A lo largo de los siglos, Dios
ha permitido que las almas se manifiesten a muchas personas, San Pío de
Pietrelcina tuvo muchas visiones de almas purgantes que Jesús liberaba por sus
oraciones y sufrimientos.
Las almas iban San Giovanni
Rotondo a pedirle primero y luego a agradecerle a cuando ingresaban al Cielo.
Veamos algunas anécdotas.
También el Padre Pío tuvo
hijos espirituales a quienes inculcó el amor por el Purgatorio y sus almas. Uno
de ellos fue Fray Daniele que tuvo una experiencia Cercana a la Muerte y
regresa a la tierra – mediante la Intercesión del Padre Pío – con el propósito
de hacer su Purgatorio en la Tierra. Una historia conmovedora y llena de
devoción.
ALGUNAS ANÉCDOTAS DEL PADRE
PÍO Y LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Todo
el que se reunía el Padre Pío parecía convencido de que tenía una conexión
directa con el más allá, y le pregunta acerca de un pariente o amigo
muerto. Era fascinante, siempre había una respuesta.
Gerardo
De Caro
tuvo largas conversaciones con el Padre Pío en 1943. En sus notas escritas
testifica:
“El Padre Pio tenía un
conocimiento exacto del estado de un alma después de la muerte, incluyendo la
duración del dolor hasta que llegaba a la purificación total”.
El padre Pío decía también:
“Más
almas de los muertos del purgatorio que de los vivos subían esta montaña para
asistir a mis misas y buscar mis oraciones”.
En
1922 el obispo Alberto Costa preguntó al Padre Pio si alguna vez había visto un alma en
el Purgatorio y le contestó:
“He
visto a tantos de ellos que no me asustan más”
Un fraile testificó: Todos estábamos en el comedor
cuando el Padre Pío llegó de repente y se dirigió a un a la puerta del
convento. La abrió y comenzó a tener
una conversación.
Los
dos hermanos que fueron con él no vieron a nadie y empecé a pensar que algo podría estar mal con el
Padre Pío. En el camino de regreso a la zona de comedor Padre Pío me explicó:
“No se preocupe. Yo estaba hablando con algunas almas en su camino desde el purgatorio al
paraíso. Llegaron a agradecerme que los recordara hoy en la misa”
El
Padre Francesco Napolitano informó que en 1945 Fray Pedro, entrando en su celda por la noche, vio
a un joven fraile sentado en su escritorio, con la cabeza gacha como si
estuviera meditando. Le preguntó quién era, pero él desapareció. Aterrorizado
fue a ver al Padre Pío. El Padre Pio le acompañó de regreso a su celda y dijo:
“Ese joven fraile es un pobre principiante que está cumpliendo su purgatorio en esta celda,
pero no se preocupe que no le molestará otra vez, y nunca le verá de nuevo”
UN HOMBRE QUE PIDE MISAS AL
PADRE PÍO PARA SALIR DEL PURGATORIO
Mientras estaba en el convento en una tarde de
invierno después de una fuerte nevada, él estaba sentado junto a la chimenea
una noche en la habitación, absorto en la oración, cuando un anciano, vestido con una capa antigua
todavía usada por los campesinos del sur de Italia, se sentó junto a él. Respecto a este hombre dice el padre Pío:
“No me
podía imaginar cómo podría haber entrado en el convento en ese momento
de la noche ya que todas las puertas están bloqueadas.
Le pregunté: ¿Quién eres? ¿Qué quieres?”
El anciano le dijo:
“Padre Pío,
soy Pietro Di Mauro, hijo de Nicolás, apodado Precoco”.
Él continuó diciendo,
“Yo morí en este convento el
18 de septiembre de 1908, en la celda número 4, cuando todavía era un asilo de
pobres. Una noche, mientras estaba en la cama, me quedé dormido con un cigarro
encendido, el cual incendió el colchón y he muerto, asfixiado y quemado. Todavía estoy en el
purgatorio. Necesito una Santa Misa con el fin de ser liberado. Dios permitió
que yo venga a pedirle su ayuda.”
De acuerdo con el Padre Pío, después de escucharlo,
respondió:
“Tenga la seguridad de que
mañana celebraré la Santa Misa por su liberación.”
Me levanté y le acompañé hasta la puerta del
convento, para que pudiera salir no me di cuenta en ese momento que la puerta
estaba cerrada con llave. La abrí y me despedí de él La luna iluminaba la
plaza, cubierta de nieve. Cuando yo ya no lo vi delante de mí, fui tomado por un sentimiento de miedo, y
cerré la puerta, volví a entrar en la habitación de invitados, y me
sentía débil.
Unos días más tarde, el Padre Pío también contó la historia al padre
Paolino, y los dos decidieron ir a la ciudad, donde miraron las estadísticas
vitales para el año I908 y encontraron
el 18 de septiembre de ese año, un Pietro Di Mauro había, de hecho, muerto de
quemaduras y asfixia en la habitación número 4 en el convento, entonces
utilizado como un hogar para personas sin hogar.
UN FRAILE CONDENADO AL
PURGATORIO
Por la misma época, el Padre Pío le dijo a Fray
Alberto de otra aparición de un alma del purgatorio, que también se produjo en
la misma época. Él dijo:
Una noche, cuando estaba absorto en la oración en
el coro de la pequeña iglesia fui
sacudido y perturbado por el sonido de pasos, y velas y jarrones de
flores que se movían en el altar mayor. Pensé que alguien debía estar allí, y
grité:
“¿Quién es?”
Nadie respondió. Volviendo a la oración, me
molestaron de nuevo los mismos ruidos. De hecho, esta vez tuve la impresión de
que una de las velas, que estaba en frente de la estatua de Nuestra Señora de
Gracia, había caído. Con ganas de ver lo que estaba sucediendo en el altar, me
puse de pie, me acerqué a la reja y vi, a la sombra de la luz de la lámpara del
Tabernáculo, un hermano joven haciendo
un poco de limpieza.
Yo pensé
que él era el Padre Leone que estaba reestructurando el altar; y como ya
era la hora
de la cena, me acerqué a él y le dije:
“Padre Leone, vaya a cenar, no es tiempo para
desempolvar y reparar el altar”.
Pero una voz que no era la voz del padre Leone me
contestó:
“Yo no soy
el
Padre Leone”,
“¿Y quién es usted? “, le pregunté.
“Yo soy un hermano suyo que hice
el noviciado aquí, mi misión era limpiar el altar durante el año del noviciado.
Desgraciadamente en todo ese tiempo yo no reverencié a Jesús Sacramentado, Dios Todopoderoso, como
debía haberlo hecho, mientras pasaba delante del altar. Causando
gran aflicción al Sacramento Santo por mí irreverencia; puesto
Que El Señor se encontraba en el tabernáculo para ser honrado, alabado y
adorado. Por este serio descuido, yo estoy todavía en el
Purgatorio. Ahora, Dios, por su misericordia infinita, me envió aquí para que
usted decida el tiempo desde cuándo que yo podré disfrutar del Paraíso. Y para que Ud. cuide
de mí.”
Yo creí haber sido generoso con esa alma en
sufrimiento, por lo que exclamé:
“Usted
estará mañana por la mañana en el Paraíso, cuando yo celebre la Santa Misa”.
Esa alma lloró: Cruel de mí, que malvado fui. Entonces lloró y
desapareció. Esa queja me produjo una
herida tan profunda en el corazón, la cual he sentido y sentiré durante toda mi vida. De hecho yo habría podido enviar
esa alma inmediatamente al Cielo pero yo
lo condené a permanecer
una noche más en las llamas del Purgatorio.
OTRAS ALMAS
La Señora Cleonice Morcaldi de
San Giovanni Rotondo
Fue una hija espiritual del Padre Pío; a un mes de la muerte de su mamá, el Padre
Pío le dijo:
“Esta mañana tu mamá ha volado
al Paraíso, la he visto mientras estaba celebrando la Misa.”
Lo que quiere decir que tuvo la gentileza de
ofrecer la misa por el descanso eterno de su alma.
SOLDADOS MUERTOS
En
otras ocasiones, el Padre Pío recibió almas –incluyendo soldados muertos en la Segunda Guerra
Mundial– quienes hacían cola por su
intercesión.
Una vez, un monje que vivió con el visualizó
soldados extraños cerca de la chimenea del padre.
Preguntándose cómo habían entrado, el Padre Pio le
explicó,
que no eran soldados, sino
espíritus de fallecidos que se acercaban pidiendo ayuda en su camino a la otra
vida.
LA GRACIA DE VIVIR EL
PURGATORIO EN LA TIERRA: EL TESTIMONIO DE UN ÍNTIMO AMIGO DEL PADRE PÍO
Fray
Daniele pensaba que después de morir pasaría un tiempo en el Purgatorio, pero el Señor le
llevó allí en vida para hacerle reflexionar, y luego su vida cambió en su
regreso.
Esta es lo que ahora se llama
una experiencia cercana a la muerte, donde la persona muere, es llevada al
cielo, se le muestran los pecados y regresa a la vida profundamente cambiada.
Sólo que Fray Daniele regresa a la tierra con el propósito de hacer su
Purgatorio en la Tierra.
La experiencia de Fray Daniele, compañero inseparable del P. Pío, nos hace saber que
un momento en el Purgatorio es mucho tiempo; una hora en el Purgatorio parece
una eternidad. El relato está tomado del libro “Omagio a Fray Daniele”.
EL TUMOR Y LA INTERVENCIÓN DEL
PADRE PÍO
Este es el relato de Fray Daniele.
Inmediatamente después de la guerra, me encontraba
en San Giovanni Rotondo, mi pueblo nativo, en el mismo convento del P. Pío. Un
poco tiempo después comencé con algunos
dolores en el aparato digestivo y me fui a una consulta médica, y el médico me
diagnosticó un mal incurable: un tumor.
Pensando ya en la muerte, fui a referírselo todo al Padre Pío, el que -después de haberme
escuchado- bruscamente me dijo:
“Opérate.”
Permanecí confuso y reaccionando le dije:
“Padre, no me vale la pena. El médico no me ha dado
ninguna esperanza. Ahora sé que debo morir.”
“No
importa lo que te ha dicho el médico: opérate, pero en Roma en tal clínica y
con tal profesor.”
El Padre me dijo esto con tal fuerza y con tanta
seguridad que le contesté:
“Si
Padre, lo haré”.
Entonces él me miró con dulzura y, conmovido,
añadió:
“No
temas, yo estaré siempre contigo”.
LA OPERACIÓN
A la mañana siguiente salí ya en viaje para Roma, y
estando sentado en el tren. Advertí al
lado mío una presencia misteriosa: era el Padre Pío que mantenía la promesa de
estar conmigo.
Cuando llegué a Roma supe que la clínica era “Regina Elena”, y que el
profesor se llamaba Ricardo Moretti. Hacia el atardecer ingresé en la clínica.
Parecía que todos me esperaban, como si
alguno hubiera anunciado mi llegada, y me acogieron inmediatamente.
A las 7 de la mañana estaba ya en la sala de
operaciones. Me prepararon la intervención. A pesar de la anestesia, permanecí
despierto y me encomendé al Señor
con las mismas palabras que Él dirigía al Padre antes de morir:
“Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Comenzaron los médicos la intervención y yo sentía
todo lo que decían. Sufría dolores atroces, pero no me lamentaba, al contrario,
estaba contento de soportar tanto dolor
que ofrecía a Jesús, ya que aquellos todos sufrimientos purificaban mi alma de
mis pecados. Un rato después me adormecí.
JUICIO Y CONDENA AL PURGATORIO
Cuando recobré la conciencia me dijeron que había
estado tres días en coma antes de morir. Me presenté delante del Trono de Dios. Veía a Dios pero no como juez
severo, sino como Padre afectuoso y lleno de amor. Entonces comprendí
que el Señor había hecho todo por amor hacia mí desde el primero al último
instante de mi vida, amándome como si fuera la única criatura existente sobre
la tierra.
No obstante me di cuenta también de que no
solamente no había cambiado este inmenso amor divino, sino que lo había descuidado totalmente.
Fui condenado a dos / tres
horas de Purgatorio.
¿Pero
cómo? -me pregunté- ¿Solamente dos / tres horas? Y después podré quedarme
siempre próximo a Dios eterno amor? Di un salto de alegría y me sentía como
hijo predilecto. La visión desapareció y me volví a encontrar en el Purgatorio.
Las dos / tres horas de Purgatorio fueron dadas sobre todo por haber faltado al voto de pobreza,
es decir, por haber conservado para mí unas pocas liras para mi.
Con frecuencia me iba con la mochila en la espalda
a pedir limosnas de puerta en puerta. Hacía la compra todos los días para el
convento. Todos me conocían y me querían bien. Siempre que compraba alguna cosa
me hacían descuentos, y aquellas pocas
liras que recogía, en vez de entregárselas al superior, las conservaba para la
correspondencia, para mis pequeñas necesidades y también para ayudar a los
militares que llamaban a la puerta del convento.
LAS TRES HORAS EN EL
PURGATORIO
Eran
unos dolores terribles que no sabía de dónde venían, pero se sentía
intensamente.
Los sentidos con los cuales se había ofendido más a Dios en este mundo: los ojos, la lengua… experimentaba
mayor dolor y era una cosa increíble porque allí abajo, en el Purgatorio, uno se siente como si tuviese cuerpo y conoce /
reconoce a los demás como sucede en el mundo.
Mientras tanto, que no había pasado más que unos instantes con aquellas
penas, me parecía ya que fuera una
eternidad. Lo que más hace sufrir en el Purgatorio no es tanto el fuego -también muy intenso- sino aquel
sentirse lejos de Dios -y lo que
más aflige es haber tenido todos los medios a disposición para la salvación y
no haber sabido aprovecharse de ellos.
Fue entonces cuando pensé ir a un hermano de mi convento para pedirle que rezara por mí que
estaba en el Purgatorio. Aquel hermano quedó maravillado porque sentía
mi voz pero no me veía y me preguntó:
“¿Dónde
estás, porque no te veo?”
Yo insistía y, viendo que no tenía otro medio para
llegar a él, porque mis brazos se cruzaban pero no llegaba. Sólo entonces me di
cuenta que estaba sin cuerpo. Me contenté con insistirle para que rezase mucho por mí y me fuera del Purgatorio.
¿Pero cómo? -me decía a mí mismo- ¿no debería estar
solo dos / tres horas en el Purgatorio? Y han transcurrido ya trescientos años.
Por lo menos así me parecía. De repente se
me aparece la Bienaventurada Virgen María y le pedí insistentemente, le
supliqué, diciéndole:
“¡Oh
Santísima Virgen María, Madre de Dios, consígueme del Señor la gracia de volver
a la tierra para vivir y trabajar solamente por amor de Dios!”.
Acudí
también ante el P. Pío e igualmente le supliqué:
“Por tus atroces dolores, por
tus benditas llagas, padre Pío, ruega por mí a Dios para que me libere de estas
llamas y me conceda continuar el Purgatorio en la tierra”.
Después no vi nada más, pero me
di cuenta de que el Padre Pío hablaba a la Virgen. Unos instantes
después se me apareció nuevamente la Bienaventurada Virgen María: era Santa
María de las Gracias, pero venía sin el Niño Jesús, inclinó la cabeza y me
sonrió. En aquel mismo momento volví a
tomar posesión de mi cuerpo, abrí los ojos y extendí los brazos.
Después, con un movimiento brusco, me liberó de la sabana que me cubría. Estaba
contento, había recibido la gracia. La Santísima Virgen me había escuchado.
SU VUELTA A LA VIDA EN LA
TIERRA
Inmediatamente después los que me velaban y
rezaban, asustadísimos, se precipitaron fuera de la sala a buscar enfermeros y
doctores. En pocos minutos la clínica estaba abarrotada de gente. Todos creían que yo era un fantasma y
decidieron cerrar bien las puertas y desaparecer, por cierto temor a los
espíritus.
A
la mañana siguiente me levanté muy pronto y me senté en una butaca. A pesar de que
la puerta estaba cuidadosamente vigilada, algunos lograron entrar y me pidieron
les explicara lo que me había sucedido. Para tranquilizarles, les dije que
estaba llegando el médico de guardia, al cual tenía que decir lo que me había
pasado. Corrientemente los médicos no llegaban antes de las diez, pero aquella
mañana todavía no eran las siete y dije a los presentes:
“Mirad; el
médico está llegando; ahora está aparcando el coche en tal puesto”.
Pero nadie me creía. Y yo continuaba diciéndole:
“Ahora está
atravesando la carretera, lleva la chaqueta sobre el brazo y se pasa la
mano por la cabeza como si estuviera preocupado, no sé que tendrá”…
Pero nadie daba crédito a mis palabras. Entonces
dije:
“Para que me creáis que no os miento, os confirmo
que ahora el médico está subiendo en el ascensor y está para llamar a la puerta”.
Apenas había terminado de hablar, se abre la puerta
y entró el médico quedando maravillados todos los presentes. Con lágrimas en
los ojos, el doctor dijo:
“Sí,
ahora creo en Dios, creo en la Iglesia y creo en el Padre Pío…”.
Aquel médico que primero no
creía o cuya fe era como agua de rosas, confesó que aquella noche no había
logrado cerrar los ojos pensando en mi muerte, que él había comprobado, sin dar
más explicaciones. Dijo que a pesar del certificado de muerte que había
escrito, había vuelto para cerciorarse qué era lo que había sucedido aquella
noche que tantas pesadillas le había ocasionado, porque aquel muerto (que era
yo) no era un muerto como los demás y que, efectivamente, no se había
equivocado.
DECIDIÓ VIVIR EL PURGATORIO EN
LA TIERRA
Después de esta experiencia, Fray
Daniele vivió verdaderamente el Purgatorio en esta tierra, purificándose a
través de enfermedades, sufrimientos y dolores, conformándose siempre y en todo
con la voluntad de Dios.
Solamente recuerdo algunas intervenciones que sufrió: de próstata, coliscititis, aneurisma
de la vena abdominal con relativa prótesis; otra intervención después de un
accidente callejero cerca de Bolonia, prescindiendo ya de otros dolores no sólo
físicos, sino también morales.
A la hermana Felicetta, que le preguntó cómo se
sentía de salud, Fray Daniele le confió:
“Hermana
mía, hace más de 40 años que no recuerdo que significa estar bien”.
Fray
Daniele falleció el 6 de julio de 1994. Mientras colocaban convenientemente sus restos
mortales en la capilla de la Enfermería del Convento de los Hermanos
Capuchinos, en San Giovanni Rotondo, se recitaba el Rosario en sufragio de su
alma.
“A algunos de los presentes
les parecía que Fray Daniele moviera los labios, como para contestar al Ave
María del rosario”.
Después que el alma ya no estaba en el cuerpo de
Fray Daniele, aun así, para aquellos, algunos de los presentes, veían como seguía orando al Señor.
“Y lo vieron más de uno.”
El cuerpo acostumbrado a tanta oración, todavía
permanecía como si estuviera bien vivo, aunque en ese mismo momento su alma ya
gozaba de la presencia de Dios. Se
había convertido en instrumento de oración, aun cuando su alma había quedado
libre de aquel cuerpo bendecido por Dios.
La voz se difundió tan rápidamente, que el
superior, Padre Livio de Matteo, para quedar tranquilo, quiso cerciorarse de
que no se trataba de una muerte aparente. Por este motivo hizo venir de la Casa
Alivio del sufrimiento próxima, al doctor Nicolás Silvestri, ayudante de
Medicina Legal y al doctor José Pasanella, asistente también de medicina Legal,
los cuales hicieron un electrocardiograma a Fray Daniele y le tomaron la
temperatura, por lo cual confirmaron
definitivamente su muerte.
Se cuenta también en la historia que ha habido
personas que poco antes de morir, tuvieron deseos de pecar, y acabaron en ruina
perpetua. Unos cuerpos se convierten en
bendición y otros en maldición
Fuentes:
- http://www.soldefatima.com/
- http://www.vocedipadrepio.com/
- http://www.padrepio.catholicwebservices.com/ENGLISH/App.htm
- http://caccioppoli.com/Close encounters of Padre
Pio with deceased souls in Purgatory, Guardian Angel, devil. His own
words on temptation, virtues, life..html
- https://www.ewtn.com/padrepio/mystic/poorsouls.htm
- http://www.amicidifradaniele.it/modules.php?name=coppermine&file=thumbnails&album=6
Foros de la
Virgen María
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