REDACCIÓN CENTRAL, 02 Abr. 16 / 10:00 am (ACI).- Durante las
apariciones del Señor de la Divina
Misericordia a Santa Faustina, Cristo aseguró varias gracias a los
que se acercaran a su misericordia. San Juan Pablo II, más
adelante, instituyó oficialmente la indulgencia plenaria para esta fiesta.
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas
las almas y, especialmente, para los pobres pecadores… El alma que se confiese
y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón
total de las culpas y de las penas… Que ningún alma tema acercarse a mí,
aunque sus pecados sean como escarlata”, dijo el Señor en una promesa que hizo
a Santa Faustina Kowalska en una de las apariciones místicas que le concedió.
En el 2002, esta promesa de Cristo se hizo “oficial” en la Iglesia cuando, por
mandato de San Juan Pablo II, la Santa Sede publicó el “decreto sobre las indulgencias recibidas en la Fiesta de la Divina
Misericordia”, un don que también puede alcanzar a los enfermos y
los navegantes en altamar.
En el segundo domingo de Pascua,
que este año se celebra el 3 de abril, se concede la indulgencia plenaria, con
las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y
oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que participe en
actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina.
“O al menos rece, en presencia del Santísimo
Sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario,
el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús
misericordioso (por ejemplo, ‘Jesús misericordioso, confío en ti’)”, dice el
texto del decreto.
Asimismo se concede indulgencia parcial “al fiel
que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de
las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas”.
También los enfermos y las personas que los
asisten, los navegantes, los afectados por la guerra, las vicisitudes políticas
o la inclemencia de los lugares “y todos
los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempeñan una actividad
impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la
indulgencia plenaria”.
Esto siempre y cuando, con total rechazo de
cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres
condiciones habituales recen “frente a una piadosa imagen de nuestro Señor
Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación
piadosa al Señor Jesús misericordioso”.
Asimismo, si ni siquiera se pudiera hacer lo
antes descrito, podrán obtener la indulgencia plenaria “los que se unan con la
intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la
indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los
sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito
de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para
lucrar la indulgencia plenaria”.
Jesucristo también prometió a Santa Faustina que
cuando se rece la Coronilla de
la Divina Misericordia junto a los moribundos se pondrá “entre el
Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso”.
Por Abel Camasca
No hay comentarios:
Publicar un comentario