También Tú Madre,
vas a ser crucificada con Él, con tu Hijo amado, adorado, Tu Dios, nuestro
Dios. También tú, Madre, vas a caminar con Él, lejos de Él, pero junto a Él. Y
sólo Tú vas a sentir la lanzada que atravesará Su corazón y el tuyo. Él ya no
estará allí, en su Cuerpo, pero tú sí, y esa lanzada destrozará tu alma. Pero
de esa herida, de ese Corazón Amante va a salir Sangre para salvar y agua para
vivificar. Será el Triunfo del Amor Infinito de tu Hijo, su victoria contra el
pecado que trajo la muerte. No llores, Virgen María, alégrate. ¡TÚ SABES QUE TU HIJO RESUCITARÁ!
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