El culto a satanás es una forma de ocultismo,
creciente y preocupante. En la sociedad actual está asumiendo una inesperada
dimensión la adhesión a sectas satánicas, la participación en los ritos
introducidos por éstas, la invocación de seres demoníacos, el culto personal y
solitario del demonio, y la afirmación de ideas provenientes del ambiente
satanista.
Antes de ilustrar en grandes líneas el complejo fenómeno del satanismo contemporáneo, es oportuno intentar una definición del mismo. Esto se puede hacer de modo, por decirlo así, general, como también en particular, es decir, con específica y exclusiva referencia a aspectos singulares: teológicos, antropológicos, psicológicos, jurídicos y sociológicos.
Antes de ilustrar en grandes líneas el complejo fenómeno del satanismo contemporáneo, es oportuno intentar una definición del mismo. Esto se puede hacer de modo, por decirlo así, general, como también en particular, es decir, con específica y exclusiva referencia a aspectos singulares: teológicos, antropológicos, psicológicos, jurídicos y sociológicos.
Si centramos la atención en una definición de tipo general, podemos
afirmar que hablamos de satanismo
cuando nos referimos a personas, grupos o movimientos que, de forma aislada o
más o menos estructurada y organizada, practican algún tipo de culto (por
ejemplo: adoración, veneración, evocación) del ser que en la Biblia se indica
con los nombres de demonio, diablo o Satanás. En general, tal entidad es considerada por los satanistas como ser o
fuerza metafísica; o como misterioso elemento innato en el ser humano; o
energía natural desconocida, que se evoca bajo diversos nombres propios (por
ejemplo: Lucifer) a través de particulares prácticas rituales.
LAS
SECTAS SATÁNICAS
Los grupos y los movimientos satánicos son, sin duda, muy diversos.
Algunos están relacionados entre sí, otros no; ciertos grupos son desconocidos
hasta para las mismas personas que frecuentan el ambiente satanista. Hay sectas
cuya existencia es efímera o casi virtual; otras, con el tiempo, dejan de
actuar o en algún caso continúan en forma oculta; algunas actúan públicamente,
otras de modo secreto. Por otra parte, casi todas sufren cismas con mucha
frecuencia, es decir, que un grupo se divide en uno o más troncos, los cuales a
su vez se separan en otras ramas y así sucesivamente.
En Estados
Unidos se encuentra, sin duda, la mayor concentración de grupos satánicos que podríamos definir como
conocidos, es decir, que actúan más o menos abiertamente; y es también en ese
país donde podemos encontrar las mayores referencias bibliográficas sobre el
satanismo contemporáneo. Entre los grupos conocidos que han surgido en Estados
Unidos y están todavía en actividad encontramos: Church of Satan, Temple of
Ser, Order o[ the Black Ram, Werewolf Order, Worldivide Church of Satanic
Liberafion, Church of War. Entre aquellos que después de algunos años parece
que han dejado de actuar encontramos: Church of Satanic Brotherhood, Brotherhood
of the Ram, Our Lady of Endor Coven, The Sairanic Orthodox Church of Nethilum
Rite, The Satanic Church; existen, además, organizaciones sobre las cuales es
difícil establecer si han cesado o no su actividad, como, la denominada Ordo
Templi Satanis cuyos escritos tienen cierta difusión a través de Internet.
Otro grupo satanista que ha tenido cierta notoriedad, también después de
la observación que como participante ha hecho el sociólogo americano William
Sims Baintiridge, es “The Process Church of the Final Judgement”, surgido en
1965 en Inglaterra y difundido en algunos países, sobre todo en Estados Unidos
antes de su escisión en dos grupos diversos; actualmente “The Process” se ha
extinguido. En Inglaterra se ha detectado también la presencia de otras dos organizaciones
satánicas conocidas: “Order of the Nine Angles” y “Dark Lily”, mientras en
Nueva Zelanda actúa el grupo Ordo Sinistra Vivendi, anteriormente denominado
Order of the Left Hand Path. En Italia, entre las sectas satánicas de las que
se sabe algo, porque de un modo u otro han llegado a la notoriedad de la
crónica, podemos citar: Bambini di Satana, Chiesa di Sata na di Filippo Scerba
Chiesa Luciferiana di Efrem Del Gatto, Impero Satánico della Luce deglo Inferí
o Seguací del Maestro Loitan.
Existen
también grupos que no se presentan como satánicos y que, por ejemplo, afirman
que practican ritos paganos para entrar en armonía con las fuerzas ocultas de
la naturaleza, pero en
realidad ponen de manifiesto aspectos que permiten su ubicación dentro del
multiforme mundo del satanismo.
LOS
RITOS, LOS SÍMBOLOS Y LAS PRÁCTICAS SATÁNICAS
Los ritos introducidos por cada secta se basan, muchas veces, en
modificaciones aportadas a ritos preexistentes. De todos modos, en líneas
generales se puede decir que los ritos satánicos sirven a los fines del
celebrante y son un conjunto de gestos y de palabras orientados a provocar un
cambio de las situaciones o acontecimientos que se considera que no se pueden
obtener a través de medios o instrumentos comunes. Cuando por medio de tales
ritos se pretende mandar una maldición
o realizar algún hechizo, por ejemplo, con respecto a una persona
concreta, se piensa que el mejor
momento será por la noche, en un particular período de tiempo en el cual la
persona está dormida (por ejemplo, dos horas antes de despertar); este es uno
de los motivos por los cuales los ritos satánicos comienzan, en general, en las
horas nocturnas; mientras que la elección de lugares precisos para
realizarlos, dentro o fuera de la ciudad, probablemente depende de la
posibilidad de organizar todo con cierta reserva y, en algunos casos, de la
presencia en dicho lugar de cementerios
o de iglesias desconsagradas. No se puede excluir que durante los ritos
satánicos, algunos grupos lleguen a perpetrar actos de escarnio o profanación de cadáveres, violencias físicas incluso sobre
menores y hasta homicidios rituales.
La agrupación en la cual se inspiran algunas sectas satánicas más recientes es la “Church of Satan”, fundada en Estados Unidos en 1966 por Anton Szandor La Vey. El símbolo de esta secta es llamado sello de Baphomet o sea, la cabeza de un chivo dentro de un pentáculo invertido (estrella de cinco puntas boca abajo), inscrito en un círculo con cinco letras hebreas en el extremo de cada punta y todo esto, a su vez encerrado en otro círculo. La Vey es autor de tres libros, que constituyen un punto de referencia para el mundo satánico contemporáneo: The Satanic Bible, Complete Witch, Me Satanic Rituals. En este último se encuentran diversos ritos oficiados en latín, inglés francés y alemán.
La agrupación en la cual se inspiran algunas sectas satánicas más recientes es la “Church of Satan”, fundada en Estados Unidos en 1966 por Anton Szandor La Vey. El símbolo de esta secta es llamado sello de Baphomet o sea, la cabeza de un chivo dentro de un pentáculo invertido (estrella de cinco puntas boca abajo), inscrito en un círculo con cinco letras hebreas en el extremo de cada punta y todo esto, a su vez encerrado en otro círculo. La Vey es autor de tres libros, que constituyen un punto de referencia para el mundo satánico contemporáneo: The Satanic Bible, Complete Witch, Me Satanic Rituals. En este último se encuentran diversos ritos oficiados en latín, inglés francés y alemán.
El rito principal de todo grupo satanista, es decir, la misa negra, ha sido descrita por La
Vey tanto en “The Satanic Bible” como en “The Satanic Rituals”. Los diversos
grupos satánicos introducen modificaciones respecto al rito aplicado por La
Vey, quien lo ha establecido siguiendo el modelo de las más antiguas misas
negras europeas, y que se inspira, entre otros, en los escritos del poeta francés
Charles Baudelaire (1821-1867) y del escritor Charles Georges Huysmans
(1848-1907).
El rito es
oficiado por un celebrante, un diácono y un subdiácono; como instrumentos se
usan algunos cirios un pentáculo invertido, un cáliz lleno de vino o de licor,
una campanilla, una espada, un aspersorio o falo, y un crucifijo invertido;
también se usa una Hostia auténticamente consagrada.
El altar de
la misa negra es una mujer desnuda y los participantes llevan vestidos negros
con capucha. El rito
imita, más o menos, el de la misa católica con las oraciones recitadas en
latín, inglés y francés. Naturalmente, en lugar de invocar el nombre de Dios se
invoca el de Satanás; se invocan nombres de diversos demonios; se recita el Padre nuestro en sentido
contrario y negativo (padre nuestro que estás en el infierno); se lanzan
invectivas contra Jesucristo, y la Hostia es profanada de varias maneras
(utilizándola en prácticas sexuales, pisoteándola repetidamente con odio).
LAS
CREENCIAS SATÁNICAS
Las creencias satánicas pueden variar de uno a otro grupo. Por ejemplo, hay quien ve en Satanás un ser más o menos
simbólico, expresión al mismo tiempo, de la transgresión y del racionalismo; y
en los ritos, una especie de psicodrama brutal que tiene por finalidad liberar
al fiel de los condicionamientos religiosos, morales y culturales que provienen
de su ambiente. Algunos satanistas que se reconocen en esta descripción
afirman que «el Satanismo es una
religión de la carne. Para el satanista la felicidad se debe encontrar
aquí y ahora. No existe el cielo para ir después de la muerte y tampoco el
infierno de fuego como castigo para el pecador». En cambio, hay quien ve en Satanás un ser real, príncipe
de las tinieblas, al cual es posible dirigirse mediante rituales mágicos para
obtener favores de diverso género. Y también quien ve en Satanás,
particularmente en Lucifer, una figura positiva que se opone a la acción del
Dios de la tradición judeo-cristiana, considerada negativa.
En general, es difícil dar una definición unívoca de las creencias a las que se refiere una determinada secta satánica. Por ejemplo, el satanismo introducido por la Vey, en algunos aspectos ve el mal como fuerza vital e impersonal, objeto de un culto – a través de rituales precisos- por medio del cual se pueden dominar las facultades destructivas propias de tal fuerza; por otro lado, resulta claro que La Vey, en algunos ritos -aunque en clave metafórica- se dirige al demonio como a un ser personal, creando, por lo tanto, la ambigüedad de fondo, que es típica del ambiente satanista. Se puede notar una ulterior contradicción en quien practica los absurdos rituales de la Church of Satan, en los cuales hay una precisa y virulenta contraposición al Evangelio, a la Iglesia y a su liturgia: si una persona no cree ni en Satanás, ni en Dios, ni en la Iglesia, ni en el Sacrificio eucarístico, no se ve por qué se deba empeñar tan fanáticamente en las misas negras.
En general, es difícil dar una definición unívoca de las creencias a las que se refiere una determinada secta satánica. Por ejemplo, el satanismo introducido por la Vey, en algunos aspectos ve el mal como fuerza vital e impersonal, objeto de un culto – a través de rituales precisos- por medio del cual se pueden dominar las facultades destructivas propias de tal fuerza; por otro lado, resulta claro que La Vey, en algunos ritos -aunque en clave metafórica- se dirige al demonio como a un ser personal, creando, por lo tanto, la ambigüedad de fondo, que es típica del ambiente satanista. Se puede notar una ulterior contradicción en quien practica los absurdos rituales de la Church of Satan, en los cuales hay una precisa y virulenta contraposición al Evangelio, a la Iglesia y a su liturgia: si una persona no cree ni en Satanás, ni en Dios, ni en la Iglesia, ni en el Sacrificio eucarístico, no se ve por qué se deba empeñar tan fanáticamente en las misas negras.
LA
APROXIMACIÓN AL AMBIENTE DEL SATANISMO
Algunos de los caminos por los cuales es más fácil entrar en contacto con
un grupo satanista son: la frecuentación de ambientes esotéricos, mágicos y ocultistas hasta llegar a habituarse a
las ideas y prácticas de los mismos, y al deseo de ir más allá para
experimentar nuevas vías de conocimiento; la participación en reuniones espiritistas para la evocación de
seres particulares, en las cuales no es difícil que se llegue a la invocación
de espíritus demoníacos y donde se puede encontrar a quien participa
también en ritos satánicos; el recurso a los magos para afrontar problemas de
diverso género que, como muchas veces se prolongan en el tiempo, se trata de
solucionar hasta con el recurso a la llamada magia negra, la cual casi inevitablemente introduce en el
mundo de los ritos satánicos llevados a cabo por individuos o grupos más o
menos organizados; la atracción idolátrica que se manifiesta con
respecto a ciertos cantantes y grupos de música rock, a los cuales se permite
-mediante el mensaje de sus canciones- blasfemar
e invitar al suicidio, al homicidio, a la violencia, a la perversión sexual, al
uso de droga, a la necrofilia y a la implicación en el satanismo.
Los motivos que llevan a la práctica de ritos satánicos son muy diversos y entre éstos podemos encontrar: la convicción de obtener ventajas materiales de diverso tipo, incluso con perjuicio para otras personas; la voluntad de «contestar» a la sociedad de modo excéntrico y transgresivo; una morbosa atracción hacia lo que es pavoroso y horrendo, tal vez dictada por el deseo inconsciente de exorcizar los propios miedos; la respuesta violenta a traumas, a veces sufridos en la infancia; la adquisición de poderes particulares que se cree que pueden obtenerse por medio de conocimientos ocultos y por la participación en determinados ritos; la satisfacción de desviaciones sexuales a través de experiencias inusuales, que tienen como base algo de oscuro y ritual.
Diversos problemas de la sociedad contemporánea contribuyen, ciertamente, a hacer que el terreno para la siembra satánica sea más fértil, y entre éstos encontramos: la soledad del individuo dentro de la masa impersonal y amorfa; el impacto con ambientes que denigran al cristianismo o que en su propia visión tratan de diluirlo; la disgregación de la familia a causa del debilitamiento o de la pérdida de la fe en Dios, único que puede darle amor, armonía y unidad.
Hay actitudes que, por así decirlo, «hacen el juego» al satanismo, porque más o menos conscientemente dan impulso a la difusión del mismo en la sociedad actual. La primera actitud es la de subestimar este fenómeno, considerándolo un hecho marginal, sin ninguna importancia o relevancia; una especie de juego de sociedad o de rol, cuya posible perversidad puede, de todos modos, ser socialmente tolerada.
Otra actitud, que podemos considerar como opuesta a la primera, es la sobrevaloración del fenómeno, que se considera excesivamente difundido, viendo en los grupos satánicos organizaciones que siempre y en todas partes se dedican a actividades criminales (aunque no se tengan fundados elementos para hablar de crímenes cometidos por tales grupos) capaces de incidir en la sociedad de modo fuertemente peligroso y desestabilizador, con las posibles consecuencias de crear reacciones de fobia satanista o de caza al satanista.
Los motivos que llevan a la práctica de ritos satánicos son muy diversos y entre éstos podemos encontrar: la convicción de obtener ventajas materiales de diverso tipo, incluso con perjuicio para otras personas; la voluntad de «contestar» a la sociedad de modo excéntrico y transgresivo; una morbosa atracción hacia lo que es pavoroso y horrendo, tal vez dictada por el deseo inconsciente de exorcizar los propios miedos; la respuesta violenta a traumas, a veces sufridos en la infancia; la adquisición de poderes particulares que se cree que pueden obtenerse por medio de conocimientos ocultos y por la participación en determinados ritos; la satisfacción de desviaciones sexuales a través de experiencias inusuales, que tienen como base algo de oscuro y ritual.
Diversos problemas de la sociedad contemporánea contribuyen, ciertamente, a hacer que el terreno para la siembra satánica sea más fértil, y entre éstos encontramos: la soledad del individuo dentro de la masa impersonal y amorfa; el impacto con ambientes que denigran al cristianismo o que en su propia visión tratan de diluirlo; la disgregación de la familia a causa del debilitamiento o de la pérdida de la fe en Dios, único que puede darle amor, armonía y unidad.
Hay actitudes que, por así decirlo, «hacen el juego» al satanismo, porque más o menos conscientemente dan impulso a la difusión del mismo en la sociedad actual. La primera actitud es la de subestimar este fenómeno, considerándolo un hecho marginal, sin ninguna importancia o relevancia; una especie de juego de sociedad o de rol, cuya posible perversidad puede, de todos modos, ser socialmente tolerada.
Otra actitud, que podemos considerar como opuesta a la primera, es la sobrevaloración del fenómeno, que se considera excesivamente difundido, viendo en los grupos satánicos organizaciones que siempre y en todas partes se dedican a actividades criminales (aunque no se tengan fundados elementos para hablar de crímenes cometidos por tales grupos) capaces de incidir en la sociedad de modo fuertemente peligroso y desestabilizador, con las posibles consecuencias de crear reacciones de fobia satanista o de caza al satanista.
Una tercera
actitud es la que se puede definir corno fobia antisatanista, derivada de la difusión -casi
como posición tomada- de una crítica excesiva y sistemática, algunas veces
también infundada, a las organizaciones que se oponen al satanismo; se las ve
como instituciones particularmente influyentes y en condiciones de inducir a
conductas socialmente dañinas, aunque -o cuando- las mismas se colocan
correctamente desde el punto de vista científico, cultural o religioso frente a
ese fenómeno.
CONSIDERACIONES
FINALES
Entre las diversas preguntas que muchos se hacen en relación con el
problema del satanismo, está la que tiene por objeto la posibilidad de ver en
él una acción explícita del maligno, por ejemplo, mediante la posesión
diabólica de quien participa en ritos satánicos. Considero que tal acción no
consiste tanto en la manifestación de fenómenos preternaturales, cuanto en una
exasperada aversión hacia Dios, Jesucristo, la Virgen María, la Iglesia y todas
las cosas santas. Los posibles casos de posesión diabólica que se pueden
encontrar entre quienes participan deliberadamente en actividades satánicas, se
pueden considerar casos de tipo -por así decir- activo y no pasivo, que derivan
del hecho de que son las mismas
personas las que voluntariamente se ofrecen al demonio.
De todos modos, el principal problema social, ético y cultural de la aceptación de las ideas y prácticas satanistas consiste en que con ello se llega a aprobar una completa inversión de los valores: lo que objetivamente es equivocado, malo y moralmente desordenado, se asume como modelo justo y liberador para proponerlo a los demás; además, la asunción, típica del ambiente satánico, del lema crowleyano: “Hacer lo que quieras será toda la ley”, lleva inevitablemente al hombre a considerar que en realidad la propia libertad no termina donde comienza la de los demás. Para concluir, después, con la constatación de que el hombre que diviniza la materia, que se considera dios y así se sitúa en el lugar del Creador, inevitablemente va al encuentro de la amarga e inevitable realidad de la propia finitud y de la impotencia humana, sufriendo contragolpes que pueden arrastrarlo a serias consecuencias psicofísicas con caídas de tipo depresivo.
De todos modos, el principal problema social, ético y cultural de la aceptación de las ideas y prácticas satanistas consiste en que con ello se llega a aprobar una completa inversión de los valores: lo que objetivamente es equivocado, malo y moralmente desordenado, se asume como modelo justo y liberador para proponerlo a los demás; además, la asunción, típica del ambiente satánico, del lema crowleyano: “Hacer lo que quieras será toda la ley”, lleva inevitablemente al hombre a considerar que en realidad la propia libertad no termina donde comienza la de los demás. Para concluir, después, con la constatación de que el hombre que diviniza la materia, que se considera dios y así se sitúa en el lugar del Creador, inevitablemente va al encuentro de la amarga e inevitable realidad de la propia finitud y de la impotencia humana, sufriendo contragolpes que pueden arrastrarlo a serias consecuencias psicofísicas con caídas de tipo depresivo.
El satanismo
muestra, sin duda, una fuerte carga emocional y de evasión hacia lo irracional, que en algunos aspectos es
encubierta por una paradójica apariencia pseudo-racional que se busca como
justificación. El mal profundo que proviene de todo esto asume aspectos y
motivaciones personales y oscuras; se concreta en los pecados personales y
tiene como común denominador de los diversos ritos, símbolos, prácticas y
creencias, la negación de la recta razón y una herida profunda a la integridad
de la persona humana, cosa que se manifiesta en las aberraciones sexuales, en
la sed de poder, en la búsqueda desmedida de dinero o de éxito, en un
narcisismo exasperado; todos esos elementos alejan del amor a Dios y al
prójimo, y de la búsqueda del verdadero bien personal y común.
En este mundo, en donde se tiene la impresión de que el mal -como quiera
que se entienda- vence al bien, creo que es cada vez más urgente dirigir a
todos la exhortación del Santo Padre: “No tengáis miedo”. Esta tranquilidad
sólo puede surgir de la convicción de que la liberación del mal y la salvación
pasan a través de la obra redentora de Jesucristo, único Salvador del hombre.
Fuente: Giuseppe Ferrari, Secretario nacional del
“Grupo de investigación e información sobre las sectas” y director editorial de
las revista “Religioni e Sette nel mondo” para L’Osservatore Romano
Foros de la Virgen María
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