Divorciados
vueltos a casar. ¿Comunión sí? ¿Comunión no? Con el documento papal La
alegría del amor, ¿cambia la doctrina?, ¿cambia la pastoral?, ¿existen
nuevas posibilidades para las personas en estas condiciones?, ¿cómo mantener el
equilibrio?
Un
rompecabezas que desvela a teólogos y pastores por igual. Francisco aclaró que
se han abierto nuevos caminos, pero lamentó el reduccionismo de los medios
sobre el tema. Un cardenal mexicano precisa que –sobre este particular– el
desafío más delicado está en los sacerdotes
¿Hay nuevas posibilidades
concretas que no existían antes de la publicación de la exhortación o no?». La
pregunta la lanzó un periodista anglófono al Pontífice en el vuelo de regreso
de Lesbos a Roma el 16 de abril. La respuesta fue directa: «Podría decir que
sí, y punto. Pero sería una respuesta muy simplificada».
Más adelante, contestando a otra
pregunta, Bergoglio confesó haberse «molestado mucho» pero, sobre todo, haber
sentido «un poco de tristeza» cuando los periodistas centraron prácticamente
todo su debate en torno al Sínodo solo en los divorciados vueltos a casar y la
comunión. «Esos medios de comunicación, que dicen tantas cosas, ¿no se dan
cuenta de que no es ese el problema principal? ¿Acaso no se dan cuenta de que
la familia, en todo el mundo, está en crisis? Y la familia es la base de la
sociedad. ¿No se percatan de que los jóvenes no quieren casarse? ¿No ven que la
disminución de la natalidad en Europa es como para ponerse a llorar? Estos son
los grandes problemas», reflexionó.
Prudencia
pastoral
Es cierto. Por defecto la prensa
se siente atraída, como también sus consumidores, por el conflicto y, en el
Sínodo, los divorciados generaban división. Al mismo tiempo esto propició un
peculiar fenómeno: aunque el problema no afecta a la mayoría, no solo los
periodistas se interesaron por él, también lo hicieron cardenales, obispos,
sacerdotes, teólogos y fieles en general. La Iglesia entera quedó altamente
sensibilizada.
El cardenal mexicano Alberto
Suárez Inda, arzobispo de Morelia, advierte de que, ante las indicaciones del
Papa en Amoris laetitia, la principal dificultad para los obispos será
la formación del clero, para que los sacerdotes tengan «una ciencia y una
praxis» pastoral, con especiales conocimientos en temas morales, para no caer
«ni en la intransigencia, ni tampoco en la actitud fácil de abaratar las
cosas».
En entrevista con Alfa y Omega,
el cardenal aboga por la «prudencia pastoral» y apunta: «Sobre la formación de
la conciencia ya el Concilio Vaticano II nos planteaba un tema muy delicado, el
respeto al sagrario de la persona que es la conciencia y que debe ser
formada, que debe actuar a la luz de Dios y conforme a las circunstancias en
las cuales se aplica la doctrina cristiana».
E insiste: «Lo más delicado es la
formación de la conciencia de los sacerdotes para poder acompañar a la gente,
necesitamos principios muy claros pero también una gran sensibilidad. Se debe
tener esta actitud del pastor».
Suárez Inda fue uno de los padres
sinodales que participó en la asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos en
octubre de 2015. Asistió a las discusiones que dieron origen al documento final
que sirvió de base al Papa para redactar Amoris laetitia. Para él, la
exhortación apostólica «refleja fielmente» el pensamiento de la asamblea
sinodal, aunque existen puntos en los cuales «se debe seguir en el diálogo y en
la búsqueda sobre cómo aplicar los principios».
«Para mí lo más importante del
documento es el enfoque, desde qué postura miramos nosotros a la familia y
tratamos de ayudarla en su realidad concreta. Acercarnos con una actitud de
servicio y de respeto a las situaciones que viven las familias», explica.
El purpurado recuerda que ya Juan
Pablo II, en su exhortación Familiaris consortio (1981), puso «los
puntos sobre las íes» al decir que los divorciados vueltos a casar «no están
excomulgados», forman parte de la Iglesia y deben participar de muchas maneras
en la vida de la comunidad. Wojtyla pidió, como Francisco, «mirarlos como
hermanos en la fe, como gente que tiene necesidades particulares».
La
comunión sacramental
«Respecto a la comunión
sacramental, el Papa dice que no podemos absolutizar, se necesita seguir un
discernimiento y existen casos en los cuales está claro que pueden acercarse si
no provocan escándalo, si garantizan que viven conforme a su conciencia y
además, en la medida de lo posible, viviendo en una manera ordenada, incluso hasta
llegar a la promesa de la continencia. Vivir como hermanos, como se dice»,
prosigue el cardenal de Morelia.
Y abunda: «El Papa claramente
dice: “No quiero llegar, en este momento, a dar como sentencia algo que no se
ha concluido en la búsqueda pastoral”. Hay que tomar lo que nos pide el Papa:
una actitud de respeto, de búsqueda y de continuar este discernimiento, que nos
deja a los obispos y a los sacerdotes una responsabilidad enorme de no proceder
a la ligera y de tratar de ayudar a esta gente».
Suárez agradece la «valentía» y
la «claridad» de Francisco en Amoris laetitia, un texto –recuerda– que e
propio Pontífice recomienda leer por partes, no precipitadamente. «Un documento
de gran realismo pero que, al mismo tiempo, nos ayuda a descubrir la belleza
del matrimonio».
Andrés Beltramo Álvarez
Ciudad del Vaticano
Fecha de
Publicación: 28 de Abril de 2016Ciudad del Vaticano
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