En un artículo de la semana pasada
dimos cuenta de las conclusiones de una conferencia mundial entre el 11 y 13 de
abril en Roma, con el nombre “La no violencia y la paz justa: contribución a
la comprensión católica y el compromiso a la no violencia”, en la que se ha
rechazado sin rodeos las enseñanzas de larga data de la iglesia católica sobre
la teoría de la guerra justa, diciendo que demasiado a menudo se ha utilizado
para justificar conflictos violentos y la iglesia global deben reconsiderar las
enseñanzas de Jesús sobre la no violencia.
Y dijimos que “Sin
embargo hay que considerar que la tendencia que lideró esta Conferencia fue
liberal, de modo que hay que esperar quétienen para aportar los sectores más
conservadores dentro de la Iglesia”.
Y la respuesta ya comenzó. Gregory Brown uno de los
principales matemáticos de alto nivel de EE.UU., investigador del Swarthmore
College, escribió un artículo en Public Dicourse,
que vale la pena leerlo en toda su extensión.
El autor trata de atenerse a la doctrina católica
tradicional y evitar los falsos extremos entre el realismo cínico y el
pacifismo idealista.
Y dice que las condiciones para evitar una guerra
injusta se pueden dividir en dos categorías: restringir el derecho de ir a la
guerra (jus ad bellum) y delinear lo que constituye un comportamiento adecuado
durante la guerra (jus in bello).
En este sentido, el artículo 2308 del Catecismo
dice que
“todo ciudadano y todo gobernante están obligados a
empeñarse en evitar las guerras. Sin embargo, ‘mientras exista el riesgo de
guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza
correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se
podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa”.
Por ello añade el texto de la Iglesia al respecto:
2309 Se han de considerar con rigor las
condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar. La
gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de
legitimidad moral. Es preciso a la vez:
— Que el daño causado por el agresor a la nación o
a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.
— Que todos los demás medios para poner fin a la
agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.
— Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
— Que el empleo de las armas no entrañe males y
desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los
medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación
de esta condición.
Estos son los elementos tradicionales enumerados en
la doctrina llamada de la “guerra justa”.
Y el artículo 2321 explica también que
“la prohibición de causar la muerte no suprime el
derecho de impedir que un injusto agresor cause daño. La legítima defensa es un
deber grave para quien es responsable de la vida de otro o del bien común”.
La pregunta entonces es: ¿Qué haría falta para que
una guerra sea justa?
Los principios enumerados anteriormente,
básicamente, prohíben las guerras que sean inútiles, mal motivadas, o mal
concebidas. Una guerra debe ser una respuesta a algo serio; por otra parte, no
debe causar más daño que el que evita.
Desde que la autodefensa así como la aplicación de
la ley justifican una guerra, también hay que considerar que las posibilidades
de la guerra justa son excepcionalmente raras en la práctica.
Durante la guerra, el Catecismo exige trato humano
para los no combatientes, soldados heridos y prisioneros, mientras que también
descarta todos los actos criminales.
Por otra parte, cada acción militar debe ser
necesaria y no puede causar daño desproporcionad, incluso intencionado.
El autor dice que no tiene la intención de condena
general de la conferencia, y está de acuerdo con la declaración
inicial de Francisco, que repite el reconocimiento del Concilio
Vaticano al derecho de un gobierno a la legítima defensa.
Y por otra parte, la no violencia, siempre que sea
posible, es un mandato de la doctrina de la guerra justa, por lo que la
contribución de la conferencia a la no violencia es sin duda valiosa.
Pero por desgracia, no todos los problemas del
mundo moderno tienen soluciones no violentas razonables. En consecuencia habrá
que estar preparado para decir qué acciones militares son justas y cuales
injusta. Y estar firmes ante el precipicio entre el pacifismo y el realismo,
porque desde allí, es demasiado fácil caer en el abismo.
Foros de la
Virgen María
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