SANTIAGO, 26 May. 16 / 02:34 pm (ACI).-Pasada las 22:30 p.m. (hora
local) del miércoles 25 de mayo, desconocidos quemaron casi al mismo tiempo dos
iglesias católicas: la capilla San Antonio en la comuna de Vilcún y la capilla Juan Pablo II en la comuna
Padre Las Casas, ambas en la Región de La Araucanía en el sur de Chile, a unos
700 kilómetros de la capital.
Los templos que han quedado totalmente calcinados estaban ubicados a
unos 70 kilómetros uno de otro. En los dos casos hubo disparos antes de que
comenzaran los incendios.
En los dos lugares se encontraron carteles que piden la liberación de la
“machi” Francisca Linconao y de otras 10
personas, acusadas de participar en el incendio al fundo en el que murió el matrimonio de los
empresarios Werner Luchsinger y Vivianne Mackay en enero de 2013.
En el pueblo mapuche en Chile la machi suele ser una mujer que cumple el
rol de médico, religiosa, consejera y protectora.
Una de las consignas de los carteles fue firmada por el grupo "Weichan Auka Mapu" (Lucha del
territorio rebelde), que el 20 de abril se adjudicó más de 40 hechos de
violencia registrados desde 2013 en las regiones del Biobío, La Araucanía y Los
Ríos.
Respecto al atentado de la capilla Juan Pablo II, el sacerdote a cargo,
P. Francisco Peralta, dijo a ACI Prensa que “se
está haciendo muy poco con respecto a la seguridad” y que el gobierno
tiene que dar las “garantías para vivir tranquilos y garantizar nuestro
bienestar”.
“Es un daño tremendo a la comunidad que se reúne y
hace vida social en estos
sectores. Es un daño a los propios hermanos mapuches porque se están atacando
entre ellos mismos”, agregó.
Por último, calificó que los actos “son de
mucha cobardía porque atacan lugares solos. Es muy fácil colocarse un gorro de
encapuchados y encender fuego”.
En la misma línea, Mons. Francisco Javier Stegmeier, el Obispo de
Villarrica donde estaban ubicadas ambas capillas, manifestó su “solidaridad con las comunidades afectadas que como en
otras ocasiones son comunidades mapuches pobres que con esfuerzo han levantado
sus capillas y de un minuto a otro se vuelven cenizas”.
“Comprendemos el dolor que están experimentando y
les apoyamos para que puedan seguir confiando siempre en el Señor”, agregó.
Además, invitó a los actores del conflicto a “buscar
soluciones de diálogo. Si hay injusticias, el camino no es el de la violencia
sino, sentarse a conversar”.
Con la violencia, prosiguió, “se estigmatiza
al pueblo mapuche siendo que son pacíficos, quieren convivir en fraternidad” y
lo que haya que resolver sea “por la vía de la
verdad, de la justicia, de la paz”.
En lo que va de 2016 se ha registrado ocho atentados a templos católicos más la ocupación del Seminario Mayor San Fidel por parte de la de la comunidad mapuche Trapilhue que terminó en desalojo el pasado 2 de mar.
Por Giselle Vargas
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