer un ejercicio teórico sobre las cosas que
cambiarían, pero no es el objetivo de este artículo.
Quiérase
o no, el Islam es un contendiente ideológico del estilo de vida y la
civilización judeo-cristiana, pero muchos católicos dudan de ello con el
argumento falaz de que adoran al mismo Dios. Sin embargo ahí están los
resultados: persecución cruenta a los cristianos en los países donde son
mayoría y un programa de copamiento cultural en occidente.
Tal vez estemos en un momento
de inflexión de la historia, en que estamos enfrentados esta ideología
desafiante al estilo de vida occidental, como occidente lo hizo con el nazismo
y el comunismo, porque no puede verse al Islam sólo como una religión, sino
como un sistema de gobierno total de la sociedad que tiene una religión como
justificación.
LA PROTECCIÓN DEL ISLAMISMO
POR EL LENGUAJE POLÍTICAMENTE CORRECTO
Cuando
los musulmanes cometen actos de terrorismo, para algunas autoridades es un
procedimiento operativo estándar de delincuentes y otros aseguran a la
población que “esto no tiene nada que ver con el Islam.” Esto se dice con tanta
frecuencia que contradice el sentido común de cualquier persona con dos dedos
de frente.
Lo hemos visto
recientemente con el atentado de Orlando, en que las autoridades de EE.UU. , incluso las de la
Iglesia Católica, se han negado a identificar que el atacante era musulmán.
Así que fue refrescante escuchar a un líder mundial
(en este caso, un ex líder mundial) admitir que el terrorismo islámico mundial realmente tiene algo que ver con el Islam.
En un discurso de
apertura hace un par de años, Tony Blair describió al Islam radical como la mayor amenaza que enfrenta
el mundo hoy en día.
Luego pasó a criticar a los comentaristas
occidentales que “van a medidas
extraordinarias” para evitar
vincular el terrorismo con el Islam. “Es extraño”, dijo, “ignorar el
hecho de que los principales actores en todas las situaciones se expresan a
través del medio de la identidad religiosa.”
Aunque Blair sugirió que la ideología islámica
radical “distorsiona y deforma el verdadero mensaje del Islam”, sin
embargo, hizo hincapié en que este movimiento extremista se basa en una
creencia religiosa.
Agregó que nosotros en
Occidente podemos obtener una mejor comprensión de la ideología islamista,
recordando “la experiencia del comunismo y el fascismo” ¿Su mensaje
principal? La “derrota de esta ideología” debe estar en la parte
superior de la agenda global. En pocas palabras, Blair está llamando a la
guerra ideológica contra el “islamismo” (su término para el Islam radical).
TENEMOS UN MITO FALSO QUE
VICTIMIZA A LA CULTURA ISLÁMICA
A
occidente le cuesta comprender la realidad que se ve, por un discurso políticamente correcto
que victimiza a los musulmanes.
El
historiador italiano, especializado en la Edad Media Franco Cardini sugiere que
el resurgimiento islámico actual tiene su origen en el deseo de venganza contra
el colonialismo occidental, por lo que los cristianos en los países islámicos,
son vistos como apéndices del occidente, que pagan por todo.
Es
la tesis que dijo Bill Clinton después del 11 de septiembre. Clinton sostuvo
que los musulmanes nunca habían olvidado el ultraje sufrido por parte de las
Cruzadas. Argumento similar hizo Gad Lerner en su libro un par de años más
tarde. Y recientemente el presidente Obama lo repitió.
Pero fue Cardini (que, a diferencia de Clinton y Lerner,
es un medievalista) que de las Cruzadas
el Islam apenas si se dio cuenta, ya que sólo comprendió dos siglos y un
pequeño trozo de Palestina costera.
Una mirada a la historia,
entonces, vemos que los islamistas no tienen ningún título para acusar de colonialismo
a otros, ya que el Islam siempre se ha ampliado a punta de sable y, además,
destruyó todas las culturas anteriores (como informa el escritor indio
Vidiadhar Naipaul, Premio Nobel 2001).
Si queremos entrar en detalles, el colonialismo occidental en África, puso
fin por ejemplo, a la trata de esclavos, de los que los árabes musulmanes eran
los principales responsables. El colonialismo, en medio de sombras y
luces, puso orden en un mundo perpetuamente en un estado de guerra tribal,
guerra endémica que proporcionaba material a los traficantes árabes de
esclavos.
El
colonialismo francés en Argelia, otro ejemplo, comenzó a decir basta a la lacra
de la piratería musulmana, que todavía en el siglo XIX hacía del Mediterráneo
un mar impracticable.
El
gran levantamiento del Ejército Mahdi chií en Egipto y Sudán, con las
masacres que se cobró también la vida del gobernador de Jartum, no tuvo nada
que ver con el colonialismo, pero sí con el conflicto que aún opone a sunitas y
chiitas para decidir quién debe dirigir el Islam para conquistar el mundo.
Así
escribió Silvio Solero (en 1928) en El islamismo, síntesis
histórico-crítica,
“El poder islámico tuvo una
larga duración por el hecho de que, a cada paso de su historia, encontró nuevas
fuerzas que se pusieron al servicio del Islam (…). El futuro dirá si la apuesta
islámica es para siempre o es capaz de estallar de nuevo, incendiando el
mundo”.
NO CONOCEMOS NI COMBATIMOS AL
ADVERSARIO IDEOLÓGICO
Durante
la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría que siguió, nosotros no
dudamos en participar en una guerra ideológica con el nazismo primero, y luego
con el comunismo. Se consideró perfectamente legítimo perseguir las
ideas en la base de estos sistemas totalitarios como una forma de creencia
negativa.
Y
no nos preocupamos sobre a quién podría ofenderse. Pero ¿y si la ideología que
amenaza viene envuelta en el manto de la religión? Blair llama a la
derrota de la ideología “islamista”, pero ¿cómo se puede participar en la
guerra ideológica si la crítica de la ideología enemiga está fuera de los
límites?
En
nuestros tiempos multiculturales, se considera muy mala educación criticar a
una religión que no sea la propia. El respeto de las de otras personas – no importa
cuán diferentes de nosotros – se considera que es el sello distintivo de la civilidad
y la tolerancia.
Así, mientras nos sentimos
libres para hablar de los males del nazismo, el comunismo, el laicismo y el
capitalismo, a muy pocos se le ocurriría hablar de los males del Islam. Es
tabú.
Como resultado, cuando las cosas malas se hacen en nombre del Islam, nuestros
“comentaristas” (como los llama Blair) son rápidos para absolver al propio
Islam. La fórmula “esto no tiene
nada que ver con el Islam” es sólo una manera de ignorar la dimensión
religiosa del terror.
IDEOLOGÍA SUPREMACISTA
ENVUELTA COMO UNA RELIGIÓN
Sin embargo, cuando los jihadistas explican sus motivaciones casi invariablemente
citan las palabras y el ejemplo de Mahoma como se encuentra en el Corán
y los Hadiths – dos fuentes con las que parecen ser muy familiares.
Que el
jihadista promedio sabe el Corán mejor que el cristiano promedio el Nuevo
Testamento nos debe decir algo, pero al parecer no es así. Sun Tzu, el
estratega militar chino, dijo que la primera regla de la guerra es conocer al
enemigo, pero en general hay una negación a reconocer lo que nuestros enemigos
islamistas consideran que es el hecho más sobresaliente acerca de sí mismos.
Esta renuencia a identificar
las principales motivaciones del enemigo nos pone en una desventaja
considerable, trabajo que hicimos en las guerras anteriores.
Occidente
probablemente prevalecerá si la lucha con el Islam se limita a la lucha armada.
Pero
nuestra lucha de civilizaciones con el Islam va mucho más allá de eso.
Por ejemplo, la toma gradual
Islámica de Europa se está logrando mediante la jihad cultural más que la jihad
armada. En Europa, la expansión del Islam no requiere combates en las calles;
sólo requiere que los europeos se acostumbren a los burkas en los centros
comerciales, calles cerradas para la oración, la cancelación de las
conversaciones críticas sobre el Islam, aceptar el antisemitismo, y la creación
de guetos religiosos y culturales en las principales ciudades. Podríamos añadir
la islamización de las escuelas a la lista.
En
su discurso, Blair hizo alusión a un complot descubierto por el que los musulmanes se hacen
cargo de más de una veintena de escuelas en el área de Birmingham. El nombre en
clave musulmana de la trama era “Caballo de Troya”.
El punto es que tenemos muy poca defensa contra el tipo de Caballo de Troya de la jihad.
No es sólo que estamos impedidos por una ideología multicultural que exige que
seamos tolerantes hasta la muerte, sino que también los jihadistas culturales
son muy conscientes de esta debilidad en nuestra armadura. Ellos saben que no nos atrevemos a criticar
una religión no cristiana, y saben cómo sacar provecho de nuestra renuencia.
Criticar algo musulmán o islámico y los cargos de intolerancia religiosa y la
islamofobia pronto llegan a nivel de demanda judicial.
LOS PIES DE BARRO DEL CORÁN
Lo maravilloso de esto desde
el punto de vista islámico es que casi nadie en Occidente se atreve a tomar
ventaja de las debilidades teológicas del Islam. Teológicamente, el Islam es un
castillo de naipes. Nunca pudo soportar el tipo de examen académico que el
cristianismo ha sido objeto. Por ejemplo, el Corán es un mosaico primitivo de
ideas prestadas, historias medio dichas, y maldiciones interminablemente
repetidas.
El
historiador Thomas Carlyle fue aún menos caritativo. Aunque
consideraba a Mahoma como uno de los grandes hombres de la historia, describió el Corán como “un revoltijo confuso,
fatigoso, crudo, mal construido; iteraciones infinitas, desprolijidad, enredo;
estúpido e insoportable”.
El
mundo está lleno de libros mal escritos, pero éste en particular se supone que
ha sido escrito por el mismo Dios. Uno podría pensar que Dios pudo haber hecho un
mejor trabajo.
El punto es que cualquiera que haya leído el Corán
y tiene incluso un conocimiento de los estudios de las Escrituras se dará
cuenta de que el “libro sagrado” del
Islam no cumpliría con las pruebas de evidencia crítica e histórica que
aplicamos a la revelación cristiana. El punto adicional es que estas
pruebas constituyen potentes armas en nuestro arsenal ideológico – si estamos
dispuestos a utilizarlas.
En
las luchas ideológicas del pasado se buscó la victoria a través del descrédito
ideológico del sistema de creencias que inspiró a nuestros enemigos. Si no hacemos
algo similar en nuestra lucha de la civilización global con el Islam (o, si se
prefiere, “islamismo”), tenemos que enfrentarnos a la posibilidad muy real de
que vamos a perder la guerra – tanto militar como culturalmente.
Si estamos en una
confrontación con la ideología / teología islámica, ¿por qué no queremos
examinarla con más cuidado? ¿Por qué no habríamos de querer poner en duda la
revelación en la que se basa todo? Y, aún más, ¿por qué no buscar la forma de
desilusionar y desmoralizar a los defensores de esta ideología?
Se puede argumentar que este enfoque es incivil,
ofensivo e insensible. Tal vez sea así. Quizá treinta años después, ¿te gustaría ser uno que explique a su nieta
que usa burka y se casó con un hombre que le triplicaba la edad, y que no tiene
los mismos derechos que los hombres, que hemos perdido la guerra cultural
contra el Islam, ya que fuimos insensibles para luchar?
¿PODREMOS HACER DUDAR A LOS
MUSULMANES?
Otro argumento más práctico contra atacar la base
ideológica del islamismo y así socavar la fe de los jihadistas es que no va a
funcionar. Muchos dan por sentado que
una fe profundamente arraigada no puede ser fácilmente sacudida por la crítica,
y las creencias islámicas parecen muy inquebrantables. Dado este
supuesto, sería una pérdida de tiempo tratar de sembrar las semillas de la duda
en la mente de los verdaderos creyentes.
Pero
las creencias profundamente arraigadas no siempre están tan profundamente
arraigadas como aparecen. Por ejemplo, hace treinta y cinco años parecía que
la fe católica estaba profundamente arraigada en Irlanda, pero Irlanda, al
igual que muchas otras sociedades, una vez sólidamente católicas, ha
experimentado una disminución significativa en la fe.
En
concreto, el Islam también ha sufrido una crisis de fe – y no hace mucho
tiempo. A
principios de 1970 la mayoría de las mujeres iraníes, iraquíes y egipcias
habían abandonado su vestimenta tradicional por la ropa de estilo occidental, y
el entretenimiento occidental fue la moda.
Los musulmanes continuaron
observando su religión, pero lo hicieron de más o menos la misma manera que un
cristiano tibio – es decir, más como una obligación social que religiosa. En el
mundo musulmán, la mayor parte del siglo XX, el Islam apenas podía definirse
como una fe profundamente arraigada.
Los
movimientos islamistas radicales del siglo XX, como la Hermandad Musulmana, se
formaron con el propósito de renovar la fe que se les escapaba. Y tuvieron un
gran éxito al hacerlo. El punto a tener en cuenta, sin embargo, es que la
“creencia profundamente arraigada” que ahora vemos en el mundo musulmán es de
origen muy reciente.
Por otra parte, la creencia
profundamente arraigada se basa en el fundamento muy inestable del Corán. Los
jihadistas hacen lo que hacen porque creen que Dios les ordena hacerlo. Ellos
también creen que serán ricamente recompensados por sus esfuerzos en el
paraíso.
¿Pero
qué si el Corán no fue escrito por Dios? ¿Qué tal si fue hecho por el hombre,
la invención de un intrigante egoísta? ¿Quién quiere inmolarse en un atentado suicida si
la recompensa prometida no es nada más que una herramienta de reclutamiento
inteligente hecha con el propósito de sustituir guerreros perdidos en la
batalla, hace unos 1.400 años?
¿MAHOMA RECIBIÓ REALMENTE UNA
REVELACIÓN?
¿Fue
el Corán escrito por Dios? Parece una pregunta bastante central. Y al ver que
un sinnúmero de vidas penden de las respuestas, se podría pensar que más
personas lo preguntarían.
No es como preguntas privadas estrictamente
personales para la conciencia individual y para reflexionar. Son también, como
en todas las religiones que se proclaman públicamente, una cuestión para el
debate general. Los jihadistas no
ocultan su lámpara bajo el celemín. Quienes dudan de Mahoma, entonces, no
deberían ser reacios a apagarla.
Mientras los musulmanes creen
que Mahoma recibió sus órdenes a partir de Dios, la jihad islámica continuará.
Si queremos poner fin a la guerra santa, tenemos que hacer un hueco en esa
creencia. Como hemos visto una y otra vez en la historia, incluso las creencias
profundamente arraigadas son susceptibles de cambio. Si suficientes no musulmanes
empiezan a hacer ciertas preguntas insistentemente, hay una buena posibilidad
de que los musulmanes puedan ser devueltos a ese estado de duda sobre el Islam
que prevaleció en el mundo musulmán hace apenas sesenta años.
Foros de la
Virgen María
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