Se cumplieron 70 años que 8
sacerdotes sobrevivieran a la explosión atómica de Hiroshima, a sólo 8 cuadras
del epicentro.
El 6 de agosto se cumplió el
70 aniversario de los bombardeos estadounidenses a Hiroshima, y vale la pena
recordar un milagro que sucedió allí. Ocho sacerdotes jesuitas que rezaban
diariamente el rosario salieron ilesos de la explosión atómica, a pesar que
vivían a menos de un kilómetro de su epicentro y todo se destruyó a su
alrededor.
Hace 1 año murió Theodore
“Dutch” VanKirk en Georgia a la edad de 93 años, era el último superviviente de
la tripulación que voló el Enola Gay, el B-29 que tiró la bomba de uranio en
Hiroshima el 6 de agosto de 1945; y tres días después lanzó una segunda bomba
sobre Nagasaki, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.
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A
las 2:45 horas del 6 de agosto de 1945, un bombardero B-29 despegó de la isla de Tinian
para tirar la primera bomba atómica sobre Japón.
A las 8:15 am de la bomba
explotó a ocho cuadras de la Iglesia de los Jesuitas de Nuestra Señora de la
Asunción de Hiroshima.
Medio
millón de personas fueron aniquiladas. Sin embargo, la iglesia y los ochos
padres jesuitas estacionados allí sobrevivieron; los más conocidos han sido los Padres Lassalle,
Kleinsorge, Cie?lik y Schiffer.
LOS OCHO SALIERON ILESOS
Probablemente hayas oído acerca de Padre Hubert Schiffer y los otros siete
misioneros jesuitas que sobrevivieron a la explosión atómica.
Los sacerdotes vivían a menos de un kilómetro del
epicentro del ataque en Hiroshima; y por
millas en todas las direcciones, todos los edificios fueron destruidos,
completamente aplastados, y 140.000 personas murieron al instante.
A
excepción de los ocho sacerdotes.
El Padre Schiffer y sus
compañeros no sufrieron ninguna lesión o heridas.Todos vivieron años más allá
de ese día, sin experimentar la enfermedad por radiación, a pesar de estar
expuestos a altos niveles de radiactividad. Ninguno sufrió una pérdida de la
audición por la explosión, o cualquier otro defecto o enfermedades visibles a
largo plazo.
El
Padre Schiffer,
de sólo 30 años cuando la bomba fue lanzada sobre Hiroshima, contó su historia 31 años después, en
el Congreso Eucarístico de Filadelfia en 1976.
En ese momento, los ocho miembros de la comunidad
jesuita que habían vivido los bombardeos estaban todavía vivos.
Ante los fieles reunidos, él recordó celebrar la misa en la mañana temprano, luego sentarse en la
cocina de la rectoría para el desayuno.
Sus
recuerdos eran vívidos: el acababa de corta rodajas en un pomelo cuando
hubo un destello de luz brillante. Al hablar ante el Congreso Eucarístico, dijo
que al principio, él pensó que podría ser una explosión en el puerto cercano.
Luego el describió la experiencia:
“De repente, una terrible
explosión llenó el aire con un estallido como de trueno. Una fuerza invisible
me levantó de la silla, me arrojó por el aire, me sacudió, me hizo girar dando
vueltas y vueltas como una hoja en una ráfaga de viento de otoño”.
Más
detalles
ha reportado un sacerdote que una vez conoció al Padre Schiffer en el
Aeropuerto Tri-City en Saginaw Michigan. El Padre Schiffer visitó el estado
para dar una charla ante el Ejército Azul, una organización de católicos
piadosos que promueve las apariciones de Fátima.
Lo siguiente que recordaba, es que abrió los ojos y
estaba tendido en el suelo. Miró a su
alrededor y no había nada en cualquier dirección: la estación de ferrocarril y
edificios en todas las direcciones fueron arrasados hasta los cimientos.
El
único daño físico a sí mismo era que él podía sentir unos trozos de vidrio en
la parte posterior de su cuello. Por lo que él supo, no había nada más físicamente
mal consigo mismo. Muchos miles fueron muertos o mutilados por la explosión.
Después de la conquista de los estadounidenses, sus médicos militares y científicos le
explicaron que su cuerpo empezaría a deteriorarse a causa de la radiación.
Muchos de los japoneses tenían ampollas y llagas por la radiación.
Para
sorpresa de los médicos, el cuerpo del P. Schiffer no contenía ninguna
radiación o efectos nocivos de la bomba.
El Padre Schiffer y los otros jesuitas fueron examinados y entrevistados en varias
ocasiones por los científicos y otros, que no podían entender por qué se
habían escapado de las lesiones. El Padre Schiffer habría dicho que él mismo
había sido entrevistado 200 veces.
POR QUÉ CREE QUE SOBREVIVIERON
ILESOS
El P. Schiffer lo atribuye a
la devoción a la Santísima Virgen, y su diario Rosario de Fátima. Él siente que
recibió un escudo de protección de la Santísima Virgen que lo protegió de toda
la radiación y los malos efectos.
Esto
coincide con la bomba de Nagasaki, donde San Maximiliano Kolbe había
establecido un convento franciscano que también resultó ileso debido a la
protección especial de la Virgen María, porque los Hermanos también rezaban el Rosario todos los días y tampoco tuvieron
efectos de la bomba.
Preguntado por qué creen que se salvaron, cuando
tantos otros murieron, ya sea por la explosión o de la radiación posterior, el
Padre Schiffer habló por él y sus compañeros:
“Creemos
que sobrevivimos porque vivíamos el mensaje de Fátima. Vivíamos y rezábamos el
rosario diariamente en esa casa”.
El Padre Schiffer cree que la Virgen les había
protegido de toda la radiación y la enfermedad debido a su devoción y porque
estaban viviendo el mensaje de Fátima.
“En esa casa”, dijo, “el Santo Rosario
los recitábamos juntos todos días”.
Murió el 27 de marzo 1982, treinta y siete años
después de aquel día memorable.
CONCLUSIÓN
No
hay leyes físicas para explicar por qué los jesuitas no fueron tocados por el
chorro de aire Hiroshima. No hay otro dato real o prueba por la que una
estructura como esta no fuera totalmente destruida en esta distancia de
separación con el arma atómica.
Todos
los que se encontraban en este rango del epicentro, recibieron la suficiente
radiación para estar muertos en el plazo máximo de minutos pero sucedió
otra cosa.
No
se conoce ninguna forma de diseñar una bomba atómica de uranio-235,
que podría dejar una gran área intacta mientras destruye todo a su alrededor.
Desde un punto de vista científico, lo que pasó con
los jesuitas en Hiroshima aún desafía
toda lógica humana de las leyes de la física tal como se entienden hoy
en día (o en cualquier momento en el futuro).
Debe concluirse que alguna
otra fuerza (externa) estuvo presente, cuyo poder y capacidad de transformar la
energía y la materia y su relación con el ser humano está más allá de la
comprensión actual.
Desde
el punto de vista de la teoría de cuerdas (relativa a los efectos atómicas a escala del
mundo macroscópico) sugiere que las cadenas físicas (es decir los cuerpos) de
los jesuitas y las cuerdas de energía que representan la materia física de la
casa, se transformaron en el momento de
la explosión en un campo de energía de oposición, para cancelar los
efectos de la explosión, y luego transformaron de nuevo en una escala de tiempo
totalmente imperceptible para el ser humano.
O
un enorme campo de fuerza externa estaba presente, que precisamente canceló los
efectos del arma sobre la geometría totalmente irregular de la casa
residencial incluyendo la protección de los ocupantes.
Es un argumento plausible para
la existencia de un Creador que dejó su tarjeta de presentación en Hiroshima.
Fuentes:
- http://www.wjpbr.com/hiroshi.html
- http://www.patheos.com/blogs/kathyschiffer/2014/08/fr-hubert-schiffer-and-the-jesuit-priests-who-survived-hiroshima/
- http://www.asktheatheists.com/questions/180-how-can-an-atheist-explain-a-building-surviving-an-atomic-bomb/
- http://www.christian-miracles.com/arosarymiracle.htm
Foros de la
Virgen María
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